domingo, 1 de septiembre de 2024

Grandes exploraciones. La Terra Australis Incognita y los viajes del capitán Cook (4a parte)


Mapa de la ubicación de la Terra Australis Incognita, de 1657.
Fuente: Het Geheugen.

Lo cierto es que el asunto del gran continente sur aún estaba por resolver, luego del primer viaje. Para la corona británica era algo de capital importancia, en su afán de mantener la hegemonía como primera potencia de la época. Por ese motivo, no tardó en organizarse una segunda expedición. Esta vez, el plan sería dar una vuelta completa al globo terráqueo, manteniéndose lo más al sur que fuera posible. 

Johann Reinhold Forster y su hijo Georg. Por John Francis Rigaud, ca. 1780.
Galería Nacional de Retratos, Canberra, Australia.


A pesar de su interés en el tema, la participación de Joseph Banks había sido descartada. Sus extravagancias, que incluían además de una numerosa comitiva, un chef francés y hasta un músico, se estrellaron contra el muro de la sensatez y la proverbial austeridad británica. Contrariado, él prefirió viajar con su séquito a Islandia. Ante la deserción de Banks, el alemán Johann Reinhold Forster y su hijo Georg, se encargarían de cubrir esa vacante. 

 

James Cook. Por William Hodges, ca. 1776.
Museo Marítimo Nacional. Londres, UK.

De nuevo se impuso el criterio de otorgar el liderazgo a James Cook y de utilizar los resistentes barcos carboneros de la ciudad de Whitby. El HMS Resolution, de 462 toneladas, iría capitaneado por el propio Cook y el HMS Adventure, algo más pequeño, navegaría bajo la tutela del experimentado oficial Tobías Furneaux. 


Tobías Furneaux. Autor desconocido.
Fuente: http://www.britishempire.co.uk



Ambas naves estarían bien equipadas para una larga y exigente travesía. La prevención del escorbuto de nuevo sería una de las prioridades. Pero tampoco podían olvidarse de los desastrosos efectos del consumo de agua contaminada. Para este viaje contarían con un sistema de destiladores, para la potabilización del agua. Todos los detalles parecían haber sido previstos. 

En un viaje tan revelador como ese, no podían pasar por alto la importancia de conocer la ubicación exacta de cualquier lugar sobre la faz de la Tierra, en todo momento. Para ello, era necesario precisar no solo la Latitud, sino también la Longitud, cuya determinación hasta entonces había sido un asunto engorroso. Entre los pasajeros, en cada barco, iría un experto del Consejo de Longitud Británico, para encargarse del cálculo de esa coordenada.  Adicionalmente, se ensayaría con el uso de distintos relojes diseñados para facilitar esa tarea. Al final, solo uno de los modelos, probaría ser satisfactorio.


Cronómetro diseñado por John Harrison, ca. 1730.
Museo Marítimo Nacional, Greewich. Londres, UK.
Fuente: Wikimedia commons.
Lic. CC BY-SA 3.0


Según el itinerario, estaba previsto navegar hacia el cabo de Buena Esperanza, pero luego, en lugar de bordear las costas suramericanas, se enfilarían directo hacia el sur, hasta donde las condiciones lo permitieran. A partir de allí, avanzarían hacia el este. Así, de existir el esquivo continente, pensaban que era imposible no toparse con él, tarde o temprano. De acuerdo a lo planificado, aprovecharían al máximo los meses del verano austral, cuando además contarían con el viento del oeste a favor. 

Las instrucciones del Almirantazgo eran muy precisas. Si finalmente daban con esas tierras, Cook debía tomar posesión de ellas, en nombre de Su Majestad, e iniciar su reconocimiento y exploración. Pero en caso de no encontrarlas, los planes cambiaban sustancialmente. Deberían proseguir con la búsqueda, e incluso trasponer el Círculo Polar, cuantas veces fuera necesario. Al sentir la proximidad del invierno, buscarían refugio en las islas del norte, para reanudar la búsqueda en la siguiente primavera. 


Una vista de Madeira. Por William Hodges, ca. 1777.
Captain Cook Memorial Museum, Whitby, UK.


El día 13 de julio de 1772, desde el puerto de Plymouth, se hicieron a la mar. Les esperaba un recorrido de más de 112.000 kilómetros… El 1 de agosto, hicieron escala en Madeira y dos semanas más tarde, en las islas de Cabo Verde. La idea era mantener completo el inventario de las provisiones, antes de internarse en los desconocidos mares australes. Para entonces, Cook se mostraba satisfecho por el desempeño del Resolution: 

Maniobra, opera y navega bien y es extremadamente resistente y todo parece indicar que esta será una nave seca y fácil de maniobrar en el mar... 


