El Taj Mahal. Foto por Maajid photos, 2019. Fuente: www.pexels.com |
En la India, todavía subsiste un rígido sistema de castas sociales. Junto a una economía en pleno crecimiento, que la convierte en una de las potencias económicas mundiales, existe una atroz pobreza, con todas las secuelas negativas que esto puede acarrear. Es poseedor de una marcada diversidad geográfica, con algunas de las montañas más elevadas del planeta, selvas tropicales, inmensos ríos, desiertos e interminables costas, además de urbes superpobladas.
Ciudad de Mumbai, India. Foto, Aj777x, 2020. Lic. CC BY-SA 4.0 |
Reconstrucción de Lothal, en la Edad de Bronce. Estado de Guyarat, India. Por Igor Morozoff, 2016. Lic. CC BY-SA 4.0 |
De igual modo, su larga tradición se refleja en el aspecto religioso. Pero dentro de toda esa aparente complejidad, siempre se pone de manifiesto la fe y la espiritualidad del pueblo indio. Al primer vistazo, la frontera entre lo que son sus creencias y lo que para otros pudiera ser considerado como solo leyendas o supersticiones, pareciera ser muy sutil. Debido a ello, es importante mostrar respeto a la hora de tratar esos temas.
Especias indias. Mercado de Mapusa, Goa, India. Foto por judepics. Fuente: www.flickr.com. Lic. CC BY 3.0 |
El Puente de Rama.
Ramayana, el Viaje de Rama, es uno de los poemas fundamentales de la cultura y la religión hindú. Se considera que fue escrito por el sabio Valmiki, hacia el siglo III a.C. Pero su origen es mucho más antiguo. Trata acerca de la aventuras de Rama, una de las reencarnaciones, o avatares, del dios Vishnú. Este, junto a Brahma y Shiva, forma parte de una trinidad divina, según dicha religión (algo que podría recordar a la Santísima Trinidad de los cristianos).
A lo largo del poema, la lucha entre el bien y el mal, el amor y el odio, forma parte fundamental. Todo ello da lugar a graves conflictos, en los que permanentemente interactúan los dioses con el hombre. En él, también resulta notoria la intervención de los animales, que poseen una personalidad y una capacidad de discernimiento propia de los seres humanos.
El señor Rama. Representado con la piel azul, propia de las divinidades principales. Autor desconocido, ca. 1820. Fuente: www.britishmuseum.org |
Como ocurre con frecuencia, las intrigas palaciegas fueron el origen de un conflicto en la sucesión real. El príncipe Rama, quien era el legítimo heredero del trono, en la ciudad sagrada de Ayodhya, fue sometido injustamente, a la pena del destierro. Ahora, debería encarar un destino incierto, durante los próximos catorce años. Acatando la decisión del rey, su padre, junto a su esposa Sita, se retiró a vivir a la profundidad de los bosques.
Rama rechaza a Shurpanakha. Autor Donald Alexander Mckenzie, 1913. Fuente: https://archive.org |
En su exilio, también les acompañaba su fiel hermano Lakshmana. Allí, aspiraban a llevar una existencia sencilla, entregados a la meditación y a la oración. Pero luego de un tiempo, sucedió algo que vino a dar al traste con tan loables intenciones. La malvada diosa Shurpanakha, posó sus ojos en Rama. Dispuesta a conquistarlo, tomó la apariencia de una bellísima mujer. Pero todo fue inútil, lo único que recibía era desdén, por parte del amoroso y fiel marido. Al sentirse ofendida, se desató la ira de la demoníaca deidad, quien decidió vengarse en su supuesta y odiada rival.
El hermano de Rama salió en defensa de su cuñada, castigando con gran dureza a Shurpanakha. Herida y más furiosa todavía, ella finalmente acudió ante su hermano Rávana, quien era el rey de los demonios. Presto, este se dirigió al bosque en donde vivían los esposos, para tomar venganza; pero bastó tan solo una mirada a Sita, para que se enamorara perdidamente. Desbordado por el deseo y la pasión, decidió convertirla en su esposa. Valiéndose de un ardid, pudo raptarla, más cuando intentó forzarla y hacerla suya, para su frustración, se encontró con la magia de un hechizo que se lo impedía.
Rávana rapta a Sita. Por Raja Ravi Varma, 1895. Galería de arte de Sri Chitra, Thiruvananthapuram, Kerala, India. |
Debieron ocurrir mil peripecias, hasta que en realidad, estuvieron a solo un paso de abandonar su misión, cuando, de manera inesperada, alguien acudió en su ayuda. Se trataba de Sampati, el rey de los buitres, para ser más precisos. Gracias a él, los monos al fin pudieron dar con el lugar en donde Sita se hallaba. A sabiendas de que ella jamás lo aceptaría, el cruel Rávana la mantenía cautiva en su palacio, ubicado en la isla de Sri Lanka, al otro lado del mar. ¿Mas cómo haría Rama para sortear ese obstáculo, con un ejército de simios y osos?
En esas reflexiones andaba, cuando uno de los dioses marinos, le dijo lo que habría de hacer. Utilizando grandes piedras, deberían construir una calzada, que les permitiera cruzar aquel estrecho. Eso sí, deberían escribir el nombre de Rama, en cada roca y de ese modo, no se hundirían. Con febril ahínco, se entregaron a la obra. Y no hubo descanso, hasta ver unidas las dos orillas. Lo que parecía casi imposible, estaba hecho... De inmediato, dio inicio a la invasión de la isla vecina y se lanzaron sobre las huestes de Rávana.
Sita enfrenta las llamas, para demostrar su inocencia. Autor desconocido, ca.1600. Fuente: www.britannica.com. {{PD_US}} |
Hasta aquí el relato. Como ya dijimos, lo que para algunos no es más que un imaginativo cuento, un poema épico, para muchos otros, forma parte de sus textos sagrados. Queda claro, que al igual que la mayoría de los cultos y religiones, el simple hecho de creer, pasa primero que nada por un acto de fe.
Esto viene al caso en este momento, ya que en el estrecho que separa a Sri Lanka y la India, existe una curiosa formación marina. Se trata de una alineación de bancos de arena y rocas, que se extiende a lo largo de unos cincuenta kilómetros, prácticamente a ras de la superficie. Según numerosas opiniones, podría tratarse de las trazas del puente construido para el cruce de Rama con su ejército. Por supuesto, es algo que ha provocado intensos debates, desde hace ya largo tiempo.
El Puente de Adán (Ram Sethu). La India en la parte superior y Sri Lanka en la inferior. Fotografía desde el transbordador espacial Endeavour, abril de 1994. Fuente: NASA |
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