lunes, 2 de diciembre de 2013

Álvar Núñez Cabeza de Vaca (parte I)





Clío, musa de la Historia 

En la conquista de América, encontramos hechos muy llamativos, algunos heroicos, otros pueden ser considerados como grandes felonías o crueldades. Resonantes triunfos, contundentes derrotas. Sacrificios y traiciones. Sin duda, los grandes acontecimientos, son los que llenan la mayor parte de los libros de historia. Aunque la lógica dicta que así debe ser, si nos detenemos a pensar, lo que llamamos historia, discurre como un lento destilado, día a día; todos los hechos, por pequeños que parezcan, se van sumando incesantemente. Para algunos pueblos, con seguridad jamás llegaron a imaginar, que su existencia se iba a conocer en un futuro lejano, solo por sus instrumentos o utensilios de trabajo, o por sus tumbas, e incluso por sus tradiciones orales. 


Navío español, Siglo XVI

Los protagonistas de la historia, de algún modo, hemos sido todos los seres humanos. Aunque no lo notemos, formamos parte de un engranaje que nunca deja de funcionar. Sin embargo, la fama o el anonimato, dependen de ciertos factores, que en ocasiones parecen actuar de manera caprichosa. Por ejemplo, no hay duda de que muchas personas tuvieron momentos estelares, para luego quedar en el olvido. Otras, pudieron hacer aportes importantes o descubrieron nuevos horizontes, pero luego el crédito y la fama llegaron a recaer sobre otros personajes. En ese sentido, podría considerarse que la historia está llena de imprecisiones e injusticias. En fin, pareciera que lo más apropiado es mantener una actitud de cautela, ante lo que se conoce como “historia oficial”. 

Al mismo tiempo, llama la atención que algunos seres humanos pudieron llegar a ocupar un sitial en los anales históricos, por su gran perseverancia, más que por la espectacularidad de sus actos. A pesar del aparente fracaso de sus esfuerzos, dejaron una gran lección de vida y una huella imborrable en el alma humana. Algunos, poseídos  por el ansia de conocer, de explorar, se convirtieron en pioneros en diferentes campos, abriendo nuevos caminos en las artes, en las ciencias o en el conocimiento, en general...


Álvar Núñez Cabeza de Vaca

Álvar Núñez Cabeza de Vaca posiblemente sea uno de esos personajes. Un hombre como cualquier otro conquistador español del Siglo XVI, al menos en apariencia. En su vida y sus viajes, a menudo le acompañó el infortunio, pero esto no le impidió el continuar siempre hacia delante, realizando recorridos que hoy parecerían prácticamente imposibles para un ser humano. Si hay algún adjetivo que Álvar Núñez puede merecer, es el de "incansable".


Trayecto recorrido por Cabeza de Vaca

Él atravesó de este a oeste, todo el sur de lo que hoy son los Estados Unidos. Buena parte de ese trayecto lo hizo caminando, casi desnudo y muchas veces agobiado por el hambre; no se puede más que resaltar su fuerza de voluntad y la capacidad para adaptarse y sobrevivir. Más tarde, escribiría sobre sus andanzas en ese desgraciado viaje (Naufragios), y aunque pueda ser tildado de fantasioso en muchos de sus pasajes, el verdadero milagro estuvo en su supervivencia. En sus escritos, hace una descripción detallada de los lugares por los que peregrinó, por lo que ha sido posible reconstruir su trayectoria, con cierta exactitud.


Cataratas de Iguazú

Pocos años después, lo volvemos a encontrar recorriendo intrincados lugares en la América Meridional, al sur de lo que hoy es Brasil, abriéndose paso por la selva. Tuvo el privilegio, de ser el primer europeo que avistó las cataratas de Iguazú, cuando caminaba hacia Asunción, Paraguay. Para entonces, portaba los títulos de Adelantado y Gobernador del Río de la Plata. Es fácil imaginar lo que eran esas recónditas regiones en esa época: una gran porción de la nada, pero en donde todo era futuro y posibilidades. Es posible que eso fue lo que llegó a avizorar, alguien como Álvar Núñez Cabeza de Vaca.


Jerez de la Frontera, hacia 1835



De padres hidalgos, él vino al mundo en Jerez de la Frontera, hacia el año de 1488. Según todo parece indicar, recibió una esmerada educación. Entre sus ascendientes hubo guerreros y conquistadores; es fácil intuir, que en su niñez llegó a escuchar muchos relatos heroicos. Además, esos eran los tiempos del descubrimiento y de las primeras exploraciones del Nuevo Mundo. Quizás entonces, en su espíritu quedó plantada la idea de viajar y participar en aquellas aventuras maravillosas que se contaban. 


Batalla de Villalar, por Manuel P. López

Quedó huérfano siendo bastante joven. Para la segunda década del siglo XVI, se había alistado en los ejércitos de la Liga Santa, participando en las Guerras de Italia y en la Guerra de las Comunidades de Castilla, en España. Luego sirvió para la Casa de Medina-Sidonia. Lo cierto, es que pudo ganarse algún prestigio como militar, lo que le permitió conseguir un puesto como oficial, en una expedición que partía hacia las nuevas tierras, tan anheladas por él.


