domingo, 24 de febrero de 2013

Los trece de la Fama y el Fabuloso Perú (Parte II)

La Conquista del Perú


Batalla entre los incas y los conquistadores españoles (detalle).
Por Juan Bravo

La Conquista del Perú, es sin duda, uno los hechos históricos más impactantes, por la audacia de sus protagonistas, por la ambición y la codicia que llegó a desatarse. Pero también aportó importantes lecciones, las cuales por cierto, nunca parecen ser aprendidas.




Carlos V (detalle). Por Tiziano, 1548


La mayoría de los conquistadores españoles no eran sino el producto de un país muy pobre, con un pésimo manejo de su economía, pero con unos monarcas opulentos. España era una nación que había pasado por largas guerras, experimentado graves divisiones y que además padecía de un intolerante fanatismo religioso. De pronto, casi por obra de la suerte, se encontró con que era la dueña de un nuevo mundo, con todas sus riquezas. Resulta fácil imaginar la manera en la que eso despertó la codicia y la ambición en mucha gente. Muchos fueron poseídos por "la fiebre del oro". Guiados por ese afán, todo lo demás pasó a ser secundario, incluso las creencias religiosas. No hay otra manera de explicar todos los excesos que se cometieron.
 

Isla del Gallo. Colombia
Volviendo a nuestro relato, hay que recordar que Francisco Pizarro y sus hombres, habían decidido quedarse en la Isla del Gallo. No obstante, debido a la cercanía a tierra firme, no se sentían seguros allí, por lo que prefirieron esperar por suministros y refuerzos en un lugar inhóspito, pero situado mar adentro: la Isla de la Gorgona (hoy perteneciente a Colombia). Allí estuvieron por unos cinco meses, en medio de trabajos y privaciones enormes. Al fin, recibieron provisiones en un pequeño barco, pero ningún refuerzo. A pesar de la decepción, optaron por seguir navegando hacia el sur, en procura de su objetivo, Perú. Corría el año de 1527. 
 

Pedro de Candía. Autor anónimo


Con buen viento, arribaron a Tumbes, al noroeste de Perú; allí pudieron ver la magnificencia de la ciudad y la riqueza que ostentaban sus habitantes. De inmediato, en ellos renació el optimismo, unido seguramente al despertar del gusanillo de la codicia, al contemplar aquellas riquezas. Entonces el relato histórico, se adorna con pinceladas de leyenda. Uno de los trece caballeros de la fama, llamado Pedro de Candía, fue el primero en bajar a tierra, armado y portando una cruz. Los lugareños intentaron amedrentarlo liberando una fiera semejante a un león. Pero este, en lugar de atacarlo, se postró mansamente a sus pies. Según las crónicas, ocurrieron otros sucesos portentosos. Se puede ver claramente la tendencia de la época de aderezar la narración, con detalles mágico-religiosos. De cualquier manera, allí se les dio una buena acogida. Seguramente fueron al tomados como seres divinos, o dioses. 


Viajes de Pizarro


Así prosiguieron el viaje, navegando siempre sin perder de vista la costa. Desde entonces, la buena suerte pareció acompañarles. Tampoco fue necesario recurrir a la violencia, porque fueron bien recibidos dondequiera que tocaron tierra. Se les colmó de atenciones y regalos: oro, plata, piedras preciosas, y  alimentos, así como algunos animales. Además, convencieron a dos muchachos, para llevarlos a España, y  para usarlos como intérpretes, en un futuro. De este modo, regresaron a Panamá a fines de ese año.

  Tomaron la decisión de que Pizarro viajara rápidamente a España, para obtener nombramientos y facultades que fueran independientes del Gobernador de Panamá. Aspiraban al nombramiento de Pizarro, como gobernador de todos los territorios conquistados; Diego de Almagro sería el vice-gobernador y el Padre Luque, Obispo del Perú. Además había que apurarse, una presa como esa sería apetecida por mucha gente, habría competencia.  


