Templo de Hatshepsut, en Deir el-Bahari, frente a Luxor. Egipto. Foto: Gocht, 2006. |
Está claro que a Hatshepsut no le era del todo indiferente el tema del juicio de la posteridad. ¿Más de qué podría preocuparse? Durante su reinado, Egipto atravesó tiempos de bonanza y prosperidad general, que quedaron reflejados en un arte y una arquitectura maravillosos. Como una muestra de ello, está el templo funerario que hizo construir contra los acantilados, en el Valle de los Reyes, el cual resalta entre los monumentos del antiguo Egipto, por su elegancia y belleza. Allí también quedó constancia de las riquezas que llegaban desde tierras exóticas. El regreso de los barcos egipcios provenientes de la legendaria tierra de Punt, fue representado, con gran lujo de detalles, en las paredes de ese mismo templo.
Relieves en el templo de Hatshepsut, en Deir el-Bahari. Egipto. Autor: Madaki. Fuente: Amaunet. 2008. Lic. Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported |
El dios Amón coronando al faraón Hatshepsut. De un obelisco en Karnak. Foto: Jon Bodsworth, 2006. Fuente: www.egyptarchive.co.uk |
Como si hubiese presentido que el recuerdo de su vida y obra corría peligro, aquella mujer admirable, se esmeró en contar su historia a través de sus estatuas y monumentos, incluso cuando expresaba por escrito algunos de sus pensamientos íntimos:
Ahora mi corazón se inquieta al pensar en qué dirá la gente que vea mis monumentos en años venideros y que hablará de lo que he hecho...
Desaparecida casi para siempre, comenzó a saberse de ella, en el año de 1828, cuando Jean-François Champollion visitó Egipto. ¿Cómo dejar de imaginar la intensa emoción que él debió haber sentido al encontrarse cara a cara, con las venerables ruinas de la época de los faraones? Armado con las herramientas necesarias para interpretar buena parte de la escritura jeroglífica, ningún obstáculo o molestia fue suficiente para poner freno a su curiosidad.
Hatshepsut. Deir el-Bahari. Foto: Codex, 2012. Lic. Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unptd. |
Lista de reyes de Karnak, en el templo de Amón. Por M. Prisse, ca. 1845. Fue robada y transportada a París, Francia. Tomado de L'Illustraion, Journal Universel. Vol. 7 p. 244. París, 1846. |
En las anteriormente mencionadas listas de reyes del historiador griego Manetón, recopiladas en el siglo III aC. figuraba el nombre de una reina, llamada Amesis, quien gobernó durante veintiún años, antes que Tutmosis III. Champollion supuso que dicha reina y el faraón Amenenthe debían ser la misma persona. ¡Y estaba en lo cierto! Más tarde ella sería llamada Hathepsitou: "la primera de las damas nobles", por el famoso egiptólogo, también francés, Auguste Mariette.
El Valle de los Reyes, Egipto. Foto por: Francisco Anzola, 2008. Lic. Creative Commons Attribution 2.0 Generic |
¿Pero, qué fue de sus restos? Durante mucho tiempo, se pensó que su momia se había perdido de manera definitiva. No era descabellado considerar esa opción, luego de incontables siglos de saqueo. Por otra parte, la acción de los elementos, en especial, y de manera que pudiera parecer sorpresiva, el agua y la consecuente proliferación de escombros, también resultaban ser un peligro para la conservación de las tumbas del Valle de los Reyes. Quizás se hallaba confundida entre otras momias, condenada al definitivo anonimato, almacenada en los silenciosos depósitos de algún museo.
Al final, dar con el paradero e identificar el cuerpo de Hatshepsut, resultó ser una verdadera odisea. Se requirió de la actuación de exploradores audaces, de la inteligencia y la paciencia de expertos arqueólogos, además de un toque de buena suerte y sobre todo, de la tecnología moderna, que ha probado ser un aliado invalorable en los estudios históricos.
Howard Carter examina el sarcófago de Tutankamon. Luxor, Egipto, 1922. Fuente: Archivo fotográfico de el New York Times. |
Allí tan solo se veían paneles de caliza, vasijas rotas, vasos canopes con el nombre de Hatshepsut y dos sarcófagos de cuarcita amarilla. Según las inscripciones, uno correspondía a la reina y el otro a su padre, el faraón Tutmosis I. ¡Pero ambos estaban vacíos! Estaba claro que si la tumba número veinte del Valle de los Reyes llegó a ser utilizada alguna vez, los cuerpos habían sido trasladados para otro lugar. A fin de cuentas, esa cámara sepulcral nunca fue restaurada. A esto se añade, que en el año de 1994, una inundación produjo daños considerables, dejándola inaccesible hasta el día de hoy.
Uno de los sarcófagos encontrados en la tumba KV20. Foto: Keith Schengili-Roberts, 2007. Fuente: Museo de Bellas Artes de Boston Lic. Creative Commons Attribution-Share Alike 2.5 Generic |
Momia KV60A, tal como fue hallada en el piso. Fuente: Donald P. Ryan and Valley of the Kings Project. Egyptian Archeology en www.community.plu.edu |
La momia que Ayrton había remitido al Museo, quedó en el catálogo como la KV60B. Algún tiempo después, fue identificada como Sitra, nodriza de Hatshepsut. Entonces surgió la duda razonable, de que el cuerpo que aún yacía en el piso de la tumba, en condiciones deplorables, podía ser el de la otrora gran reina del Nilo. Alguien pudo haberlo movido allí, desde su ubicación original. Pero aquel sitio no era de fácil acceso, y ante la ausencia de planos, nadie volvería a dar con él, durante los próximos ochenta años. De ese modo, el misterio del paradero de su cuerpo momificado, continuaría sin resolver.
Gracias a la intuición de la investigadora estadounidense, Elizabeth Thomas, la casi olvidada tumba, cobró un nuevo interés. En junio del año 1989, un equipo norteamericano de arqueólogos, dirigidos por Donald P. Ryan, se dedicaba a explorar tumbas menores y no decoradas, en el Valle de los Reyes. Por influencia de la doctora Thomas, se incluyó la KV60 en el permiso de exploración, solicitado al gobierno egipcio. Desde entonces, la momia que tenía más de treinta siglos en la oscuridad y el olvido, comenzaría a ser vista de otro modo.
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