lunes, 30 de noviembre de 2020

Un misterio nunca explicado (parte 2: Rufus Wilmot Griswold).

 

Postal de la Iglesia de Westminster, Baltimore, EEUU. ca. 1855.
Autor: E. Sachse & Co. Fuente: Sociedad Histórica de Maryland.
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Dejemos que su biógrafo, Arthur Hobson Quinn sea quien nos relate como fue su sepelio. "Fue en la fría tarde del 9 de octubre de 1849 que el pequeño cortejo conducía el cuerpo de Edgar Poe, hasta el Cementerio Presbiteriano de Fayette y la Calle Greene, donde ahora se encuentra la iglesia de Westminster. De las cuatro personas que estuvieron presentes allí, Neilson Poe y Henry Herring eran sus parientes consanguíneos o políticos, el doctor Snodgrass había sido su amigo y compañero de labores y Z. Colin Lee, con su presencia mostraba los lazos de una amistad que venía desde los días de juventud, en la Universidad de Virginia. El reverendo W. Clemm, de la Iglesia Metodista Episcopal de Baltimore, asistido por un acólito, fue quien ofició la ceremonia".

Monumento que marca el lugar donde Allan Poe fue enterrado originalmente y 
permaneció sin lápida durante 26 años. Cementerio de Westminster, Baltimore.
Foto: KRichter. 


En vista de la rudeza del clima y el exiguo número de los presentes, el pastor, quien además era primo de la fallecida esposa de Poe, decidió darle rápido curso al acto, el cual duró solo unos tres minutos. Allí, cerca de la tumba de su abuelo, esperando por una lápida que jamás llegaría, apenas identificado por un número, permaneció enterrado hasta el año de 1875. Fue entonces, cuando grupos de personas conscientes de su notable legado, se unieron para rendirle un tributo y trasladar sus restos a un lugar más idóneo.

María Clemm, tía y suegra de Edgar Allan Poe.
Tomado de: María Poe Clemm.
Edgar Allan Poe National Historic Site.
At National Park Service (nps.gov)

Neilson Poe escribió una sentida carta, expresando sus condolencias a la angustiada María Clemm, suegra y tía de Poe. Además de los detalles del sepelio, le comentaba lo poco que se sabía de lo ocurrido. Era todo cuanto le había confiado el señor Snodgrass, en aquellos momentos. La realidad era que no había más datos. Esa carta sigue siendo el más cercano testimonio del final del escritor. La mayor parte de lo que se publicaría luego, no serían más que inventos sensacionalistas...  Hasta el doctor Moran, y el propio Snodgrass, contribuyeron a que las cosas se enredaran más, con sus enrevesados y cambiantes relatos, con el paso de los años.


Ciudad de Richmond, Virginia, EEUU. hacia 1862. Por: GEOGRAPHICUS RARE ANTIQUE MAPS.
Fuente: Harper´s Weekly, 1962.  {{PD-US}}

En Baltimore y en Filadelfia, la noticia fue tomada con cierta frialdad por la prensa, al contrario que en Richmond, donde los editoriales y reportes no se ahorraron las palabras. Su reciente paso por esa ciudad, había dejado impresiones favorables, por lo que expresaban un sincero pesar por su pérdida. Resaltaban como hacía apenas unos días, deleitaba a los ciudadanos, con sus lecturas y caminaba por las calles, lleno de vida, al tiempo que departía tranquilo con sus conocidos. Sin embargo, en Nueva York, el 9 de octubre, el Journal of Commerce en su editorial decía: 

"Edgar A. Poe- Nuestros lectores observarán, debajo de nuestro encabezado telegráfico, el anuncio de la muerte de este bien conocido autor. En los últimos años había estado algo enfermo, y el anuncio de su muerte no resulta sorpresivo, sin embargo igual nos llena de melancolía..."

"Pocos hombres se le equiparaban. Su puesto entre nuestros poetas y prosistas, le han ganado la envidia de muchos y la admiración de todos. Su vida ha sido memorable, pero tormentosa. Si llegara a aparecer alguien que escriba su historia, nos aventuramos a decir que sus pequeñas verdades resultarán más interesantes y emotivas, que muchas de las inspiradas palabras que sobre él puedan ser escritas..."


Rufus Wilmot Griswold. Grabado publicado en 1855.
Basado en un retrato por Miner Kilbourne Kellogg.
 Fuente: www.eapoe.org

Pero no habían terminado de caer las últimas palas de tierra sobre su tumba, cuando los hilos de la calumnia y la envidia comenzaban a tejerse. Por desgracia, esos ataques conseguirían ser exitosos, al hacer profunda mella en la reputación de Allan Poe. El principal artífice de tanta infamia, sería un escritor llamado Rufus Wilmot Griswold, quien alguna vez pretendió equiparársele y luego terminó por convertirse en su sombra. El reverendo Wilmot, era un hombre con una vida algo turbulenta, de la cual consideramos prudente no entrar en detalles. 


