martes, 17 de septiembre de 2013

La Conquista del Valle de los Toromaymas y la Fundación de Caracas (parte III)


                                                                                                                            a Cleo
                                                                         
La Conquista


Portada del  libro de Oviedo y Baños




Lo ocurrido durante la conquista del Valle de los Toromaymas, la derrota y el aniquilamiento de las bravas tribus que lo defendieron, fue narrado con una notoria falta de imparcialidad. Algunos cronistas de los que relataron lo sucedido, no tienen ningún problema en utilizar expresiones como "los nuestros" al referirse a los conquistadores. Esto resulta comprensible, ya que ellos eran también de origen hispano y a menudo se basaron en el testimonio de testigos de su mismo bando. 




Batalla entre conquistadores y aborígenes


También es posible que hayan exagerado en cuanto a la cantidad de guerreros aborígenes en algunos encuentros y batallas, para resaltar el heroísmo de los conquistadores. La población indígena de la región no era tan numerosa en esos tiempos, como para levantar ejércitos (del orden de los millares), tan fácil y tan a menudo como encontramos en esos relatos. Con las matanzas de indios que se describen, la guerra hubiese finalizado muy pronto. Es de suponer, que estos mas bien atacaban en forma de guerrilla, intentando montar emboscadas. La superioridad del armamento de los conquistadores no era como para enfrentarla frontalmente, eso lo deben haber tenido en cuenta los caciques y jefes de las tribus.


Soldados españoles del siglo XVI

No hay que culpar demasiado a los que escribieron sobre estos hechos, probablemente hicieron lo mejor que pudieron, pero sin darse cuenta se dejaban llevar por sus emociones y solo reflejaron una aproximación a la realidad histórica. No es ni la primera, ni la única vez que esto ha ocurrido. El verdadero problema, surge cuando los historiadores posteriores se basan en estos relatos, sin cuestionarlos de algún modo, lo que origina una Historia Oficial, muy manipulada, quedando al mismo tiempo, una "Historia Silenciada". Si alguna vez se lograra viajar en el tiempo, es muy probable que un alto porcentaje de lo que conocemos habría de ser modificado...


Busto de Diego de Losada en Rionegro del Puente Zamora


En su viaje delirante, Diego de Losada ve pasar su niñez, rápida, como un celaje: hijo de nobles, criado entre nobles, en Galicia, España. Sus juegos, su querida madre... ¿Qué habrá sido de ella? ¿Por qué él vino a dar a América, siendo tan joven? Él era el segundo hijo de la familia, acicate suficiente para luchar y buscar valerse por sí mismo.


Selva tropical venezolana


¡Tantos caminos abiertos, tantas privaciones sufridas!, todo pasaba ante él, sin poder controlarlo. Volvía a ver las tierras que tanto conocía, desde las costas e islas, hasta las frías sierras, pasando por los llanos y selvas. Muchos lugares hermosos, pero otros terriblemente inhóspitos. El calor, fieras acechantes por doquier. Los insectos que parecían querer hasta la última gota de su sangre. Por todo había pasado: diluvios interminables, hambre, sed. Ya conocía el trato con los indígenas, muchas veces amistosos, pero a veces hostiles. No lo comprendió entonces, pero era que defendían lo suyo. Hasta había conocido el amor de las mujeres indias. La vida lo había endurecido, pero si no, hubiese sido casi imposible sobrevivir.


Victoria indígena


Vio surgir caudillos y gobernantes, pero también presenció muchas caídas, rodar cabezas, ajusticiamientos. Fundación de ciudades y establecimiento de encomiendas. Fue Alcalde de Barquisimeto. Intrigas legales, litigios, traiciones, destituciones. Había comandado tropas, enfrentado rebeliones de esclavos negros. En verdad que había vivido, y sufrido, casi todo lo que se podía ver en estas tierras. ¡Vaya que sí se había endurecido!



Lomas de Los Teques


¡De nuevo en el Valle del Miedo!, nada halagüeño era el contemplar las osamentas de los derrotados de Narváez. Se iniciaba la cuesta en Las Cocuizas, de allí en adelante, tenían que ascender por serranías en las que moraban diversas tribus, ninguna de ellas amistosa. Había que atravesar ese territorio, para poder llegar a Los Teques. Bajo su mando tenía un grupo de hombres, que si bien no era numeroso, en cambio poseían una amplia experiencia y comprobado valor, para la empresa que iban a acometer. Portaban suficiente equipo bélico y contaban con la gente de servicio y el abastecimiento necesario para el camino.



