Edgar Allan Poe. Dibujado a partir del daguerrotipo "Última Tule". Por Mathew Brady, anterior a 1849. National Archives at College Park. Maryland, EEUU. |
La muerte de Edgar Allan Poe, dejaba la puerta abierta a cualquier posibilidad. La aparente ausencia de pistas y de posibles sospechosos, no parecía ser suficiente, como para descartar la opción de un intento de homicidio. Más todavía, si ese intento fue finalmente exitoso. Lo sucedido, clamaba por una investigación exhaustiva, que permitiera dilucidar sus verdaderas causas. Eso no era algo complicado, a pesar de los métodos policiales un tanto rudimentarios, de aquella época. Pero, por algún motivo, a fin de cuentas, imperó la tendencia a asignar su muerte, a causas naturales. Ante el pasmo de la inacción, quedaron demasiadas preguntas sin responder. La ausencia de datos, unida al aura negativa del escritor, que con una calculada dosis de malicia, fue sembrada en la opinión pública, contribuyeron a la propagación de una falsa idea, acerca de su vida y su triste desenlace.
Frente a aquellos sucesos, alejados en el tiempo, parece un buen punto de partida, poder reunir información sobre la vida del escritor. Por supuesto, eso sería igualmente válido, ante la eventualidad de un posible suicidio. Indagar sobre su manera de comportarse y sus hábitos; los sitios que frecuentaba. Sus relaciones personales: familiares, amigos y enemigos; su estilo de vida... Incluso, tratar de entender su psicología y sus reacciones. Cualquier detalle, por irrelevante que parezca, podría marcar una diferencia. Y ni hablar de los numerosos "cabos sueltos", ¡todo es importante! El análisis concienzudo, libre de prejuicios, de todo ello, podría servir como primera aproximación a una verdad, tal vez no demasiado oculta.
Auguste Dupin, según una ilustración de La Carta Robada, de Edgar Allan Poe. Por Fréderik Théodore Lix, ca. 1864. |
Aun así, algunos aducirán, que a más de siglo y medio de esos hechos, tales deducciones no resultarían ser más que simple un ejercicio imaginativo. Queda claro, que a menos que surja algún acontecimiento inusitado (como podría ser la aparición de una carta inédita; o tal vez, la realización de nuevos análisis científicos de sus restos), su final habrá de quedar para siempre envuelto en el misterio. Pero la búsqueda de la verdad, es algo que nunca dejará de valer la pena. Como podría decir su célebre personaje, C. Auguste Dupin: el simple ejercicio de la lógica, constituye un fin loable, en sí mismo. Una vez aclarado este punto, abordemos los acontecimientos...
Edificio del Ayuntamiento de la ciudad de Baltimore, MD, EEUU. Litografía por George W. Howard, 1873. Fuente. https://archive.org |
Siempre puede haber una primera vez, según reza la sabiduría popular. Es un hecho, que en sus años finales, Edgar Allan Poe, venía padeciendo de algunos problemas de salud y además había caído en la depresión, a raíz de la muerte de su joven esposa. Pero nunca se ha llegado a conocer, acerca de algún episodio previo, que pudiera ser calificado como demencia temporal. Algo, como para hacerle deambular como un vagabundo, por las calles de la ciudad. Es cierto, que él llegó a recurrir al láudano, con intenciones suicidas, impulsado por su desconsuelo. También confrontó problemas con la bebida. Pero, luego de su muerte, la vehemencia con la cual sus amigos y allegados (personas por cierto, dignas de credibilidad), salieron en defensa de su buen nombre, sugiere que es muy posible que él haya hecho esfuerzos positivos para superar sus problemas, hasta el punto de llevar una vida que podría considerarse normal. Su fama de ser un personaje extraño y tenebroso, incluso violento, fue sin duda alimentada, como ya hemos mencionado, por la cruel campaña difamatoria, de Rufus Wilmot Griswold.
Virginia Eliza Clemm Poe. Fuente: http://www.eapoe.org |
Por otra parte, toda explicación acerca de su muerte, atribuyéndola a causas naturales, debidas a su mal estado de salud, tropieza con la innegable evidencia, de que él haya aparecido, vistiendo ropas ajenas. ¿Qué explicación lógica se le puede dar? Aparentemente, dejó su equipaje olvidado, al salir de Richmond. Pero no por eso iba a cambiar las ropas que llevaba, por otras sucias, raídas y que no eran de su talla. A eso, habría que añadirle, que nadie llegara a tener noticias suyas, durante casi una semana. ¿Cómo pudo ocurrir tal cosa? No hubo testigos ni testimonios, alguien que lo hubiese visto en esos días. ¡Al parecer, nada en absoluto! Debido a ello, es inevitable pensar en la posibilidad de un secuestro. Existían sospechosos y móviles para su plagio, Poe tenía enemigos...
