lunes, 8 de julio de 2024

Grandes exploraciones. La Terra Australis Incognita y los viajes del capitán Cook (3a parte).

 

El HMS Dafne en Cabo de Hornos, 1852.
Por el Almirante Edward Gennys Fanshawe.
Fuente: http://collections.rmg.co.uk


Guiado por su intuición, Cook, había decidido que el retorno a Inglaterra se realizaría por el océano Índico, en lugar de hacer la ruta del Cabo de Hornos, cuya navegación resultaba un verdadero azar en esa época del año. A la vez, eso les ofrecía la oportunidad de continuar con la exploración de la costa de aquel ignoto país. Aunque estaba descartada la posibilidad de que pudiera formar parte del gran continente austral, había despertado el interés de los naturalistas a bordo. A ello se sumaba la posibilidad cierta de anexar esos territorios, a los que nombraron como Nueva Gales del Sur, al dominio británico.

Louis-Antoine de Bouganville. Por Jean-Pierre Franque, ca. 1840.
Colección Palacio de Versailles. Francia


Con la excepción de los relatos de algunos intrépidos navegantes, esos lugares eran prácticamente desconocidos. Se cree que por el año de 1522, el portugués Cristovao de Mendonça pudo ser el primer europeo en aproximarse a la costa oriental de lo que hoy se conoce como Australia. Pero en 1768, Louis de Bouganville, de Francia, fue quien llegó a dejar testimonio inequívoco de su paso por allí. De acuerdo a sus informes, se trataba de aguas traicioneras, por la presencia sorpresiva de bajíos y arrecifes. 


El Endeavour frente a las costas de Nueva Holanda. 
Por Samuel Atkins, 1794. Biblioteca Nacional de Australia.


Sin embargo, el Endeavour parecía volar por sobre el espumoso oleaje, sin contratiempo alguno. Banks, Solander y su equipo de colaboradores, estaban deleitados por la abundancia de especímenes interesantes y novedosos. Mientras tanto, James Cook compartía sus labores al mando de la expedición, con el levantamiento de un informe detallado de dicha costa. Para el mes de junio de 1770, sin sospecharlo, se estaban adentrando en una de las grandes maravillas naturales del planeta: la Gran Barrera de Coral Australiana. 


Mapa de la región de la Gran Barrera australiana. 
Por la Autoridad del Parque Marino de la Gran Barrera, 2014.
Licencia CC BY 3.0


El trabajo cartográfico obligaba a no perder de vista la tierra. Consciente del riesgo, Cook ordenó mantener un control permanente de la profundidad. Pero escapaba a su experiencia, la morfología del fondo en esos lugares. La noche del 11 de junio, la sonda marcaba una profundidad superior a treinta metros y la mar estaba serena. Lucía como un buen momento para retirarse a descansar por un rato, cuando un ruido estridente los sacó a todos de su letargo. ¡Habían impactado con un arrecife!

Aún en ropa de dormir, Cook asumió el mando, para constatar que se encontraban en serias dificultades. En las bodegas, el agua ya alcanzaba un metro de profundidad. El riesgo de perderlo todo, era inminente. Levaron anclas y arrojaron varias toneladas de lastre al mar, en un intento desesperado de mantenerse a flote. A bordo, todos, incluso Banks y su séquito, debieron trabajar arduamente, colaborando en las labores de achique, evitando así un rápido hundimiento. 

Es muy posible que de haber sido otro tipo de embarcación, sin la solidez del carbonero Whitby, se hubiese ido a pique, sin remedio. Cuando la marea comenzó a subir, la nave flotó sobre el arrecife, lo cual era una buena noticia... No obstante, todavía debían llegar a la orilla, y el agua continuaba entrando a raudales. Fue cuando uno de los ayudantes sugirió que se pasara una vela de lado a lado, por debajo del agua, para envolver el casco del buque y luego tensarla. Mientras, por dentro, se rellenaban los orificios con todo el material disponible, lana, estopa para calafatear e incluso estiércol del ganado a bordo. También la suerte intervino, cuando un gran trozo de coral se mantuvo, obstruyendo el mayor de los agujeros.


