Edgar Allan Poe
La Máscara de la Muerte Roja, año 1842
Traducción por Daniel Delgado
La Muerte Roja había devastado la comarca por mucho tiempo. Jamás una pestilencia había sido tan terrible, u horrorosa. La sangre era su Avatar y su sello -lo rojo y horrible de la sangre. Eran dolores agudos; mareos repentinos y luego un abundante sangramiento a través de los poros, por licuefacción interna. Las manchas escarlata sobre el cuerpo y especialmente en el rostro de la víctima, eran los anuncios de la peste, que le apartaban de la ayuda y de la solidaridad de sus semejantes. Y entre el ataque, el progreso y el fatal desenlace, no pasaba más de media hora.
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El Triunfo de la Muerte. Por Pieter Brueghel el viejo, ca. 1562. Museo del Prado, Madrid, España. |
Pero el príncipe Próspero era feliz, e intrépido y sagaz. Cuando sus dominios se habían despoblado hasta casi la mitad, convocó ante su presencia a un millar de saludables y alegres amigos, de entre los caballeros y damas de su corte, y con ellos se retiró a la profunda soledad de uno de sus almenadas abadías.