Rincón de Santorini, Grecia. Foto: Daniel Delgado, 2009. |
Vamos a dar inicio a un singular recorrido, con nuestra imaginación, a lo largo y ancho de nuestro mundo. Viajar a nuevos lugares, siempre ha sido considerada como una de las actividades más placenteras y enriquecedoras. Según todo parece indicar, fueron los inquietos y cultos griegos, los primeros seres humanos que se dedicaron al turismo propiamente dicho, ya desde épocas anteriores al nacimiento de Jesucristo. Lo cierto es que visitar otros ambientes, paisajes y ciudades, es algo que deja huellas imborrables en nuestro espíritu, que van mucho más allá de las usuales fotografías y "selfies", con las cuales casi todos alimentamos nuestras galerías de fotos.
Paseando por la vieja ciudad de Dubrovnik, Croacia. Foto: Daniel Delgado, 2009. |
Camelot, por Gustave Doré, 1867. Ilustración de Los Idilios del Rey, de Lord Tennyson. |
De ese modo, al abrigo de esa tradición oral, iban surgiendo cuentos y canciones, no exentos de belleza y drama, que conservaban ciertos visos de realismo. No era raro, que algunos de esos relatos alcanzaran gran popularidad, y llegaran a ser recopilados por algunos cronistas. Pero al final, la realidad quedaba casi completamente desfigurada. Por ello, encontrar el verdadero origen de la mayor parte de esas historias fabulosas, resulta ser una interesante, aunque complicada tarea. De hecho, constituyen una veta inagotable para los estudiosos del pasado. Al mismo tiempo, han servido como fuente de inspiración para un sinnúmero de generaciones de artistas y escritores.
De algo podemos estar seguros, a pesar de su antigüedad, muchas leyendas conservan intacto su atractivo e interés. Tal vez se deba a que por medio de ellas, nos podemos asomar, con los ojos de la mente, hacia otras épocas y lugares muy lejanos. En este punto, no queremos dejar de mencionar el aporte de las nuevas tecnologías. Lo que conocemos como "realidad virtual", ha permitido experimentar lo más parecido hasta la fecha, a la sensación de viajar en el tiempo. Utilizando lentes especiales, podemos pasearnos a través de escenarios del pasado, como si realmente estuviéramos allí. Sin duda, es algo que está muy distante de lo meramente imaginario. ¿Pero hasta dónde podrán llegar esos avances? ¿Algún día podrá lo irreal, llegar a confundirse con lo real? Solo un buen escritor de ciencia-ficción se atrevería a aventurarse en esos temas.
Pedro el Grande. Copiado a partir de un trabajo por Jean-Marc Nattier, ca. 1717. {{PD-US}} |
Dejando a un lado los adelantos científicos y tecnológicos, que de por sí constituyen unos de sus pilares más fuertes, nos encontramos con la riqueza de su cultura, historia y folclore. Allí, el arte en general, la música y la literatura, han alcanzado niveles excelsos. Nos adentraremos en ese mágico mundo, sorprendentemente impregnado de sensibilidad y espiritualidad, de las leyendas de Rusia.
Kitezh, la ciudad perdida.
Como resulta de esperar, en Rusia abundan los lugares misteriosos o encantados. Algunos de ellos son considerados como sitios sagrados e incluso como puntos energéticos. En el óblast, o provincia, de Nizhni Nóvgorod, atraídos por las frescas y apreciadas aguas del lago Svetloyar, cada verano acuden numerosos visitantes. Pero ese lago y el bosque a su alrededor, tienen su historia, que los convierte en un espacio de peregrinaje y oración, para los seguidores de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
Lago Svetloyar, Rusia. Foto: Voidus, 2007 Lic. Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Un. |
No existe un acuerdo respecto a su posible ubicación. Según algunos, se encuentra escondida entre los sedimentos del fondo lacustre, por lo que se ha llegado a considerar a Kitezh como la versión rusa de la Atlántida. Sin embargo, para otros, en realidad nunca se hundió en las aguas, sino que simplemente se desvaneció entre la niebla, por obra de un milagro. En lo que todos parecen concordar, es acerca de la época de origen de esta leyenda. De acuerdo a eso, se remonta a los comienzos del Siglo XIII de nuestra era, durante la sangrienta irrupción de los pueblos mongoles y tártaros.