Reparación del Endeavour. Grabado, ca. 1780.
Tomado de researchgate.net 


De ese modo, precariamente lograron varar el Endeavour junto a la desembocadura de un río, para ponerlo en condiciones de seguir con la navegación. Todavía les aguardaba el largo camino de regreso a casa. Allí se mantuvieron durante seis semanas. Aunque la comida no era abundante, se las arreglaron para subsistir. Almejas, tortugas, aves y los sorprendentes canguros, nunca antes vistos por los europeos, formaron parte de una dieta, que el propio Cook se aseguró de que fuera repartida con equidad. También ocurrieron encuentros con los habitantes del lugar, que resultaron ser pacíficos. 


Joseph Banks en 1773. Por Joshua Reynolds. 
Galería Nacional de Retratos, Londres, UK.
Fuente: www.csupomona,edu

Una vez finalizadas las reparaciones, sorteando los numerosos escollos, prosiguieron la navegación hasta salir de la barrera coralina, con rumbo norte. Por fortuna, no hubo más percances. El primer mapa de esas costas, fue producto de ese viaje. Lleno de admiración, Banks escribiría más tarde: Un arrecife como ese, es algo muy difícil de encontrar en otro lugar que no sea en estos mares. Se trata de una pared vertical de coral que se asoma casi perpendicular desde el fondo del inescrutable océano...

Más tarde, divisaron el punto más al norte del territorio australiano, que fue bautizado con el nombre de cabo York. Se pudo confirmar que Australia y Nueva Guinea eran dos inmensas islas, por completo separadas una de la otra. Entre ambas se encuentra el estrecho descubierto por el español Luis de Torres, allá por el año de 1606. De nuevo quedaba claro que no formaban parte del gran continente perdido. 


Batavia. Por Jacob Keyser, 1730.
Fuente: http://hdl.handle.net
Licencia: CC BY 4.0


Prosiguieron el viaje hacia Batavia, hoy Yakarta, para ese tiempo colonia holandesa, en la isla de Java. Arribaron el 11 de octubre de 1770. Allí podrían surtirse de lo necesario para el viaje de retorno, mientras se revisaban los trabajos de reparación del barco. El lugar parecía ser apropiado para reponer las energías, luego del agotador itinerario. Pero ello significó un costoso error... Cuando lo más duro parecía haber quedado atrás, los pasajeros y la tripulación del Endeavour debieron soportar los embates de una verdadera epidemia. 

Ansiosos de diversión, algunos hombres bajaron a tierra, a visitar las tabernas del puerto, y contrajeron malaria. Para empeorar la situación todavía más, la poca o tal vez nula salubridad del agua que cargaron antes de zarpar, fue la causa de que se desatara un brote de disentería a bordo. Al final, más de dos docenas de hombres, un tercio de los viajeros, sucumbió en el camino de regreso. 


Sydney Parkinson. Autorretrato, ca. 1770.
Museo de Historia Natural, Londres, UK.


Entre las dolorosas bajas, estuvo el astrónomo Charles Green, además del magnífico dibujante Sydney Parkinson y el científico Herman Spöring. El joven tahitiano Tupaia, que tanto los había ayudado para entenderse con los habitantes de las islas del Pacífico, también cayó, víctima del mismo mal. Resultó ser una gran ironía, que los importantes logros en la prevención del escorbuto, hayan sido opacados en la fase final del viaje. De más está decir, que por mucho tiempo, las tripulaciones británicas harían todo lo posible por esquivar el puerto de Batavia.


Ruta del primer viaje de James Cook.
Por Cristoff Lingg, 2006.
Lic. CC BY-SA 2.5


Pusieron proa hacia el occidente, en búsqueda del cabo de Buena Esperanza, en el extremo sur de África. Desde allí, la ruta hacia Europa era bastante conocida. El 12 de julio de 1771, casi a tres años de su partida, apareció ante ellos la costa inglesa. A pesar de las dificultades, habían completado la circunnavegación del globo terráqueo. Tan solo por sus aportes al conocimiento geográfico y científico, la expedición ya podía ser considerada como exitosa. Pero otro de sus logros, tuvo marcadas consecuencias geopolíticas. Fue la ampliación de los dominios y la consolidación del Imperio Británico como primera potencia mundial. 

