domingo, 10 de julio de 2022

Leyendas del mundo. India. Ram Sethu (El puente de Adán).

 

El Taj Mahal. Foto por Maajid photos, 2019.
Fuente: www.pexels.com



La India es un país que sorprende, desde todo punto de vista. Y no solo es por su gran extensión territorial, o por el número de sus habitantes (es el segundo país más poblado del planeta), sino por sus notables contrastes. Allí, mientras unas zonas prácticamente se mueren de sed, otras padecen de inundaciones. Regiones muy frías y en otras, calores sofocantes. 

En la India, todavía subsiste un rígido sistema de castas sociales. Junto a una economía en pleno crecimiento, que la convierte en una de las potencias económicas mundiales, existe una atroz pobreza, con todas las secuelas negativas que esto puede acarrear. Es poseedor de una marcada diversidad geográfica, con algunas de las montañas más elevadas del planeta, selvas tropicales, inmensos ríos, desiertos e interminables costas, además de urbes superpobladas. 


Ciudad de Mumbai, India. Foto, Aj777x, 2020.
Lic. CC BY-SA 4.0


Aunque dispone de un arsenal nuclear y una de las fuerzas bélicas más considerables en la actualidad, manteniéndose fiel a su espíritu contradictorio, en la India, a la vez florecen algunas doctrinas religiosas, cuyos adeptos no solo creen, sino que predican con el ejemplo de sus vidas, al vivir de acuerdo a las normas de una verdadera santidad. 


Reconstrucción de Lothal, en la Edad de Bronce. Estado de Guyarat, India.
Por Igor Morozoff, 2016. Lic. CC BY-SA 4.0


Su historia milenaria, la convierte en una de las cunas de la civilización. La misteriosa cultura que floreció en el Valle del Indo, hacia el cuarto milenio antes de Cristo, fue uno de los primeros focos importantes del progreso humano. Esa misma antigüedad, le ha hecho dueña de una riqueza cultural casi infinita, manifestada a través de las artes, las matemáticas, la arquitectura, la filosofía. ¡Y no hay que olvidar su gastronomía! 

De igual modo, su larga tradición se refleja en el aspecto religioso. Pero dentro de toda esa aparente complejidad, siempre se pone de manifiesto la fe y la espiritualidad del pueblo indio. Al primer vistazo, la frontera entre lo que son sus creencias y lo que para otros pudiera ser considerado como solo leyendas o supersticiones, pareciera ser muy sutil. Debido a ello, es importante mostrar respeto a la hora de tratar esos temas. 


Especias indias. Mercado de Mapusa, Goa, India. 
Foto por judepics. Fuente: www.flickr.com. Lic. CC BY 3.0


Hay que agregar, que a lo largo de los siglos, el dificultoso pero lucrativo comercio de las especias, a su vez ayudó a mantener el flujo cultural entre la India y los países europeos. De ese modo, se produjo una beneficiosa transferencia de conocimientos con el occidente. No resultaría tan disparatado suponer, que alguna parte de nuestras propias raíces, se encuentre en esa tierra de cuentos de hadas y relatos fabulosos. Hasta podría llegar a ser mucho más de lo que nos podamos imaginar. Conozcamos algo de su mundo místico y sorprendente.


El Puente de Rama.

Ramayana, el Viaje de Rama, es uno de los poemas fundamentales de la cultura y la religión hindú. Se considera que fue escrito por el sabio Valmiki, hacia el siglo III a.C. Pero su origen es mucho más antiguo. Trata acerca de la aventuras de Rama, una de las reencarnaciones, o avatares, del dios Vishnú. Este, junto a Brahma y Shiva, forma parte de una trinidad divina, según dicha religión (algo que podría recordar a la Santísima Trinidad de los cristianos). 

A lo largo del poema, la lucha entre el bien y el mal, el amor y el odio, forma parte fundamental. Todo ello da lugar a graves conflictos, en los que permanentemente interactúan los dioses con el hombre. En él, también resulta notoria la intervención de los animales, que poseen una personalidad y una capacidad de discernimiento propia de los seres humanos. 


El señor Rama. Representado con la piel azul, propia de las divinidades principales.
Autor desconocido, ca. 1820. Fuente: www.britishmuseum.org


Como ocurre con frecuencia, las intrigas palaciegas fueron el origen de un conflicto en la sucesión real. El príncipe Rama, quien era el legítimo heredero del trono, en la ciudad sagrada de Ayodhya, fue sometido injustamente, a la pena del destierro. Ahora, debería encarar un destino incierto, durante los próximos catorce años. Acatando la decisión del rey, su padre, junto a su esposa Sita, se retiró a vivir a la profundidad de los bosques. 


Rama rechaza a Shurpanakha. 
Autor Donald Alexander Mckenzie, 1913. 
Fuente: https://archive.org

En su exilio, también les acompañaba su fiel hermano Lakshmana. Allí, aspiraban a llevar una existencia sencilla, entregados a la meditación y a la oración. Pero luego de un tiempo, sucedió algo que vino a dar al traste con tan loables intenciones. La malvada diosa Shurpanakha, posó sus ojos en Rama. Dispuesta a conquistarlo, tomó la apariencia de una bellísima mujer. Pero todo fue inútil, lo único que recibía era desdén, por parte del amoroso y fiel marido. Al sentirse ofendida, se desató la ira de la demoníaca deidad, quien decidió vengarse en su supuesta y odiada rival. 