Mapa antiguo de Florida

Era un proyecto ambicioso. Se pretendía explorar y conquistar los territorios que estaban al norte de lo que es el actual México, incluyendo las tierras de la península de La Florida. Por desgracia, calcularon mal la extensión de esos territorios… También iban en búsqueda de la Fuente de la Eterna Juventud. Así, zarparon de España en 1527. Sin muchos contratiempos, llegaron a la isla de La Española, en donde abandonó la expedición casi la cuarta parte de los seiscientos hombres con los que contaban para el viaje. Pareciera que el único interés de los desertores, era quedarse en el primer puerto que tocaran en las Indias. Pero tal vez, adivinaron que el mal tiempo les haría muy difícil las cosas, de allí en adelante. 


Tormenta en alta mar


El gobernador y jefe de la expedición, Pánfilo de Narváez, decidió continuar hacia Cuba, cuando ya el clima era absolutamente inhóspito. Aunque buscaron refugio en algunos lugares de la costa, perdieron otros setenta hombres, en medio de las tormentas. Es muy posible que les haya tocado navegar en medio de una de las temporadas de huracanes, que ocurren con bastante regularidad en esas aguas del Mar Caribe.


Gobernador de La Florida


Luego de aguardar por el buen tiempo, continuaron su viaje y arribaron a un sitio cercano a la Bahía de Tampa, Florida, en abril de 1528. Narváez ordenó el desembarco, cometiendo un gran error de cálculo, al creer que se encontraban a menos de 100 kilómetros, por tierra, del límite sur de los territorios que le había concedido la Corona Española (ubicado cerca de Tampico, México). En cambio, ¡la distancia real era de unos 2400 kilómetros! Luego de algunos meses de exploración, el único resultado, fue la pérdida de más hombres, así como de la mayor parte de los caballos. Los indígenas que habían encontrado, les decían que viajando hacia el norte, hasta un territorio llamado Apalache, llegarían a encontrar grandes cantidades de oro. 


Exploración en Florida

Navegaron en esa dirección, y cuando encontraron un lugar idóneo (la Bahía de Apalache), anclaron, para proseguir por tierra. Si hasta allí, las condiciones les habían sido adversas, y podría decirse que habían corrido con mala fortuna, en adelante todo se agravaría. Debe concluirse que las malas decisiones de Narváez, terminaron de llevar a la expedición y a sus hombres al fracaso y a la muerte.


Desastre de la expedición

Pese a no estar de acuerdo con el desembarco, por motivos de logística, Álvar Núñez decidió acompañar al grupo expedicionario. Optó por no permanecer en la bahía, supervisando la reparación de los navíos, para no ser tildado de cobarde. A partir de entonces, el hambre, las enfermedades y los continuos ataques de los indios apalaches, dieron al traste con los planes de los españoles. Después de muchas pérdidas y de haber tenido que comerse los pocos caballos que quedaban, buscaron de nuevo la ruta del mar. Decidieron construir unas balsas, para llegar a México, siguiendo la línea de la costa. El viaje comenzó bien, y hasta pudieron hacerse de unas canoas indígenas, pero la falta de alimentos y de agua, se hicieron crónicas. Para agravar su situación aun más, eran atacados por los lugareños, cada vez que intentaban tocar tierra, en búsqueda de provisiones. Durante una de esas refriegas, Álvar Núñez resultó herido en la cara.


Navegación en balsas. De Aguirre, la ira de Dios


El mal tiempo volvió. Pronto se perdió el contacto visual entre las diferentes embarcaciones, debido a las incesantes tormentas. ¡A cada uno le tocó velar por sí mismo! Todo empeoró, cuando pasaron por la desembocadura de un gran río (probablemente el Mississippi). Desde allí, no hubo más noticias del Gobernador Narváez. Sin saber como, lograron llegar a una isla que llamaron de "El Malhado" (cerca de Galveston, Texas), desnudos y en la más completa indigencia. Allí había arribado otra de las rudimentarias embarcaciones. Para entonces, solo quedaban noventa miembros de la expedición, aproximadamente.


Álvar Núñez Cabeza de Vaca entre indios


Aunque recibieron un buen trato por parte de los habitantes de la isla, las necesidades y las enfermedades (incluso ocurrieron actos de canibalismo), redujeron a solo quince el número de sobrevivientes. Álvar Núñez se aventuró hasta la tierra firme, donde también estuvo muy cerca de la muerte, debido a una enfermedad. Durante su ausencia, doce de sus compañeros de infortunio, tomaron el camino hacia México. Persistían en el error de creer que por la costa no sería un viaje demasiado largo. De ahí en adelante, Álvar Núñez viviría entre indígenas, por más de seis años: primero como esclavo, luego como mercader y por último como un chamán. Años más tarde, al escribir sobre sus experiencias, al tiempo de hacer un minucioso reporte de todo cuanto observaba, también describió algunas situaciones inverosímiles. Pero algo es seguro, siempre demostró su respeto y compenetración con los habitantes de esas regiones.
                                                                                                                                                                                                                                                                   
Cabeza de Vaca, por Eladio Gil (detalle)

Tal vez, el hecho de haber estado tantas veces cerca de la muerte y tras haber sufrido tantas privaciones, habían provocado un cambio en Álvar Núñez. Según las descripciones que se encuentran en sus escritos, iba aprendiendo a valorar los detalles, por insignificantes que ellos fueran. Para él, la vida era un don que había que cuidar por encima de todo. Sin duda, las vicisitudes iban forjando un nuevo ser en Álvar Núñez Cabeza de Vaca. 

Haremos otro viaje en el tiempo, para encontrarlo en su remota soledad...





No hay comentarios:

Publicar un comentario