Soldado español de caballería


Desde un comienzo se sintió el acoso de las tribus, con su griterío y el sonido de sus tambores y fotutos (caracoles). Losada impartió instrucciones de mantener el orden de batalla, no podían descuidarse. No le falló el instinto, ya que muy pronto fueron atacados. Lograron una fácil victoria, lo que le hizo ser optimista respecto al éxito final. Pero los indios eran muy perseverantes y comenzaron a atacar utilizando ardides (ya habían sentido la fuerza de las armas de los europeos, además de lo terroríficos que les resultaban los caballos). Entonces comprendió que las cosas no iban a ser tan sencillas, no tendrían ni un momento de tranquilidad, con el inminente peligro de que sufrieran un progresivo desgaste.


Estatua de Guaicaipuro. Ciudad de Los Teques


Una vez en la región de los Teques, tomaron la vía del río San Pedro, allí les salió al paso Guaicaipuro al frente de una gran cantidad de guerreros, incluidos los refuerzos de otras tribus. Se entabló una dura batalla, pero la caballería hispana comenzó a imponerse, seguida por la infantería, lo que auguraba un rápido triunfo. Sin embargo, los refuerzos indios de las tribus Tarmas y Mariches, bien plantados, resistieron heroicamente. Eso permitió que los Teques se reorganizaran, llegando a complicar el combate. Ambos bandos daban su máximo esfuerzo, hasta que los indígenas tocaron a retirada, habían tenido un verdadero bautizo de sangre. 


Ataque de caballería


Los españoles debieron darse prisa, continuando el camino hacia las tierras llanas, donde podían combatir ventajosamente. Sin detenerse, llegaron a una población cuyo cacique se llamaba Macarao. Allí fueron recibidos pacíficamente, quizás por temor, podía verlo en sus caras. Se dio la orden terminante de no molestar a los indígenas, ni tocar sus cosechas. Quiso demostrarles que sabían ser pacíficos y hasta amistosos, eso podía ahorrar muchos esfuerzos y vidas. Al día siguiente continuaron su ruta: con solo seguir el curso del río Guaire, a solo tres leguas, se encontrarían en el Valle de los Toromaymas, o Valle de San Francisco, según los españoles. Allí fue en donde Fajardo y Rodríguez Suárez ya habían establecido sus asentamientos, los cuales posteriormente fueron abandonados y destruidos.


Río Guaire, por Manuel Cabré


Corría el mes de marzo del año 1567, le pareció estratégico, para recuperar las fuerzas, el no entrar directamente a su objetivo, sino dar un pequeño rodeo antes. Además, venían los días de la Semana Santa: debía ser un tiempo de recogimiento y devoción. Así buscaron hacia el sur, y se detuvieron en un agradable lugar a orillas del río Turmero, al que llamaron Valle de la Pascua. 


Valle de Caracas, hacia 1845. Ferdinand Bellermann


A comienzos de abril, se dirigió con la mayor parte de sus soldados hacia el Valle de San Francisco, que estaba apenas a una legua de distancia. A la vez, comisionó a un grupo, al mando de Diego de Paradas, para que tomaran rehenes entre los indígenas. No se le ocurrió una mejor forma de negociar "pacíficamente" con ellos. Mientras él llegaba a su meta y hacía un reconocimiento de la zona, sus hombres al mando de Paradas, fueron emboscados; tras un cruel combate los conquistadores lograron salir airosos, pero este valioso y casi legendario colaborador, resultó herido, falleciendo pocos días después.

Victoria de los conquistadores 

El Ávila. Por Fritz Melbye, 1852


Quedó impresionado por la belleza del lugar, con su enorme cordillera al norte, rodeado de ríos y árboles frutales, en verdad lucía paradisíaco. El clima era muy agradable: sin duda parecía apropiado para establecer una colonia allí. Solo que parecía una rosa de Castilla, hermosa, pero con muchas espinas. Continuando con su plan de negociar con los aborígenes, destacó un grupo de treinta hombres en dirección hacia el este, para tomar algunos "invitados". No se daba cuenta de que ese era un modo inaceptable, si pretendía que las cosas se desarrollaran pacíficamente.


Cacique Chacao


Terminaron capturando algunos lugareños, incluyendo al cacique, Chacao. Notó que a pesar de haberlos tratado bien, para luego liberarlos, siempre se mostraron hostiles. Hasta los niños lo eran, además de valientes. ¡Mal presagio para sus intenciones de lograr la conquista pacífica de esas tierras! Estaba a punto de descubrir lo peor de sí mismo, de la maldad de la que era capaz, algo que terminaría por destruirlo a él, no sólo física, sino espiritualmente... 

 
Ruta entre Valencia y Caracas, similar a la que tomó Diego de Losada

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