miércoles, 13 de abril de 2022

Leyendas del mundo. Irlanda. La Banshee.

 

Paisaje en Glendalough, Irlanda.
Foto: Stefan Flöper, 2006. 
Lic. CC BY-SA 4.0


Ahora detendremos nuestros viajes, en una tierra muy especial, no solo por su espléndido verdor y sus paisajes encantadores, sino más aun por su gente y la riqueza de sus tradiciones y costumbres. Se trata de la isla de Irlanda, la cual forma parte del archipiélago británico. A pesar de los intensos vaivenes por los que ha atravesado a lo largo de su historia, es hoy un país próspero y atrayente, en grado sumo. 

El libro de Kells, verdadera joya del arte religioso medieval. 
Fue escrito hacia el año 800 d.C.


Resulta curioso, que aunque las legiones romanas jamás plantaron su estandarte en Irlanda, en cambio, los monjes de la iglesia de Roma sí llegaron hasta allí, dejando un aporte cultural y religioso imborrable. Sin duda, el más conocido de esos misioneros, fue nada menos que San Patricio, que terminaría por convertirse en el santo patrono de los irlandeses.  


Imagen de San Patricio. 
Vitral de la iglesia de Nuestra Señora. 
En Goleen, condado de Cork, Irlanda.
Foto: Andreas F. Borchert, 2009.
Lic. CC BY-SA 4.0


Aunque el cristianismo prendió en Irlanda, como en muy pocos lugares, la tradición celta nunca fue olvidada por completo. Esta fusión de lo religioso y lo pagano, contribuyó en buena parte a estimular la marcada variedad de su folclore. Grandes intelectuales de todas las ramas, artistas, músicos y cineastas, han bebido de esa inagotable fuente de inspiración. 


Isabella Augusta. Lady Gregory. Gran recopiladora del folclore irlandés.
 Fuente: Digital Projects. University of Pennsylvania.


Historias sobre bosques y castillos encantados. Fantasmas, brujas, hadas, y duendes avaros. Botijas llenas de oro, al final del arco iris, forman un mundo asombroso de fantasía y mágica belleza. No es tan difícil de imaginar, el respeto o el miedo que podían inspirar algunos de esos personajes, en los tiempos ya lejanos, cuando las noches eran más oscuras, por la ausencia de luz eléctrica. 

Todavía recuerdo haber visto, hace muchos años, una película basada en una de esas leyendas. En ella, un simpático anciano irlandés, llamado Darby O'Gill, de algún modo se las había ingeniado para conseguir tres deseos del rey de los duendes, cuyo nombre era Brian, y a quien mantenía cautivo. Conocedor de la ambición humana, este le advirtió, que si llegaba a pedir un cuarto deseo, de inmediato anularía los tres anteriores y al final quedaría sin nada.

Leprechaun, por Jean-Nöel Lafargue.

El buen Darby cometió un error, cuando creyó que podría manejar a su antojo a un ser tan sabio como el rey Brian. No le concedería la libertad, mientras decidía a su conveniencia, cual habría de ser su tercer deseo. Pero ocurrió que su joven hija sufrió un grave accidente, y comenzó a ser rondada por un tenebroso ser: la Banshee. Esta, con sus gritos espeluznantes y su aterradora presencia, a fin de cuentas, llegaba para anunciar la muerte de la joven. 

Movido por su amor paternal, Darby prefirió utilizar su tercer deseo para salvar la vida de su hija... pero esto solo podría ser posible, si a cambio él ofrecía la suya. De ese modo, al llegar el carruaje de la muerte, con sus negros corceles y un hombre sin cabeza por cochero, él subió, tomando el lugar de la joven. No sentía miedo, solo tristeza, por el modo en el que habían terminado las cosas. 


Banshee. Por Michael1010, 2015.
Lic. CC BY-SA 4.0


Pero junto al desdichado Darby, de pronto apareció el rey de los duendes. Este, le había tomado verdadero aprecio al viejo, y estaba decidido a salvarlo. Comenzaron a charlar, hasta que en medio de su abatimiento, el anciano deseó que no lo dejara solo. De manera habilidosa, el duende lo había llevado a formular un cuarto deseo. No había terminado de decirlo, cuando quedó sin efecto todo lo ocurrido. De ese modo, regresando al principio, la historia tuvo un final feliz. 

De seguro, en aquella noche, hace tanto ya, no tuvimos un dormir muy plácido que digamos, si es que al fin logramos conciliar el sueño. En cambio, hoy esas historias nos intrigan sobremanera, lo que nos impulsa a indagar más sobre ellas. Pareciera como si todos los miedos de nuestra infancia, llegaron a quedar encerrados en alguna recóndita gaveta de nuestra mente. Nunca sabremos si continúan allí, o si en algún momento, de algún modo, puedan aflorar de nuevo. Mejor dejemos esos temas para los interesantes estudios de los psiquiatras. Sigamos con las leyendas irlandesas... 

Ya hacia el Siglo VIII de nuestra era, se encuentran referencias a las banshees. Su origen, tal vez se pierde entre la bruma de tiempos muy remotos. Bien podría ser anterior a la llegada del cristianismo a esas tierras, por lo que sería netamente celta. Pero también pudiera tener alguna relación con el llanto de las plañideras, cuyos dolientes gritos, llegaron a ser parte fundamental de los ritos funerarios. O quizá podrían estar asociadas a la idea de un ángel de la muerte, común a otras mitologías y creencias. Hasta podría tratarse de una mezcla de todo eso. 