Portada de Poets and Poetry of America, por R. Wilmot Griswold, 1855.
Reproducida en 2008. {{PD-US}}


Había adquirido notoriedad, gracias a la publicación de unas antologías, sobre los que a su juicio eran los mejores escritores norteamericanos. Sus opiniones no siempre eran imparciales y a menudo resultaron desacertadas. Solo añadiremos en su contra, que llegó a valerse de esas publicaciones, para extorsionar a algunos de los posibles candidatos a figurar allí. Justo a raíz de eso, se produjo un desacuerdo con Alan Poe, que dio origen a una inquina, que perduraría por el resto de sus vidas... ¡aun más allá! 

Incluso, pareciera que no pudo ser obra de la casualidad, que se quedara con su cargo en el Graham´s Magazine, en Filadelfia. Tampoco, que desde entonces, las puertas de esa publicación se fueran cerrando para Poe. Pero, lo que más causa estupor, es que haya acabado por convertirse en su albacea literario. Esto llegó a producirle réditos económicos. No queda espacio para la duda, a la hora de pensar en la posibilidad de un crimen, este podría ser el primer sospechoso. 

El 9 de octubre, escondido detrás de un seudónimo, publicó en la edición vespertina del New York Tribune: 

"Edgar Allan Poe está muerto. Murió en Baltimore el día de antier. Este anuncio hará que muchos se alarmen, pero pocos lo lamentarán. El poeta era conocido, personalmente por su reputación, en todo el país; tenía lectores en Inglaterra, y en varios estados de Europa continental; poseía muy pocos amigos; y las lamentaciones por su muerte se deberán principalmente a que con él, el arte literario ha perdido una de sus más brillantes, pero erráticas estrellas."

Luego siguió con el recuento de la vida de Allan Poe. Era evidente como se regodeaba con el tema de su pobreza. Parecía mofarse de lo ocurrido durante su destitución en la revista, en 1847. Con calculada habilidad, primero intentaba convencer al desprevenido lector, sobre sus buenas intenciones e imparcialidad, elevando hasta las nubes el talento de su víctima. Pero luego daba inicio a un despiadado y sistemático ataque. Según Rufus Wilmot, la obra de Poe quedaba arruinada por sus "fantasías vulgares y exhibición de pasiones innobles." Basó algunas de sus descalificaciones en personajes ficticios, llegando a describirlo como un depravado, borracho y loco drogadicto. No pocos de los que conocían a Poe, lo desmintieron y lo denunciaron, pero el daño ya estaba hecho. El público, ávido de amarillismo, aceptó mayoritariamente esa, como una descripción verídica.  

Hasta el año de 1875, no se publicó una biografía sobre él, que fuese imparcial. Casi cien años después de su muerte, el escritor A. Hobson Quinn, gran estudioso de la vida de Allan Poe, pudo demostrar que Rufus Wilmot, también llegó hasta la bajeza de falsificar y reescribir cartas, para atribuirlas al gran escritor, e incluirlas en su largo artículo biográfico, Memorias del Autor. No hace falta mucha imaginación, para captar que su odio hacia Poe, nunca pudo ser saciado, y que también le reportó beneficios pecuniarios. 

Por todo lo antes mencionado, había razones más que suficientes para relacionarlo con un posible asesinato de Poe. La ausencia de una autopsia, contribuyó a que a fin de cuentas, todo quedara en la incertidumbre. De ese modo, solo quedó el espacio abierto para las conjeturas, como ya explicamos. Sin embargo, no ha faltado quien planteara tal posibilidad, y hasta salen a relucir varios sospechosos. De haber ocurrido así, estaríamos frente a un crimen perfecto...


Cabaña de Edgar Allan Poe, en el Bronx, Nueva York. EEUU. Foto: Nicolaus Schmidt, 2007.
Lic. Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported.

Los hechos reales fueron: a comienzos del otoño del año 1849, Poe se ausentó de la ciudad de Richmond, camino a su casa en el Bronx, en Nueva York. Mientras estuvo en la primera, se dedicaba a realizar sus actividades literarias. Pero también estuvo visitando a Sarah Elmira Shelton, la novia de su juventud, con quien tenía intenciones de casarse. Su viaje fue motivado por compromisos de trabajo y algunos arreglos para su boda. Planeaba estar de viaje solo un par de semanas, regresando a tiempo, para continuar con los preparativos. Ya no volvería... De hecho, estuvo desaparecido por una semana, antes de reaparecer en Baltimore, en las deplorables condiciones que hemos descrito. Murió sin explicar algo acerca de lo ocurrido durante esos siete días cruciales. 

Por su parte, Wilmot murió de tuberculosis, en Nueva York, casi ocho años después, por supuesto, llevándose todos sus secretos. Como era costumbre, cuando alguien fallecía de esa enfermedad, muchos de sus objetos personales, incluídos sus papeles, fueron incinerados. Nunca se le relacionó, ni mucho menos fue acusado por la muerte de Edgar Allan Poe... (continuará)

  






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