El final
Diego de Losada |
Recorriendo el territorio |
En mayo de 1567, la situación se había tornado preocupante, debido al escaso número de soldados disponibles. Al salir en grupos del campamento, se debilitaba su defensa. Los indígenas, siempre muy perseverantes, aprovechaban esa debilidad para atacar. Entre las imágenes de su vida que desfilaban ante él, Losada se vio junto a sus hombres, rodeados, bajo una lluvia de flechas y entre gritos de guerra, en tierras de los mariches, al sureste. Era un lugar entre grandes peñascos, junto a una profunda quebrada, lo recordaba bien. Tenía una pequeña herida en el cuello, pero ya el triunfo se inclinaba a su favor. Entonces recibió un mensaje del campamento principal, hubo que tocar a retirada, en medio de una segura victoria, para volar en auxilio de sus compañeros.
Paraje rocoso cercano a Caracas |
Por lo que haya sido, cuando regresó a dicho campamento, encontró que los atacantes habían desaparecido; quizás se trataba de otra estratagema de Guaicaipuro. Pero las cosas empeoraban cada vez más, comenzaban a escasear los alimentos, porque los indios destruían las siembras, envenenaban el agua, hasta les mataban algunos caballos. Las expediciones en busca de comida, eran cada vez más riesgosas, casi siempre sufrían ataques. Existía el peligro de caer en un lento desgaste; ni siquiera podían contar con el descanso nocturno, las noches eran una eterna vigilia.
Fundación de Caracas |
Plano de Caracas por Juan de Pimentel, 1578 |
Las semanas siguientes a la fundación trajeron cierto optimismo, por la febril actividad de todos. El levantamiento sencillo y tosco del nuevo poblado, pareció brindarles un sentimiento de arraigo, algo casi olvidado por esos hombres. Él escogió un lugar hermoso para su casa-campamento, con una vista privilegiada de los territorios vecinos (era un magnífico lugar para la vigilancia), con suficiente agua y un terreno fértil.
Entonces, cuando menos lo esperaba, recibió los refuerzos prometidos hacía meses, cuando apenas iniciaban el viaje. Ya ni contaba con ellos. El Capitán Juan de Salas cumpliendo su palabra, llegó junto a sesenta y cinco hombres de guerra, entre españoles e indios guaiqueríes. ¡Cuánta falta le hacían en ese momento! Además traían un prisionero, posiblemente un cacique. De inmediato ordenó ponerlo en libertad, fiel a la idea de atraer la buena voluntad de cuantas tribus fuese posible.
Soldados españoles. Siglo XVI |
Estatua del cacique Tiuna, en Caracas |
Iglesia de Santa Capilla, Caracas. Allí estuvo ubicada la Ermita de San Sebastián |
Situación de Caracas y Caraballeda (Nuestra Señora) |
Montañas de Los Teques |
Guaicaipuro |
A los treinta días, regresaron a Santiago de León, luego de dar un gran rodeo por el territorio de los mariches. Traía un mejor conocimiento de las tierras y la convicción de que la supervivencia de los nuevos poblados, sólo podía asegurarse por la vía de las armas. A la vez, sabía que Guaicaipuro estaba detrás de casi todos los planes destructivos por parte de los indios. Él era el alma de la tenaz resistencia que habían encontrado, en fin, era el responsable del permanente estado de guerra en el que se vivía. Ordenó abrirle una acusación al gran cacique, y dio órdenes para que fuera capturado, vivo o muerto. Losada se sintió muy a gusto, al empezar a comportarse como un magistrado, le sentaba bien ese papel...
Muerte de Guaicaipuro. Pintura por Tito Salas |
Francisco Infante, uno de los alcaldes de Santiago de León, salió una tarde, en busca del campamento de Guaicaipuro. Iba al frente de ochenta hombres, además de algunos guías indígenas. Después relatarían lo sucedido: sobre la media noche, encontraron dicho lugar, al pie de un cerro. Una vez organizadas sus fuerzas, Infante cayó de improviso sobre el poblado, asediando violentamente la choza en la que se encontraba el valeroso jefe indígena; se luchó con fiereza y hubo que ponerle fuego al sitio. En medio del combate cuerpo a cuerpo, al fin Guaicaipuro cayó muerto (1568). Decían, que en su poder se encontró la espada de ocho palmos, de Rodríguez Suárez. Nunca se supo que fue de los restos del gran guerrero.
Caracas en tiempos de la colonia |
"entre hombres de guerra, el ocio que trae la paz, es un grave problema".
Como siempre ocurre a los que ostentan el poder, pronto se vio rodeado por todo tipo de personajes aduladores, quienes le aconsejaban, esperando obtener algún beneficio. Pero también se ganó enemigos y detractores. A Santiago de León se habían acercado no solo nuevos colonos, sino también numerosos indios, de varias tribus, que quizás veían la oportunidad de vivir mejor allí. Sin embargo, los conquistadores españoles no se fiaban de las buenas intenciones de esa gente. En cualquier gesto o acción, creían ver los signos de una futura traición. Fueron tantas las intrigas y las acusaciones que hicieron llegar ante Losada, que al fin lograron convencerle. Los acusados fueron sometidos a un simulacro de juicio, basado sólo en sospechas. Así resultaron condenados a muerte los jefes principales de esos indígenas, sin existir una sola prueba cierta de su culpabilidad.