El hermano de Rama salió en defensa de su cuñada, castigando con gran dureza a Shurpanakha. Herida y más furiosa todavía, ella finalmente acudió ante su hermano Rávana, quien era el rey de los demonios. Presto, este se dirigió al bosque en donde vivían los esposos, para tomar venganza; pero bastó tan solo una mirada a Sita, para que se enamorara perdidamente. Desbordado por el deseo y la pasión, decidió convertirla en su esposa. Valiéndose de un ardid, pudo raptarla, más cuando intentó forzarla y hacerla suya, para su frustración, se encontró con la magia de un hechizo que se lo impedía. 


Rávana rapta a Sita. Por Raja Ravi Varma, 1895.
Galería de arte de Sri Chitra, Thiruvananthapuram, Kerala, India.


Al regresar Rama, se alarmó al no encontrar a su mujer. A través de un grupo de simios, pudo enterarse de que el temible Rávana, había sido el responsable de su desaparición. Fue entonces, cuando se le ocurrió acudir ante el dios mono, Hánuman, en busca de su consejo. Siempre habilidoso, este le explicó que lo mejor sería aprovecharse del conflicto entre dos hermanos, que aspiraban a gobernar Kishkindha, el país de los hombres simio. El menor de ellos, llamado Sugriva, tenía la intención de derrocar a su hermano, y quedar como heredero de la corona. Él se ofrecía para encontrar a Sita, pero a cambio, Rama debería ayudarlo a convertirse en rey. Y exactamente eso fue lo que ocurrió... A partir de entonces, Rama pudo contar con la ayuda de los monos y sus aliados, los osos, para dar con el paradero de su esposa.

Debieron ocurrir mil peripecias, hasta que en realidad, estuvieron a solo un paso de abandonar su misión, cuando, de manera inesperada, alguien acudió en su ayuda. Se trataba de Sampati, el rey de los buitres, para ser más precisos. Gracias a él, los monos al fin pudieron dar con el lugar en donde Sita se hallaba. A sabiendas de que ella jamás lo aceptaría, el cruel Rávana la mantenía cautiva en su palacio, ubicado en la isla de Sri Lanka, al otro lado del mar. ¿Mas cómo haría Rama para sortear ese obstáculo, con un ejército de simios y osos? 

En esas reflexiones andaba, cuando uno de los dioses marinos, le dijo lo que habría de hacer. Utilizando grandes piedras, deberían construir una calzada, que les permitiera cruzar aquel estrecho. Eso sí, deberían escribir el nombre de Rama, en cada roca y de ese modo, no se hundirían. Con febril ahínco, se entregaron a la obra. Y no hubo descanso, hasta ver unidas las dos orillas. Lo que parecía casi imposible, estaba hecho... De inmediato, dio inicio a la invasión de la isla vecina y se lanzaron sobre las huestes de Rávana.


Batalla de Lanka, Ramayana. Por Sahib Din, Udaipur, ca.1650.
Fuente: Biblioteca Británica. En una sola imagen, están representadas
varias etapas del enfrentamiento, hasta la derrota final y muerte de Rávana.


Sería largo de narrar lo ocurrido entonces. Ambos bandos combatieron con gran fiereza. Hubo momentos, en los que no era posible predecir el desenlace de aquella lucha. Solo diremos que Rama salió vencedor y finalmente pudo recuperar a su esposa, Sita. ¡Pero no bastaba con su rescate! De manera injusta, ella se vio obligada a demostrar su fidelidad, durante el tiempo que estuvo en cautiverio. Sin ningún temor, enfrentó y superó todas las pruebas, por lo que ambos pudieron unirse de nuevo. Finalizado el exilio, ambos regresaron a la ciudad de Ayodhya, donde reinaron con gran sabiduría. Aunque es bueno aclarar, que respecto a esto último, existen otras versiones, con un final no tan feliz. 


Sita enfrenta las llamas, para demostrar su inocencia. 
Autor desconocido, ca.1600. Fuente: www.britannica.com. {{PD_US}}

Hasta aquí el relato. Como ya dijimos, lo que para algunos no es más que un imaginativo cuento, un poema épico, para muchos otros, forma parte de sus textos sagrados. Queda claro, que al igual que la mayoría de los cultos y religiones, el simple hecho de creer, pasa primero que nada por un acto de fe. 

Esto viene al caso en este momento, ya que en el estrecho que separa a Sri Lanka y la India, existe una curiosa formación marina. Se trata de una alineación de bancos de arena y rocas, que se extiende a lo largo de unos cincuenta kilómetros, prácticamente a ras de la superficie. Según numerosas opiniones, podría tratarse de las trazas del puente construido para el cruce de Rama con su ejército. Por supuesto, es algo que ha provocado intensos debates, desde hace ya largo tiempo. 


El Puente de Adán (Ram Sethu). La India en la parte superior y Sri Lanka en la inferior.
Fotografía desde el transbordador espacial Endeavour, abril de 1994. Fuente: NASA


Volveremos allí, para conocer un poco más sobre el llamativo puente de Ram Sethu, que también ha recibido el nombre de puente de Adán. Ambos nombres que hacen mención a las leyendas (¿o más bien creencias?) que les dieron origen. 


Lecturas adicionales.

Religiones de la India.
Los Textos Sagrados.
Ramayana. ¿Qué narra el libro del Ramayana? 
¿Quién escribió el Ramayana?
Los principales dioses de la India.
El Puente de Adán.
El Puente de Rama.



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