Baltimore en 1849. Tomado de: The Enduring Mistery of Allan Poe´s death por: Nick Kolawkoski, 2018. En: medium.com |
Edgar Allan Poe. Daguerrotipo por W.S. Hartshorn, nov. 1848. Copiado por C.T. Tatman, 1900. Fuente: Biblioteca del Congreso. |
Por una de esas extrañas casualidades, que tienden a ocurrir con pasmosa frecuencia, alguien que pasaba por allí, pudo reconocer a aquel hombre. Se trataba nada más y nada menos, que de Edgar Allan Poe. Con la prontitud que un aletargado jamelgo permitió, fue conducido en una carroza hasta el Washington College University Hospital, del cual deberíamos apuntar, que no gozaba de muy buena fama en esos tiempos. También hay que agregar, que pocos años después fue cerrado e incluso se produjeron varios intentos de quemarlo, por parte de los habitantes locales. El buen samaritano que recogió de la calle al moribundo, había sido Joseph W. Walker, un joven periodista. Allan Poe, alcanzó a pedirle que se pusiera en contacto con el editor James E. Snodgrass, un antiguo conocido.
Washington College University Hospital. Baltimore, EEUU. Tomado de: A deffense of Edgar Allan Poe, por John J. Moran, 1885. Fuente: Edgar Allan Poe Society of Baltimore. |
¡Aquello era de no creerlo! Que un hombre que planeaba contraer nupcias, con la mujer que había sido el amor de su vida, apareciera en otra ciudad, en tan deplorable estado, vistiendo un sucio traje, que ni siquiera era suyo. En efecto, nada parecía cuadrar. Por otro lado, cómo no relacionar tan extrañas circunstancias, con alguno de sus relatos de intriga y misterio, que le habían conseguido una magnífica reputación como escritor, pero que desafortunadamente, por lo menos hasta entonces, si acaso le alcanzaba para el mínimo sustento diario.
Fue recluido en una deprimente sala común, del antes mencionado hospital. El gran escritor, se encontraba en el ala destinada a los alcohólicos y los enfermos mentales. Desde allí, los gritos e impertinencias, no llegaban a alterar la paz del resto de los pacientes. Su médico, cuyo apellido era Moran, de inmediato pudo percatarse de que Poe no estaba ebrio, ni siquiera había estado bebiendo. Incluso pareció rechazar un trago de brandy, que le ofrecieron para estimularlo, ¡interesante elixir medicinal! El mal estado de sus ropas, llevaba a sospechar que podría haber sido víctima de un asalto, recibiendo una golpiza... pero su cuerpo no mostraba señales de tal cosa.
Su mente estaba ida, aunque durante cortos intervalos, parecía recobrar la conciencia. Según el doctor Moran, Poe no hacía más que delirar. Hablaba de cosas, a las que resultaba muy difícil asignarle algún sentido, excepto por un llamativo detalle: casi siempre se referían a su propia muerte. En repetidas ocasiones, llamaba con insistencia a alguien llamado Reynolds. ¿Quién podría ser? Al interrogarle acerca de sus amigos, su inquietante respuesta fue: "mi mejor amigo podría ser el hombre que me diera una pistola para volarme los sesos"...
Alrededor de las cinco de la mañana del día 7 de octubre de 1849, durante uno de sus escasos ratos de tranquilidad, el gran escritor expiró. Tenía cuarenta años, pero aparentaba muchos más. Según refirieron, sus últimas palabras fueron, "Señor, ayuda a mi pobre alma". Nunca llegó a explicar lo que le había sucedido, ni quien era el tal Reynolds. Pero es bien conocido, que ese tipo de conducta no resulta extraña en un moribundo, más bien podría decirse que es de lo más usual. Sin embargo, el clima de misterio que envolvió su fin, parecía ser un caso digno de la asombrosa capacidad deductiva del personaje Auguste Dupin, el héroe de sus relatos policiales.
Auguste Dupin, en una ilustración de "La Carta Robada", 1864. Por Frédéric Théodore lix. |
Algo quedaba claro en el informe del doctor Moran: no manejaba con precisión la causa de la muerte de Edgar Allan Poe. Para añadir un toque adicional de misterio, el acta de defunción, jamás apareció. Como era práctica común en esos casos, ante la ausencia de un diagnóstico confiable o cuando se intentaba disfrazar las causas de algún deceso, su muerte fue atribuida a una "congestión cerebral", según informaría el diario Baltimore Clipper. Sin duda, aquellos eran días azarosos para las personas que tenían la desgracia de enfermarse. En apariencia, el doctor no estaba al tanto de que el paciente padecía de una severa debilidad cardíaca, y algún tipo de lesión cerebral, de acuerdo a ciertos diagnósticos previos.