Ah, pero la pena de muerte para esas personas, no parecía ser suficiente para esas personas. Se dejó influir, por un tal Francisco Guerrero, quien conocía algunas formas de tortura verdaderamente crueles, que había visto con los turcos. Era necesario dar un gran escarmiento, para que los indios lo pensaran muy bien antes de volver a rebelarse, ¡los veintitrés caciques serían empalados! Pero todavía fue más lejos, quiso darle a esa ejecución la connotación de un "Auto de Fe", por lo que ordenó hacer
los arreglos eclesiásticos (1569).
En su mente, volvió a presenciar el terrible día; no faltó algún acto de heroísmo y nobleza entre los indígenas, ¡qué importaba! Quería cerrar los ojos, pero no podía dejar de contemplar la lenta agonía y de escuchar los gritos, más bien los chillidos y el llanto de los ajusticiados, por el dolor atroz. ¡Esa larga tortura que pareció hacerse infinita! La tristeza y el odio se reflejaban en la mirada de los indios presentes; además la burla o el estupor y hasta la falta de aprobación, se captaba entre los diferentes colonos españoles.
Le pareció que empezó a llover y que se desató una tormenta. Observó que los infelices habían ido muriendo, poco a poco. Entonces creyó ver a una vieja india que lo maldijo a él y a toda su descendencia... pero no estaba seguro de que esto había ocurrido realmente. ¡Fue como una pesadilla dentro de otra pesadilla! Repentinamente se sintió condenado por Dios, pero ya era tarde para cambiar lo que había hecho. En adelante, ya nada volvería a ser igual.
Escudo de armas de Caracas |
Condenado a empalamiento |
los arreglos eclesiásticos (1569).
Suplicio de San Sebastián |
Tormenta en la montaña |
Valle de Caracas |
Lomas de Cubiro, estado Lara, Venezuela |
Diego de Losada |
Diego de Losada falleció hacia el año de 1570, consumido por la fiebre, muy posiblemente debida a una de tantas enfermedades tropicales. Las decepciones y los remordimientos, debieron haber influido en la pérdida de su salud. No se conoce el sitio en donde reposan sus restos, tal vez sus familiares prefirieron mantenerlo en secreto. Luego terminó por ser olvidado.
Garci González de Silva |
Garci González fue un personaje tan interesante y que de algún modo dejó su marca en el espíritu nacional, que sin duda merece una visita virtual en nuestra máquina del tiempo...
Las enfermedades para las que los indios no tenían defensa, rematarían la labor de los conquistadores.
La moderna Caracas |
De estos hechos, llenos de gran heroísmo, pero también muy dolorosos, resultó la casi total desaparición de los habitantes originales de estas tierras. Sin embargo, por ellos surgió un nuevo tipo humano, poseedor de las virtudes y defectos de todos sus ancestros. Una raza joven, que no debería denigrar de su sangre mestiza. Hacerlo sería como querer suicidar una parte de su ser. Así, se debe admirar y respetar a los caciques del siglo XVI, por su gran valor y sacrificios. Pero también, lo mejor sería pensar en que los conquistadores hicieron lo que creían que debían hacer. Sin duda que muchos cometieron excesos, pero otros también tuvieron entrega y arraigo. Para bien o para mal, nos dejaron una herencia cultural y genética innegable. Lo correcto a nuestro entender, es usar lo mejor de nosotros, sin complejos atávicos, y ver hacia el futuro con la fe y la fuerza que nos legaron nuestros padres. Solo así la Historia perdonará a Diego de Losada y dejará descansar satisfecho a Guaicaipuro...
Bibliografía
1) Diego de Losada Fundador de Caracas. Fray Froilán de Rionegro. Colección Majos y Bajos. Los Libros de Plon, 1a. Edición. España, 1978.
2) Esta Tierra de Gracia. Isaac J. Pardo. Colección Tiempo de Venezuela. Monte Ávila Editores, 1a. Edición. Caracas, 1986.
3) Los Amos del Valle, tomo I. Francisco Herrera Luque. Editorial Pomaire. Barcelona, España, 1979.
4) La Ciudad de los Techos Rojos. Enrique Bernardo Núñez. Monte Ávila Editores, 1a. Edición. Caracas, 1988.
5) Caracas, su Evolución y su Régimen Legal. Antonio Arellano Moreno. Ediciones EDIME, 2a. Edición. Madrid, 1972.
Me encantó. Siempre me han fascinado los relatos de la conquista en América, sobre todo cuando los caciques también son protagonistas en la historia.
ResponderEliminarMuchas gracias, seguiremos tratando de llevarles historias que les agraden. De nuevo, gracias por su amabilidad, saludos!
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