domingo, 18 de febrero de 2024

Apuntes sobre la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de América (parte 6. El Motín del te).

El incendio del Gaspèe. Por Charles DeWolf Brownell, 1892.
Colección de la Sociedad Histórica de Rhode Island.
Tomado de library.providence.edu


El asunto del Gaspèe dejó los ánimos muy encendidos. Por supuesto, el incansable Samuel Adams no iba a desperdiciar un momento como ese. Junto con Joseph Warren, tan radical como él, pero quizás más elocuente, se entregaron a la tarea de mejorar el aparato propagandístico del movimiento rebelde. La idea era fomentar la unidad entre los partidarios de la independencia, que de algún modo se hallaban y actuaban dispersos, entre Massachussetts y en las demás colonias. Con esa finalidad, se crearon los llamados comités de correspondencia, que se encargarían de mantener a todos informados y listos, para poder trabajar al unísono, de manera rápida y sin importar las distancias. 

No habría de pasar mucho tiempo, para que proliferaran dichos comités. En la crucial colonia de Virginia, se consiguió la adhesión de algunos connotados ciudadanos, como Patrick Henry, Thomas Jefferson, Richard Henry Lee, entre otros. Sin embargo, para entonces, el futuro gran líder, George Washington, no parecía estar tan convencido de sumarse a la causa radical y prefirió mantener la distancia. 

Al disponer de un eficiente poder comunicacional, Adams solo necesitaba esperar por la ocasión propicia, para hacer su próximo movimiento. Esa oportunidad no tardaría en presentarse...

En esos tiempos, el te era un producto de consumo masivo entre los colonos. El gobierno británico, siempre había querido mantener un arancel, casi simbólico, sobre su importación y comercialización. Esto, en realidad, nunca había sido motivo de conflicto. Pero ahora, la facción rebelde decidió iniciar un boicot en contra de la importación de la hoja, por parte de la Compañía Británica de las Indias Orientales. Así, en lo sucesivo, la mayor parte del te provendría del contrabando. Eso dejaba a dicha compañía con sus depósitos repletos de un producto, para el cual no habría mercado. 

El gobierno británico decidió intervenir, para salvar de la debacle a la compañía. Con gran celeridad fue aprobada la Ley del Te, que permitía negociar el producto en las colonias, a un precio sumamente atractivo. Pero esto representaba un grave traspiés para numerosos comerciantes locales. Con el pretexto de que se trataba de un inaceptable acto de ventajismo en favor de una empresa británica, se dio inicio a una protesta. 

Los comités de correspondencia se encargaron de levantar una polvareda. La orden del día, fue fortalecer el boicot, llegando, de ser necesario, a impedir el desembarco de los envíos de te de la Compañía Británica en los puertos. Mientras tanto, estos se encontraban por completo ajenos a la situación. Ávidos de vaciar sus almacenes, enviaron un cuantioso cargamento a las principales ciudades norteamericanas. Pero les tenían reservada una desagradable sorpresa. En Charleston, Carolina del Sur, pudieron descargar el te, pero luego se le dejó abandonado en húmedas bodegas. ¡Jamás salió a la venta! En Nueva York y Filadelfia, los barcos con su carga fueron enviados de vuelta a su lugar de origen.

Como no resulta muy difícil de adivinar, en Boston la situación se complicó más todavía. Allí, también se impidió el desembarco del te. No obstante, los capitanes de los navíos tomaron la decisión de desembarcar, a como diera lugar. No aceptaban regresar con el te a bordo. Así, mantuvieron los barcos anclados en el puerto. El gobernador Thomas Hutchinson, quien además tenía intereses personales en la comercialización del gran cargamento, intentó cuanto estuvo a su alcance, para lograr la descarga del producto. Más que nunca, la ciudad se encontraba en un estado de gran agitación. Había llegado el momento ideal para asestar un gran golpe, que precipitara los acontecimientos, de una buena vez.

Así las cosas, en la noche del 16 de diciembre de 1773, alrededor de un centenar de los indomables Hijos de la Libertad, disfrazados como indios mohicanos, abordaron las embarcaciones por la fuerza. Sin pérdida de tiempo, arrojaron al mar trescientas cuarenta y dos cajas, con unas cuarenta y cinco toneladas de te. No hubo mayores agresiones hacia los hombres que se encontraban a bordo, ni otros daños materiales, aparte de la pérdida total de la carga. Durante varias semanas, los residuos del te de la compañía se vieron flotar en las aguas del puerto de Boston, seguramente para la mayor satisfacción de Samuel Adams y la facción más radical de los que deseaban la independencia de las colonias norteamericanas.

El gobierno británico, perplejo y rabioso, prácticamente se dedicó a apagar el fuego, agregándole más leña. Desempolvó las Leyes Coercitivas, consideradas intolerables por una gran mayoría. En realidad, la situación se tornó muy complicada, en gran parte, debido al constante sabotaje de Adams y sus seguidores. Cualquier medida que se tomara, solo parecía estimular el descontento entre los colonos. Pero esta vez, los rebeldes habían cruzado un límite que no había que pasar por alto. Se ofrecieron recompensas para quienes delataran a cualquiera de los culpables del asalto. Estos, serían juzgados en Gran Bretaña. Uno de los mayores errores que se cometieron, fue el creer que al aplastar a Boston, el estado de creciente agitación se podría solventar. 

Apuradamente, el Parlamento Británico, para complacer al rey Jorge III, aprobó en primer lugar, la Ley del Puerto de Boston. Debía entrar en vigencia en junio de 1774. Decretaba el cierre del puerto, hasta que no se cancelara el monto adeudado a la Compañía de las Indias Orientales, por la pérdida del te. En lo sucesivo, solo los barcos británicos podrían anclar allí. Eso era algo que sin duda afectaría el intenso movimiento comercial de la ciudad. De ese modo, la ruina y el hambre generalizada, podrían servir de castigo para los contumaces habitantes de Boston.

También fue aprobada la Ley del Gobierno de Massachussetts, para comenzar a regir en agosto de 1774. Significaba la completa pérdida de autonomía de la colonia. En adelante, el rey sería quien nombrara al gobernador, que debería ser un militar británico. A su vez, dicho gobernador se encargaría de designar a los funcionarios que antes eran electos por los colonos. El seleccionado para el cargo fue el general Thomas Gage, quien no esperó mucho, para mudar su cuartel general a Boston. Una escuadra de barcos británicos comenzó a custodiar el puerto. De tal manera, la ciudad pasó a convertirse en un territorio tomado militarmente.

Para hacer más odiosa la situación, en junio del mismo año sería repuesta la Ley de Acuartelamiento, la cual además habría de ser aplicada no solo en Massachussetts, sino en todas las demás colonias. Hay que recordar que mediante esta ley, la autoridad militar estaba facultada para obligar a los ciudadanos, a alojar personal militar en sus viviendas familiares. La ira del gobierno británico, le estaba induciendo a cometer el error de provocar a los ciudadanos de las zonas menos conflictivas, donde incluso no terminaban de simpatizar con la manera de proceder de los radicales de Boston.

Aunque en apariencia no estaba relacionado con las Leyes Coercitivas,  en junio de 1774, el gobierno británico ejecutó cambios en el manejo de la provincia de Quebec, arrebatada a los franceses en la cruenta guerra ocurrida quince años atrás. Así, dicha provincia en lo sucesivo sería dirigida por un gobierno central. Esto no era una gran novedad para los numerosos colonos franceses que allí persistían. En cambio, los colonos americanos sentían que de ese modo se les estaban aplicando nuevas restricciones.

Había más. Adicionalmente, el límite de la provincia de Quebec fue extendido hasta el sur del río Ohio. Con la predominancia de los franceses en esa región, los americanos sintieron que de algún modo, Jorge III estaba reintegrando esas tierras a sus antiguos dueños. No hay que olvidar, que precisamente fue su posesión, la causa del mencionado conflicto bélico. En su propósito de expandirse hacia el oeste, algunas colonias, entre ellas la propia Massachusetts, aspiraban a anexar esas fértiles tierras. Pero como ya se mencionó, para entonces, esta última colonia prácticamente había visto perder su autonomía. Sin embargo, también estaba Virginia, que no había olvidado sus reclamos sobre ese territorio.

Al ver sus intereses perjudicados, una colonia de las más influyentes como lo era Virginia, encontró motivos de sobra para incrementar su adhesión a la causa separatista. En este estado de cosas, en Massachussetts, Samuel Adams incrementaba su actividad, ejerciendo un control casi absoluto de la opinión pública. Llegó a ser tal su influencia, que a excepción de Boston, el resto de la colonia se encontraba en abierta rebelión. Por medio de los comités de correspondencia, se consiguió el apoyo económico y logístico para sostener a Boston, que así se encontró al frente de una coalición general. El momento de la unidad inter colonial había llegado.