Calle de la ciudad Baltimore, MD. hacia 1849. |
Tampoco hay que dejar de lado, la posibilidad del rapto, por parte de alguna pandilla dedicada a cometer delitos electorales. Sus víctimas, eran drogadas y disfrazadas, para hacerlas votar más de una vez. Esa fraudulenta costumbre, era conocida con el nombre de "cooping". Por cierto, se debería añadir, que esta opción es la que mejor encaja con las condiciones deplorables, en las que fue encontrado, en las calles de Baltimore. Al mismo tiempo, llama la atención, que nunca se reportó alguna evidencia de violencia física o de intoxicación alcohólica. Los reportes del doctor Moran, son terminantes a ese respecto. A pesar de ello, su estado de semi inconsciencia, con breves lagunas de lucidez, durante sus días finales, podría sugerir la posibilidad de un accidente cerebrovascular, o la presencia de alguna droga o veneno en su cuerpo. ¡O ambas cosas! No obstante, la falta de una autopsia, jamás permitió llegar a alguna conclusión.
Por supuesto, también existiría la tesis del suicidio. Alguien podría aducir, que Poe arrastrado por su insania, unida a la decisión de morir, planificó la simulación de alguno de los casos extraños, que él mismo había resuelto en sus cuentos de misterio. Debemos reconocer que eso concordaría bastante bien, con la errónea idea de Poe, que su archienemigo logró implantar con manifiesto éxito, en la opinión pública. Sin embargo, de nuevo, esto colide con los testimonios de quienes tuvieron la oportunidad de tratarlo en sus últimos años. Es descrito por ellos, como un hombre normal, afable y lleno de proyectos. Pero, ¿y si todo esto lo pensó y lo puso en ejecución otra persona?
Del mismo modo, utilizar su casamiento con su joven prima, Virginia Eliza, como argumento en su contra, por tratarse de algo enfermizo, también es producto de la mala intención. En esos tiempos, no era demasiado extraño el matrimonio, entre personas con notoria diferencia de edad. De igual manera, una boda entre primos, para nada era motivo de escándalo. Al respecto, hay quien sostiene, que entre los esposos Poe-Clemm, existía más bien un trato fraternal, a lo que añaden, que nunca llegaron a consumar el matrimonio; hasta se ha llegado a mencionar, la posible impotencia del escritor. Todo esto, en efecto, podría lucir un tanto extraño, pero es bastante difícil de demostrar. Sin embargo, existe un detalle casi trivial, que no debe pasar inadvertido. Su comportamiento conyugal, debió ser adecuado, si nos atenemos a la estupenda relación que Allan Poe mantenía con su suegra, María Clemm, quien también era su tía. ¡Cualquiera sabe que eso es algo realmente significativo!
Frances Sargent Osgood. Autor desconocido, ca. 1848. Fuente: Antología de poetisas norteamericanas, en www.librarycompany.org |
Aun así, llegó a verse envuelto en un "lío de faldas", mientras su esposa aún vivía. Todo un escándalo, que lo relacionaba con la afamada poetisa Frances Sargent Osgood, "Fanny", nacida en Boston, se hizo público, por el año de 1846. En apariencia, la causante de aquel embrollo, fue la también escritora, Elizabeth F. Ellet, a quien Poe había hecho varios desaires. Se ha dicho, que ese disgusto le ocasionó un profundo daño a Virginia Eliza Poe. Atizando esas intrigas, es fácil intuir, se encontraba la mano de Rufus Wilmot Griswold. En todo caso, Fanny Osgood mantuvo una cálida relación de amistad con Poe, que su esposa enferma conocía y aprobaba.
Sarah Helen Whitman, ca. 1838. Por: C. Giovanni Thompson. Ateneo de Providencia, RI. {{PD-US}} |
Cabaña de los Poe, en el Bronx, Nueva York, ca. 1900. Por Fred C. Berti. Fuente: http://loc.gov/pictures |
Cuando su esposa contrajo la tuberculosis, el mundo se les vino encima. A pesar de todo, durante cinco años, él y María Clemm, velaron devotamente por ella, batallando día a día con la terrible enfermedad, hasta el final. Virginia Eliza, tuvo palabras de agradecimiento hacia él, por el gran amor que le había profesado. Poe se sintió abatido por su muerte. Como ya mencionamos, su pérdida pareció afectarle en lo más profundo, hasta el punto de ocasionarle una recaída, en sus problemas con el licor. También es muy posible, que en algún momento, haya pensado en acabar con su vida. Del mismo modo, la tristeza de esa etapa, parece reflejarse en algunas de sus obras.
