Resultaba muy tentador para el hombre primitivo utilizar la Luna para contar el tiempo. Era evidente la regularidad de su comportamiento, y que existía una relación entre sus fases y algunos ciclos de la naturaleza. Eso condujo al diseño de los primeros calendarios lunares. Sin embargo, al pasar varios años saldrían a relucir sus fallas: se hizo notorio que las distintas estaciones comenzaban a “deslizarse” a través de todos los meses. Entonces ¿cómo podría planificarse la mejor época para sembrar, para cosechar?
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El valle del Nilo. Fuente: NASA |