Desembarco de James Cook en Botany Bay. Por Emanuel Phillips Fox, 1902.
Galería Nacional de Victoria, Melbourne, Australia.

A su regreso, fueron recibidos como héroes. Siempre disciplinado, apenas pisó suelo inglés, Cook se dirigió a la oficina del Almirantazgo, para dejar allí todos los cuadernos y diarios, tanto suyos, como del resto del personal a bordo. Tenía instrucciones precisas al respecto, ya que esa información era manejada en principio como secreto de estado:

"Y a su llegada a Inglaterra se presentará inmediatamente a esta oficina para entregarnos una relación completa de las actas del viaje, cuidando de reclamar, antes de abandonar la nave, los diarios y cuadernos de navegación que hayan podido llevar los oficiales y suboficiales, precintándolos para su inspección, y ordenando a aquellos y a toda la tripulación no divulgar dónde han estado mientras no reciban la pertinente autorización".

Lo usual en estos casos, era que toda la información, una vez filtrada y generalmente censurada por el propio Almirantazgo, fuera puesta en las manos de un escritor profesional, para dar forma a una versión publicable. Es fácil suponer que durante este proceso, la opinión de los verdaderos protagonistas, podía resultar menoscabada. Además, dicho proceso era lento: podía llegar a tardar algunos años. Luego de un proceso similar, en el mes de junio de 1773 salió a la luz la primera edición oficial del viaje de Cook.


Primera página del libro de John Hawkesworth, 
An account of the Voyages, sobre el viaje del capitán Cook,
por encargo de Su Majestad, Jorge III. Año 1773.

Era aquella, la época dorada de los libros de viajes, aventuras y de expediciones a tierras desconocidas. Los dos mil ejemplares de esa primera edición, resultaron insuficientes y se agotaron muy pronto. En realidad, los relatos de los viajes de James Cook, llegarían a convertirse en una de las publicaciones más exitosas del siglo XVIII. 

Sin embargo, paralelo a ello, existía una especie de "mercado negro". Siempre hubo editores dispuestos a pagar con generosidad, a quienes filtraran información interesante. Diarios ocultos, escamoteo de datos, espionaje, todo era bien recibido. Como resultado, se publicaban imprecisiones, e incluso mentiras, pero esos libros eran consumidos, por un público ávido de información fresca y sin censura previa.  


Jorge III. Por Thomas Gainsborough, 1785.
Castillo Real de Varsovia, Polonia.
Fuente: Google Arts & Culture.


Cook fue presentado al rey Jorge III, quien lo ascendió al grado de comandante y capitán de fragata. Sin embargo, resultó inevitable que surgiera una especie de rivalidad silenciosa entre él y Joseph Banks. Los deslumbrantes hallazgos de este último, lo habían convertido en el "hombre de moda", no solo entre la comunidad científica, sino también en los salones de la más refinada aristocracia londinense. 

Pronto se incubó la idea de organizar un segundo viaje. Al principio, Banks resultó ser el encargado de llevar adelante el proyecto. Hasta el mismo rey mostró su entusiasmo, al ofrecer dos embarcaciones. Es posible que Cook haya tenido que tragarse su orgullo, al dirigirse a Banks, en buenos términos, ofreciendo sus servicios, en el caso de concretarse dicho viaje. A pesar de su magnífico desempeño al mando, no hay que olvidar que en la armada británica abundaban los oficiales de origen aristocrático, quienes seguramente aspiraban a dirigir un segundo viaje. 


Sello Neozelandés en homenaje a James Cook, 1940. 
Tomado del artículo de Magadalena Merbilháa, 
para red-cultural.cl

De cualquier modo, ya Cook se había ganado un sitial entre los grandes exploradores de la historia. Su leyenda apenas comenzaba...

 

    

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