Poema dedicado por Virginia Eliza, a su esposo Edgar Allan Poe, el día de San Valentín, 1846. Fuente... Edgar Allan Poe: The Man, por Mary E. Phillips. John C. Winston Co. 1926 |
María Clemm . Biblioteca de la Universidad de Virginia. Tomada de National Park Service. www.nps.gov |
Todo esto resulta pertinente, si se quiere tener una idea aproximada, del tipo de pensamientos, que podían estar pasando por la cabeza de Allan Poe, durante los meses previos a los hechos que nos ocupan. A menos de que se hubiese tratado de un disimulado caso de múltiple personalidad, o que hubiese sido miembro de alguna turbia sociedad o culto secreto, él no era más que un ciudadano normal. Es apropiado tomar en cuenta, que una situación de ese tipo, habría sido un excelente material, para la campaña difamatoria emprendida por Wilmot Griswold. Con toda seguridad, se hubiese encargado de proclamarla a los cuatro vientos. Por lo tanto, se debería descartar una posibilidad como esa.
Ilustración número 14, para El Cuervo, por Gustave Doré, 1884. Fuente: www.dore.artpassions.net {{PD-US}} |
La búsqueda de posibles claves, en su obra literaria, también podría resultar de algún provecho. Dejando de lado la influencia de otros escritores, resulta innegable, que los altibajos de su vida y su estado de ánimo, debieron servirle de inspiración para unos cuantos de sus trabajos. Del mismo modo, se basó en ciertos temas y noticias escabrosas: crímenes, robos, raptos, todos de conocimiento público. Pero pasaban los años y no lograba superar el estado de pobreza. Por su obra maestra, El Cuervo, ¡apenas recibió la irrisoria suma de nueve dólares!
La enfermedad de su esposa aumentó esa presión, que seguramente intentaba drenar a través de sus escritos. Pero él, antes que nada, necesitaba vender su trabajo. Eso lo convirtió en un ingenioso escritor de ficción, gran conocedor de la psiquis humana. En modo alguno, podrían atribuirse sus cuentos y poemas, a la obra de una mente retorcida, dedicada a dar rienda suelta a sus fantasías más extravagantes. Salvo los testimonios falsos, inventados por su archienemigo, para destruir su reputación, nunca alguien llegó a asomar algo semejante, respecto a sus trabajos. En ellos, se trasluce un evidente predominio de la inteligencia, sobre cualquier posible amarillismo. Armado con su gran talento, comenzó a explorar géneros literarios novedosos, por lo cual, puede afirmarse que revolucionó el campo de las letras. Como sería de esperar, Poe llegó a ejercer una marcada influencia, sobre varias generaciones de artistas y escritores. Su prestigio no ha hecho más que crecer con el tiempo...
Monumento a Edgar Allan Poe. Por: Moses Jacob Ezekiel, 1921. Escuela de Leyes, Universidad de Baltimore. Baltimore, MD. |
Durante su juventud, su aguda inteligencia y su carácter, no exento de petulancia, le convirtieron en una persona antipática. Al no estar en condiciones de desdeñar ningún tipo de oportunidad, le correspondió ejercer el papel de crítico literario. Su dureza en ese rol, seguramente comenzó a forjarle enemistades, en un medio en el que la intriga y la envidia eran cosa común. No es imposible, que algún aspirante a escritor haya sentido que su carrera fue perjudicada por culpa de Allan Poe. Su enemistad con Rufus Wilmot Griswold, debió iniciarse a raíz de alguna de estas situaciones y no hizo más que profundizarse, con el correr del tiempo.
Sarah Elmira Royster, en su madurez. Daguerrotipo, ca.1850. Museo de Edgar Allan Poe, Richmond, VA. Tomado de: www.enciclopediavirginia.org |
En cuanto al favor femenino, que pareció perseguirle de manera inexorable, no hay que ser demasiado imaginativo, para suponer que también le permitió cultivar la animadversión de unos cuantos caballeros, que pudieron considerarse desdeñados, por causa del escritor. A esto, posiblemente habría que añadir una cierta lista de padres, esposos, algunos novios o enamorados, e incluso hermanos de sus admiradoras. Era aquella, una época en la cual una relación mal vista, podía llegar a ser resuelta en el campo del honor, o de otros modos, tal vez menos elegantes, pero más efectivos.