Escape de Yuri II de Vladimir, por Boris Chorikov, 1836. Fuente http://historydoc.edu,ru {{PD-US}} |
Ciudad sitiada por los mongoles. Exhibición de Gengis Kan. Museo Tecnológico de San Jose. Foto: Bill Taroli, 2010. Lic. Creative Commons Attribution-Share Alike 2,0 Gen. |
Por desgracia, se aproximaba una tormenta, procedente de las estepas de Mongolia. Batú, el nieto del invencible conquistador Gengis Kan, venía arrasando con todo lo que encontraba a su paso. Una a una, habían caído las ciudades de la Rus de Kiev. Ante la oleada invasora, con la muerte de la mayor parte de los valerosos bogatyrs, se iba disipando la esperanza de salvación. También al príncipe Yuri II le llegó el turno de rendir su vida, en defensa de su patria, en la batalla del río Sit. Eso terminó de abrir las compuertas, para dejar todo el territorio a merced de los temibles jinetes mongoles.
Batú. Foto: Vikicizer, 2012, detalle. Lic. Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 |
Las fervorosas súplicas parecieron ser oídas, y ante los asombrados ojos del enemigo, la tierra tembló y comenzó a brotar agua por todas partes. No tardaron en comprender, que la ciudad se estaba sumergiendo, mientras sus habitantes cantaban himnos de alabanza a Dios. Y eso no fue todo, ante aquel prodigio, cundió el temor y el desorden entre los mongoles, a medida que intentaban huir de la inundación. Muchos se ahogaron, otros cayeron en las fauces de las fieras del bosque. Sin desanimarse por el duro revés, Batú, junto a su famoso lugarteniente, llamado Subotai, prosiguieron con sus planes de conquista. Indetenibles, consiguieron llevar sus pendones victoriosos, hasta las mismas tierras de Europa Central. Ya para entonces, parecía posible que llegaran a apoderarse de todo el continente europeo... ¡pero esa es otra historia!
La ciudad invisible de Kitezh. Por Konstantin Gorbatov, 1913. Fuente: Ghirlandajo, 2005. |
Como ya mencionamos, entre las diferentes versiones, existe otra, que solo difiere en la forma en que se produjo la desaparición de Kitezh. Según esta, fue borrada del mapa, luego de ser envuelta por una espesa neblina. Mientras, algunas crónicas antiguas, simplemente hablan de la destrucción de la ciudad y la masacre de sus habitantes. Con el paso del tiempo, sus ruinas quedaron sumergidas. Pero hasta el día de hoy, nadie ha podido dar con ella, ni en el lago Svetloyar, ni en los alrededores. Apenas algunos artefactos de esa época, parecen dar fe del paso de los mongoles por esos sitios.
Otro aspecto llamativo de esta historia, es que permaneció en el olvido por varios cientos de años y vino a ser rescatada apenas en el Siglo XVII. Llegó a ser muy popular en los inicios del siglo pasado. Connotados escritores y poetas, pintores y músicos, fueron conmovidos por la mística leyenda. Incluso, sirvió de tema para una maravillosa ópera, que lleva por título: La Leyenda de la Ciudad Invisible de Kitezh, compuesta por Rimsky-Korsakov y Vladimir Belsky. Fue estrenada en el año de 1907.
Por su belleza, le dedicaremos una parte del próximo capítulo de nuestros viajes al pasado. Nos valdremos de ella, para comprobar una vez más, hasta qué punto una historia puede ser sublimada por la imaginación humana.
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