Pizarro ante Carlos V. Por Fortunato Julián


Pizarro viajó a España, tuvo una audiencia con el Emperador Carlos V. Seguramente llevó varias muestras de lo que había colectado en el viaje a Perú. No le fue difícil conseguir nombramientos y beneficios económicos, que incluso superaban sus propias aspiraciones. Sin embargo, era notable la desproporción de lo obtenido por Pizarro con respecto a sus socios y compañeros, podríamos decir que esto se convirtió en una verdadera "manzana de la discordia".  Todo quedó plasmado en la Capitulación de Toledo, firmada en 1529. Adicionalmente, Pizarro pudo conversar con su pariente lejano, Hernán Cortés, quien le aportó ideas y recomendaciones, dada su experiencia en la Conquista de México.  


Pizarro en Panamá, en 1530


Regresó a Panamá con 250 hombres, entre los cuales se encontraban varios de sus hermanos. Era el año de 1530. A pesar del gran disgusto con el que fue recibido por sus socios, descubrimos la notoria capacidad de Pizarro para conseguir sus objetivos de cualquier modo. 

Con mucha habilidad y promesas de ayudarle a obtener un puesto de gobierno, logró que Almagro depusiera su actitud y continuara dispuesto a seguir adelante con el plan inicial. Al fin, con el esfuerzo de todos, se dispuso la expedición al Perú, en tres naves pequeñas, con 280 hombres bien armados, 36 caballos, además de sacerdotes e intérpretes. Zarparon en febrero de 1531.   

Los vientos y las corrientes, los llevaron a desembarcar en el mismo sitio en donde lo hicieron seis años atrás: la bahía de San Pedro de las Esmeraldas. Pero se allí en adelante, es indudable los españoles mostraron un cambio de actitud, respecto a sus viajes anteriores. Ahora dieron rienda suelta a la ambición, a la sed de oro y a las pasiones desmedidas. No hubo de pasar mucho tiempo, para que sus intrigas les llevaran a enfrentarse entre ellos mismos.  

Con los primeros botines que obtuvieron, a menudo haciendo uso de la fuerza, y siempre viajando hacia el sur, Pizarro pudo cargar dos de los barcos. Uno era para Almagro y el otro, para sus colaboradores en Nicaragua. Esto pareciera indicar dos cosas: la primera, es que Pizarro quería resarcir a su socio y compañero, para mantener su interés en la empresa. No hay que olvidar que Almagro era el encargado de la "logística". La segunda, es que la promesa y la evidencia de riquezas era tan descomunal, que se podía dar el lujo de ser así de generoso con sus amigos.  


Felipillo traduciendo para Atahualpa


Uno de los indígenas que entrenaron como intérpretes, a quien llamaban Felipillo, demostró ser muy hábil y también oportunista. Los condujo hasta los sitios más importantes, no solo estratégicamente, sino también por sus riquezas. Con sus contactos, se las ingeniaba para encontrar el modo de acceder a los gobernantes incas locales, facilitando cualquier tipo de negociación. Lo demás lo tomaban haciendo uso de la fuerza. Así, por miedo, o por algún tipo de interés, como luego veremos, cada vez más indígenas se acercaron al bando de los conquistadores, dispuestos no solo a servirles, sino también a luchar en contra del mismo ejército inca. 


Atahualpa en 1533

En la isla de La Puná, y gracias a sus intérpretes, se enteró Pizarro de muchos detalles del imperio incaico, sobre todo, de su situación política. En ese momento estaban en medio de una guerra civil, entre las fuerzas de dos aspirantes al trono: Huáscar y Atahualpa. Ambos eran hijos del fallecido emperador Huayna Cápac. Al ser buen estratega, Pizarro enseguida captó la importancia de esa situación.
  


Huáscar conducido por
Quisquis y Chalcuchímac
Guaman Poma de Ayala. 1615

¿Qué mejor momento para invadir y conquistar un imperio como ese podían haber encontrado? ¿Serían capaces de unirse los bandos en pugna, para hacer frente al invasor extranjero? ¿Cómo utilizaría Pizarro esas circunstancias, para sus fines y el logro de sus objetivos? ¿Será posible que el ánimo levantisco y de guerra civil, se haya podido contagiar de los conquistados a sus conquistadores?


Habrá que seguir con nuestra máquina virtual del tiempo en esos lugares y época. Lo ocurrido allí fue de tal gravedad, que es muy posible que aún hoy se mantenga alguna de sus secuelas.

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