Su muerte acabó por convertirse en un misterio, dejando más preguntas que respuestas. ¿Por qué nunca se hizo un seguimiento de sus pasos, desde su salida de Richmond, el 27 de septiembre de 1849? ¡Podía decirse que su rastro estaba fresco! Boletos de tren o de barco, estancia en alguna pensión... ¿nada? Posadas o fondas en donde pudiera haber parado, aunque fuera brevemente. ¿Nadie logró verlo en esos días? Luego apareció frente a un conocido bar, en Baltimore, donde se realizaron actos electorales, el día anterior. ¿No se interrogó a nadie allí? Aparte del traje viejo y ajeno que portaba al ser encontrado, ¿era su aspecto de total descuido y abandono? ¿Cuántos días de abandono parecía tener?
¿No hubo algún intento de interrogarlo, por parte de la autoridad?¿Por qué la aparente negligencia, en un caso que despertaba el interés general? ¿Existiría alguna prisa, para dar por cerrado ese caso? ¿Cuál pudo ser la causa de tanto hermetismo, por el cual ni siquiera a sus familiares, se les permitió el acceso hasta él? ¿Sería por motivos estrictamente médicos? ¿Quién pudo haber sido aquel misterioso personaje Reynolds, a quien Poe llamaba, con tanta insistencia? ¿Era ese, un producto de sus delirios o se trataba de una pista? Todo acerca de su muerte parece una enorme interrogante.
A raíz de lo esbozado hasta aquí, con la inevitable imprecisión que el tiempo transcurrido le confiere, consideramos que la muerte de Edgar Allan Poe, no pudo deberse a causas naturales. Tampoco a un intento, finalmente exitoso, de suicidio. En nuestra opinión, fue secuestrado y posiblemente drogado, hasta alcanzar un irreversible estado de intoxicación. Esto, con la intención de enmascarar las causas verdaderas de su muerte, sabiendo que sería achacada a su "precaria” salud y a su propia irresponsabilidad. Esto no excluiría la terrible opción, de que también pudo haber recibido algún tipo de tortura psicológica. Deducimos, que alguien deseoso de ver muerto a Poe, pudo contratar a algún matón, para llevar a cabo su plan. Dejamos de lado como primera opción, la del rapto por delincuentes electorales, debido a una razón sencilla: jamás se ha informado, que alguna otra víctima de esas bandas, terminara muriendo, como ocurrió con el escritor.
Eso nos conduce hasta tres sospechosos principales: Rufus Wilmot Griswold, por todo lo antes expuesto. Los familiares de Sarah Elmira Royster, por motivos pecuniarios, y algún allegado a Frances Sargent Osgood, debido al escándalo suscitado poco antes. Nos inclinamos decididamente por el primero de ellos, como autor intelectual del crimen. Además, consideramos que una investigación medianamente bien llevada, hubiese podido resolver este caso, sin demasiadas complicaciones. Al presente, la pregunta sería: ¿Por qué no se hizo? ¿Cómo funcionaba la policía de Baltimore, en esos tiempos?
El misterio seguiría acompañando a Allan Poe, hasta más allá de la tumba. En 1875, cuando se intentó hacer justicia a su figura y su legado, se decidió trasladar sus restos, a un lugar más acorde. Por momentos, no lograban dar con el lugar preciso en el que había sido sepultado originalmente. Hubo confusión y algunos equívocos, durante su exhumación. Hay quien sostiene, que los restos que hoy reposan junto a Eliza y a María Clemm, no son realmente suyos; aunque en aquella oportunidad, hubo testigos, que dieron fe de su plena identificación. Como un detalle de interés, algunos creyeron haber visto una protuberancia en su cráneo, luego asociada a la presencia de un posible tumor.
Tumba de Allan Poe, donde reposa junto a Virginia Eliza y María Clemm. Westminster, Baltimore, MD. Foto: Eixo, 2005. |
Para acrecentar su leyenda, una tenebrosa figura, valida de la oscuridad de la noche, visitaba su tumba, en la fecha de su cumpleaños. Como en un extraño ritual, dejaba allí, tres rosas rojas y media botella de coñac. Quienes lo vieron, lo describían como alguien vestido de negro, con un pañuelo blanco, sombrero de ala ancha y bastón con puño metálico. Elegante, pero siniestro, nadie osaba acercársele. De pronto desaparecía, del mismo modo en el que había llegado. Esto ocurrió desde el año de 1930, hasta el 2009. Salvo la presencia de algunos "impostores", nunca más se le volvería a ver... Aunque esto posee todas las trazas de ser solo una leyenda urbana, resulta innegable, que contribuyó a reafirmar el concepto no muy positivo, que ya existía alrededor de Edgar Allan Poe.
Como un homenaje a este insigne escritor, próximamente transcribiremos y comentaremos algunas de sus obras más conocidas. ¡Les invitamos a acompañarnos!
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