Bahía de la Mesa, Cabo de Buena Esperanza. Por William Hodges, 1772.
Pintado desde el Resolution, a la izquierda se observa el Adventure.
Museo Marítimo Nacional. Londres, UK.


Para el 30 de octubre, se encontraban a la altura del cabo de Buena Esperanza. Hasta entonces, no se había reportado ningún hombre enfermo. El afán de James Cook por hacer cumplir los hábitos de higiene y una dieta saludable, parecía estar dando buenos resultados. Mientras se encontraban allí, el botánico Anders Sparrman, discípulo de Linneo, se unió al grupo expedicionario. El 23 de noviembre zarparon, de nuevo con rumbo al sur. 

A pesar del inicio del verano en el hemisferio meridional, muy pronto el brusco descenso de la temperatura obligó al uso de ropa especial, algo que también había sido previsto. La espesa niebla les hizo avanzar con cautela, a través de los trozos de hielo flotantes. En esa región, el explorador francés Jean Bouvet, había divisado tierra, unos treinta años atrás. Sin embargo, luego de realizar varios intentos, Cook no pudo dar con ella.


William Hodges. Por George Dance el Joven, Siglo XVIII


Entonces se encontraban a cincuenta y cuatro grados al sur del ecuador. Las órdenes eran mantener ese rumbo. Para el mes de enero, se encontraron navegando entre icebergs. El dibujante William Hodges, se encontraba maravillado ante el sobrecogedor paisaje de azul y blanco. Algunos de esos colosos semejaban montañas flotando a la deriva. 


Las islas de hielo. Por William Hodges, 1773.
Autor: Butterfly Voyages. Fuente: mp.natlib.govt.nz


Sin embargo, no era muy tranquilizador el constante crujido y el golpetear del casco de la nave con los fragmentos de hielo arrastrados por el encrespado océano. Según todos los indicios, se acercaba una tormenta. Sin duda, ese era un buen momento para cambiar de dirección. Con premura, Cook ordenó dirigirse hacia el norte, hasta salir de entre los hielos. No tenía sentido arriesgarse en una exploración a ciegas, sin tener certeza alguna de encontrar tierra firme.

A pesar de las precauciones, el 8 de febrero, el contacto entre ambos barcos se perdió, en medio de un inmenso banco de niebla. Afortunadamente, ya sabían cómo proceder ante esa eventualidad. Cada uno habría de dirigirse hacia un lugar previamente fijado. Dicho sitio se encontraba en la isla sur de Nueva Zelanda, junto al estrecho bautizado con el nombre del propio capitán Cook. Para el día 7 de mayo, el Adventure ya se encontraba allí. En su camino, Furneaux pudo explorar parte de las costas de Tasmania, pero se equivocó al creer que se trataba del extremo meridional de Australia. 

Mientras tanto, el capitán Cook había insistido en su búsqueda del gran continente perdido. A finales del mes de febrero de 1773 se encontraba muy cerca del círculo polar antártico. Pero el mal tiempo, ya hacía imposible seguir con la exploración. Decidió poner rumbo hacia Nueva Zelanda, donde se encontró con Furneaux, el 17 de mayo, en el sitio acordado. Tras un breve descanso, se dedicarían a la exploración de las islas de los mares del sur. Ya en el mes de octubre, reanudarían la búsqueda del gran continente sur.


El Resolution y el Adventure, en Tahití.
Por William Hodges, 1776. 
Museos reales de Greenwich, Londres.


Ante la belleza y exuberancia de los sitios que visitaban, los naturalistas pudieron deleitarse con sus observaciones y caminatas de recolección. En cambio, para las tripulaciones de ambos barcos, fue como salir de un letargo, para dar rienda suelta a una sensualidad largamente reprimida. En verdad, aquellos lugares eran lo más parecido al Paraíso Terrenal, a los que un simple mortal podía aspirar. Mientras, el disciplinado capitán James Cook, miraba por la salud de todos. Entre otras cosas, le preocupaba la posible propagación de enfermedades de índole sexual. Pero sólo veía y callaba, no podía hacer mucho más...   


James Cook desembarca en las Nuevas Hébridas, en 1774.
Por William Hodges, 1776. Museo Marítimo Nacional 
 de Greenwich. Londres, UK.

Lecturas adicionales.

El capitán James Cook. Sus viajes. 

La Terra Australis Incognita. 

En busca del continente perdido. 

La Era de los descubrimientos.

Grandes exploraciones. 

La Antártida. Su importancia.



     





No hay comentarios:

Publicar un comentario