En vista de la ausencia de un informe médico detallado, pareciera muy probable que los eventos que rodearon su muerte, jamás lleguen a ser aclarados... Como era de esperar, comenzaron a surgir variadas hipótesis y conjeturas. Entre el extenso catálogo de las suposiciones, figuran la sífilis, el mal de rabia e incluso el asesinato y hasta el suicidio. Pero ninguna de ellas, por sí sola, logra explicar cabalmente lo ocurrido. Tal vez, habría que centrar las pesquisas en sus antecedentes médicos. Pero al mismo tiempo, no estaría de más, preguntarse si Allan Poe tenía enemigos...
Al leer sus últimas cartas, se evidencia que en los meses previos a su muerte, él era víctima de una funesta inestabilidad emocional. Cuando su mente quedaba encerrada en los calabozos de la depresión, la idea de la muerte se convertía en algo obsesivo. Pese a todo ello, la última vez que se le vio en Richmond, Virginia, su buen estado de ánimo no permitía presagiar, en modo alguno, que quisiera atentar contra su vida.
Según la hipótesis más aceptada durante mucho tiempo, Edgar Allan Poe pudo haber sido raptado por bandas de delincuentes, que se dedicaban a cometer fraudes en los procesos electorales. Por increíble que pueda parecer, entonces era una práctica común, el rapto de personas, a quienes se les drogaba, para luego obligarlas a votar más de una vez. Se les cambiaban las ropas y así sufragaban, utilizando varias identidades. Eso explicaría las extrañas circunstancias en las que apareció, muy cerca de Gunner´s Hall, una taberna que había sido utilizada para las votaciones realizadas el día anterior.
Otros afirman que Poe fue agredido por algunos rufianes, debido a "cierto lío de faldas". De igual modo, se ha llegado a sospechar que los hermanos de Sarah Elmira Royster, le mandaron a dar una golpiza, luego de tomarse algunos tragos, en dicha taberna. Al respecto, a pesar de haber sufrido problemas de alcoholismo, durante varios años, todo parece indicar que estaba encaminado a superarlos. Bien sabía que un solo trago, podía causarle efectos devastadores, como ya le había advertido su médico, en la ciudad de Richmond.
El Conqueror, barco del Siglo XIX. Fuente: Biblioteca John Oxley. Biblioteca del estado de Queensland, Australia. |
No cabe duda alguna de que Edgar Allan Poe padecía de graves trastornos psicológicos. Estos le llevaron al alcoholismo y a la drogadicción. Incluso, el vicio del juego fue una de las causas del rechazo de su padrastro. Sentía una enfermiza obsesión por la idea de la muerte, en especial si se trataba de una mujer joven y hermosa. El abandono de su padre, pero sobre todo, la pérdida de su madre, marcarían su existencia de manera indeleble.
Sarah Elmira Royster, hacia 1825. Fuente: www.lamáquinadeltiempo.com Usuario: Euposesquecido |
Supuesto retrato de Virginia Clemm-Poe. Fuente: http://www.eapoe.org |
Ilustración para Los Asesinatos de la Calle Morgue. Por Daniel Vierge, 1870. Fuente: https://americanliterature.com {{PD-US}} |
Se mudaron a Nueva York, y luego fueron a dar a una paupérrima pensión, en Filadelfia. Fueron tiempos duros, en los que debió aceptar trabajos de poca monta. En 1839, las cosas comenzaron a mejorar, cuando obtuvo un cargo en la prestigiosa revista Burton´s Gentleman´s Magazine, ¡donde ganaría diez dólares semanales! Allí pudo publicar algunos de sus más célebres relatos, como "La caída de la Casa Usher". Dos años más tarde, dicha revista fue vendida a George R. Graham, quien la fusionó con su otra publicación, creando el Graham´s Magazine. El éxito de esa revista se debió en gran medida, a la calidad de los escritos de Allan Poe. Ante la perplejidad de los lectores, en sus páginas apareció lo que podría considerarse como el primer relato policial de la historia: "Los asesinatos de la calle Morgue", de innegable influencia en la literatura universal.
George Rex Graham. Grabado s/f. Copiado de: Edgar A. Poe, por Kenneth Silverman. {{PD-US}} |
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