La banshee aparece. Por R. Prowse, 1862.
Fuente: Patrimonio del condado de Wicklow. (wicklowheritage.org)



Según se decía, flotando incorpóreas, la banshees se acercaban hasta la ventana de los moribundos. Pero también podían aparecer por las colinas cercanas, en cualquier recodo del camino, incluso llegaban tomar la forma de una lavandera, en algún arroyo solitario. En todo caso, parecía tratarse de una entidad, mujer o hada, de frondosa cabellera y uñas largas. Quienes afirmaban haberse tropezado con ellas, aseguraban que parecían levitar, sin tocar el suelo. Podía ser vista o solo escuchada, o tal vez aparecer en sueños. Pero era inconfundible su gemido o canto de profunda tristeza, o peor aun, su grito aterrador, capaz de helar la sangre del más valiente, cuando anunciaban la muerte de alguien. 

No obstante, a pesar de su tétrico aspecto, podrían considerarse inofensivas, de no ser por las malas noticias de las que eran portadoras. Según la tradición, en principio solo las familias de alta alcurnia de Irlanda, "gozaban" del privilegio de estos fatídicos anuncios. Pero con el paso del tiempo, sus apariciones se hicieron más democráticas. De igual modo, se llegó a pensar, que este heraldo de la muerte había cruzado el Atlántico, junto con los emigrantes que se establecieron con sus familias en otros naciones. 

Hubo una banshee famosa, llamada Aibinn, que solo aparecía para anunciar la muerte de los miembros de la noble familia O'Brien. Se cuenta, que ella anunció su final al Gran Rey de Irlanda, el semi legendario Brian Boru. 


Brian Boru, rey de Munster. Autor desconocido, Siglo XVIII.
Permiso PD-Art {{PD_US}}


Desde su juventud, él destacó en la defensa de su patria ante los vikingos. En el año de 1014, a pesar de su avanzada edad, y a sabiendas de que encontraría la muerte, quiso estar presente en la decisiva batalla de Clontarf, ocurrida al norte de la moderna ciudad de Dublín. Resulta que poco antes, Aibinn se le había aparecido, ¡él no tenía ninguna duda de que era la banshee! A pesar de salir victorioso su ejército, en su huída, los derrotados fugitivos lo encontraron y asesinaron en su propia tienda. De manera increíble, el rey parecía haber aceptado sumiso, el destino anunciado por el espectro de la familia. 


La banshee. Por Henry Meynell Rheam, ca. 1899.
{{PD-US}}


Hay que aclarar, que en el folclore irlandés, el término banshee también era aplicado a las hadas de las colinas encantadas. Algunas de ellas, llegaron a ser reinas del mundo mágico. La misma Aibinn, cuyo nombre significa "hermosa", gobernaba sobre la región norte de la provincia de Munster. Además, era el espíritu guardián de los Dalcassian y los O'Brien. Su palacio se encontraba a dos millas al norte de Killaloe, en el promontorio de Crageevil, mejor conocido como la Roca Gris. Con el correr del tiempo, el significado de la palabra banshee, pareció hacerse más específico, hasta llegar a denominar solamente, al horrible ser que se encargaba de anunciar muerte y calamidades a los nativos de Irlanda.


La danza de las hadas. Por August Malmström, 1866. 
Museo Nacional, Estocolmo, Suecia. {{PD-US}}



Según las creencias populares, en la noche de Samhain, antes del amanecer del primer día de noviembre, las puertas de los lugares donde se ocultaban las hadas y duendes, quedaban abiertas de par en par. Por una noche, las criaturas sobrenaturales se hacían visibles y abandonaban sus cuevas y bosques. De acuerdo a la tradición, una caverna situada en Connaught, en Irlanda, llegó a ser conocida como la Puerta del Infierno, por los horribles monstruos que allí moraban.  

Como en una fantasmal caravana, volaban libres por todas las comarcas irlandesas. En realidad, los más osados se aventuraban por esos parajes recónditos, deseando encontrarse con algún tesoro oculto. Pero la mayoría de la gente, presa del miedo, no asomaba la nariz fuera de su casa. Solo pensaban en pasar esa noche hilvanando oraciones junto a su familia, al calor de sus hogares.

 

Brujas, duendes y fantasmas.
Por Arthur Rackham, ca. 1910

El repique de las campanas de las iglesias, al amanecer del día de todos los santos, hacía retornar a sus escondites, a todas esas criaturas mágicas y pavorosas. 

Según se puede intuir, la terrorífica noche de Samhain, pareciera haber dado paso al conocido y alegre Halloween. De aquel ambiente tenebroso, hoy no quedan más que los disfraces y las calabazas, que más bien producen hilaridad. Niños y adultos disfrutan de una noche de juegos y travesuras. ¡Cuán lejos se encuentra de las espeluznantes veladas del Samhain! Halloween se ha ido extendiendo con rapidez por todo el mundo, como si se tratara de un carnaval. Su origen pagano es evidente, pero se encuentra asociado a la festividad de todos los santos. Pareciera una reminiscencia de aquella época, en la que la tradición celta fue gradualmente asimilada por el cristianismo. 


Lecturas adicionales.


Irlanda, un país mágico.

Mitología y leyendas de Irlanda.

¿Quién fue San Patricio?

¿Existen las hadas?

Hadas del bosque.

Origen de la banshee.

 

 

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario