viernes, 25 de octubre de 2019

La historia de dos iglesias (parte 1).



Detalles Basílica del Salvador. Foto: Irashstar, 2008
Lic. Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0

Como mencionamos antes, la tragedia ocurrida el 8 de diciembre de 1863, que culminó con la demolición de la Iglesia de la Compañía, llevó al Arzobispado de Santiago a ordenar la edificación de una imponente basílica en honor a Cristo Salvador. Pero esta sería ubicada en otro lugar de la ciudad. El inicio de los trabajos, coincidió con el estallido de la Guerra del Pacífico, lo que indujo una significativa merma en los recursos destinados a erigir la nueva iglesia. Luego del triunfo de las armas chilenas en 1883, y la paz de 1884, acudieron allí los soldados de la patria, a consagrar sus armas, en acción de gracias por la victoria. Como un dato curioso, las puertas del altar mayor fueron fabricadas con el metal de algunos cañones. 

Por desgracia, la suerte de la imponente basílica pareciera haber quedado signada por la tragedia, luego de haber vivido épocas de esplendor. Los movimientos sísmicos fueron debilitando su estructura, hasta el punto de llegar al riesgo inminente de su desplome. A pesar de haber sido nombrada como Monumento Nacional, en el año de 1977, y de los esfuerzos por evitar su completo colapso, su futuro hoy en día es incierto. 

La Iglesia de la Compañía y la Basílica del Salvador... sus historias están unidas: el fin de la primera, marcó el nacimiento de la otra. Dos templos, cuya magnificencia y triste destino, no son más que un recordatorio de la fragilidad humana. Comenzaremos por la historia de la Iglesia de la Compañía, guiados por el presbítero Mariano Casanova, quien años más tarde llegaría a ser el cuarto Arzobispo de Santiago. Podremos conocer más, acerca de sus orígenes y los infortunados sucesos que enlutaron a la ciudad, en diciembre del año 1863. En varios pasajes, nos atendremos a su escrito original, sin modificaciones...


Plaza de Armas, Santiago de Chile, 1850.
Por Ernest Charton. Museo Nacional de Bellas Artes, Chile.

Dice el padre Casanova: "Basta dar una mirada a Santiago para reconocer la fé ardorosa que animó a nuestros antepasados. Do quiera que levantaban alguna modesta casa para su habitación, allí al punto zanjaban los cimientos del templo de Dios, anhelando por vivir a su sombra. Casi todas nuestras grandes iglesias cuentan ya siglos de existencia y guardan bajo sus bóvedas las cenizas de sus constructores. Al pensar en la grandeza de nuestra Catedral y en las vastas proporciones de las iglesias de Santo Domingo, la Merced, San Agustín y San Francisco, no se puede dejar de admirar los sacrificios que estos templos demandarían a los habitantes de Santiago, relativamente pocos en número y de escasos recursos. Las erogaciones de los fieles debieron ser cuantiosas para realizar unas obras que ahora sería mui difícil llevar a cabo, a pesar de las mejores circunstancias que nos rodean. La población es hoi inmensamente superior a la de aquellos tiempos; tenemos riquezas; mas falta o se debilita la fé, que es capaz por sí sola de obrar prodigios..."


Fundación de Santiago. Por Pedro Lira Rencoret, 1888. {{PD-US}}

A continuación, relata como junto con los conquistadores, también llegaron sacerdotes, quienes se impusieron la ardua tarea de sembrar las creencias cristianas, en estas indómitas regiones. El primer templo, la llegada de las primeras órdenes religiosas... cada una de las cuales procedía a erigir su propia iglesia. Seguramente, estas comenzaban siendo unas humildes capillas, pero gracias al fervor popular y al tesón de los monjes, terminaban convertidas en hermosas edificaciones, no mucho tiempo después. 


Plano inicial de la ciudad de Santiago en 1552. Autor desconocido, ca.1900.
Fuente: www.archivovisual.cl  {{PD-US}}

A unos cincuenta años de la fundación de Santiago, por Pedro de Valdivia, arribaron los primeros padres jesuitas, procedentes del Perú. Fueron recibidos en medio del júbilo general y disfrutaron  temporalmente de la hospitalidad de los monjes dominicos. Seis semanas más tarde, se instalarían en la casa del antiguo Gobernador de Chile, Rodrigo de Quiroga, adquirida gracias a la colaboración de los vecinos. Dicha casa, estaba situada a una cuadra de la plaza principal. En ese mismo sitio, se edificaría más tarde la iglesia de La Compañía.

Hacia el año de 1594, se levantó la primera iglesia de los jesuitas. Un año más tarde, estaba concluida. Debió tratarse de una edificación muy sencilla. Tenía una sola nave y era de adobe, debido a la escasez de recursos. Como es fácil de adivinar, ella no fue duradera. Al poco tiempo amenazaba con desplomarse, por lo que hubo de ser demolida casi por completo, para evitar desgracias. Por supuesto, nadie podía imaginar lo que el futuro tenía reservado para aquel sitio... En 1605, se dio comienzo a la construcción de un nuevo templo. Ocupaba solo la mitad de la cuadra, ya que en aquel entonces, el terreno adyacente no le pertenecía a la congregación. Solo tenía una torre, que se erguía en la esquina de La Bandera. Los trabajos tardarían veintiséis años.

"El retablo del altar mayor era tan rico, que fue apreciado en treinta y un mil pesos. El historiador Ovalle dice, hablando de esta iglesia que no había otra cosa semejante en todo Chile, y que solo la Catedral podría aventajársele..."

"Grande fué la solemnidad con que se estrenó el templo. No solo concurrió el pueblo todo de Santiago, sino que también vinieron numerosas tríbus de los campos y hasta de los lugares mas remotos. Muchos de los negros traidos del Africa se hicieron bautizar, movido por la magnificencia del culto católico. Ocho días consecutivos duró la celebración..."

"La iglesia fué dedicada al glorioso Arcánjel san Miguel..."


Mariano Casanova, cuarto Arzobispo de Santiago. 1906.
Album de Chile, 1906. www.bibliotecanacionaldigital.cl

Según la relación del padre Casanova, los jesuitas quedaron con una deuda de cincuenta mil pesos... La economía del país se encontraba bastante deprimida, lo que hacía muy difícil el aporte de fondos para la construcción de la iglesia. Aquellos eran tiempos, en que los aguerridos araucanos mantenían a raya las ciudades del sur y los territorios más allá del Biobio.  

¡Extraño sino el de aquel hermoso templo! Muy poco después, sería conmovida su estructura por un pavoroso terremoto, el 13 de mayo de 1647. Allí perdió la vida uno de los sacerdotes de la congregación. En principio, los jesuitas debieron conformarse con la reparación de la parte que había sufrido menor daño. El estado de pobreza general hacía poco prudente el acometer un trabajo completo. A pesar de eso, pronto se las ingeniarían para levantar de nuevo la iglesia, con un proyecto aun más ambicioso... 

"Con todo, por el año de 1652, poco más o menos, trabajó el padre Vicente Modolell una iglesia provisoria, de 160 piés de largo y 50 de ancho. Era de tres naves, sostenida la primera con pilastras de madera...

"Esa iglesia daba sobre la calle de la Compañia, con la fachada al oriente..."
Escudo de Armas de Santiago de Chile.
 Por: Bimbo & Hansen, 2008.

Lentamente, Santiago de nuevo iba recuperándose luego del terrible cataclismo y comenzaba a vislumbrar un mejor porvenir. Se había consolidado como una ciudad importante, siendo sede de una Real Audiencia; era la capital de una colonia que ostentaba con orgullo el título de Reino. Sus bondades, habían convertido a Chile en una tierra muy atractiva para los colonos europeos. Además, por sus inmensos territorios todavía salvajes, era una invitación para los aventureros y la gente emprendedora. Al atisbar los jesuitas el porvenir de la ciudad, proyectaron un templo superior a los anteriores, ¡deseaban una obra perdurable! Pero ya el destino tenía sus propios designios: antes de un siglo, la Compañía de Jesús debería marcharse del país, y aquel templo sería demolido, no mucho después...

Para ejecutar tan magnífica obra, resultaba  imprescindible acceder a cuantiosos recursos, muy difíciles de conseguir por la vía de la limosna y las contribuciones. Esto pudo llevarse a cabo, gracias a la intervención de dos personajes ilustres de la propia congregación jesuita. Ellos fueron los hermanos Francisco y Gonzalo Ferreira, nacidos en Santiago, quienes provenían de una familia adinerada. Magníficos administradores, además eran notables arquitectos. Ellos tendrían la dicha de ver culminada su obra, treinta y nueve años después, en 1711. 

Aquella construcción tenía algo más de setenta metros de largo y veintisiete de ancho: eran cerca de mil novecientos metros cuadrados, distribuidos en tres naves. Poseía diez puertas, tres de ellas en la fachada. 

"... A un lado del frontis, sobre la primera capilla, se alzaba una elegante torre de las dos que se habían trazado en el plano. No tenemos datos para calcular la altura de estos dos cuerpos..."

"La fachada no correspondía al orden de la iglesia, y parece que nunca habia sido mejor que la que nosotros hemos alcanzado a ver..."

"Trece grandes ventanas y cuatro pequeños óvalos, además de la media naranja, facilitaban la claridad y la ventilación de aquella iglesia..."


Iglesia de San Ignacio, Roma. Italia. Foto: Tetraktys, 2010. Lic. CC BY-SA 3.0

El diseño estuvo inspirado en la iglesia de San Pablo, en Lima. A su vez, esta era una réplica de la de San Ignacio, en Roma... A excepción de la cúpula, toda fue construida con madera, cal y ladrillos. Rojos tejados cubrían los techos de las naves laterales. Fue dotada de bóvedas y galerías subterráneas, que dieron origen a una infinidad de cuentos y leyendas populares. Para cubrir los gastos, la congregación jesuita hubo de contraer fuertes deudas. No obstante, el embellecimiento de la iglesia nunca se detuvo. Mas, cuando progresaban los trabajos para concluir la segunda torre, de nuevo la naturaleza dio al traste con sus planes...

La ciudad despertó con un fuerte terremoto, en la madrugada del 8 de julio de 1730. Los templos de San Pablo, Santo Domingo y La Merced se vinieron abajo... La Iglesia de la Compañía resultó con daños reparables, según el criterio de los expertos. Los materiales destinados para la torre, fueron utilizados para reforzar los arcos entre capilla y capilla, que habían sido seriamente dañados por el sismo. ¡Sabia decisión! una nueva sacudida, en mayo de 1751, posiblemente hubiese acabado con ella. Solo rasgó las bóvedas de cal y ladrillo, las cuales acabaron por ser demolidas. Nuevas reparaciones: esta vez se utilizarían techos de madera. Para el año de 1753, el templo de La Compañía estaba listo de nuevo.

"... No pudiéndose desde luego reparar la torre, que también había quedado mal parada, levantáron otra pequeña sobre la testera de la iglesia y colocaron en ella la campana para tocar a misa. Todos estos reparos y los demas gastos que hemos mencionado se hicieron exclusivamente por el Colejio, en razón de haber quedado sin deuda desde aquel año 1753. En el siguiente demolieron la torre de que hemos hablado y la reemplazaron por otra, colocada en medio de la fachada. Su forma no era en realidad elegante..."

"... En 1765, se puso en la misma torre el magnífico reloj que por 76 años ha sido el mejor de Santiago, sin que despues haya habido otro que le pueda ser comparado. Algunos restos de él se encuentran en el actual reloj de Santa Ana..."

"... Finalmente, enriquecieron los jesuitas con cuánto pudiera dar mayor realce al culto divino. Tenian preciosos ornamentos de que aun existen abundantes y ricas muestras en nuestra Catedral..."

"En 1766 pintáron los jesuitas la fachada y la torre para dar mayor esplendor, segun parece, a la solemnidad de la consagración de la iglesia, que hizo el Illmo. Sr. Aldai, Obispo de Santiago, a quien los padres regalaron el terno, la mitra y el báculo pastoral con que pontificó en aquel día."


Carlos III de España, por Anton Raphael Mengs, ca. 1760.
Colección Pérez Simón, Mexico.  {{PD-US}}

"... Tantas y tan fundadas esperanzas quedaron desvanecidas en un instante, al llegar a Santiago la despótica real órden de Carlos III, por la que se mandaba arrojar de Chile a la Compañia de Jesus. No nos toca hablar de tan triste suceso, sino solo en la parte relacionada con la historia que narramos."


Altar mayor de la Catedral Metropolitana de Santiago de Chile.
Foto: Daniel Delgado

La guerra contra los elementos continuaría. En 1769, un incendio destruyó la ya maltrecha Iglesia Catedral. Ante la lentitud de los trabajos, el templo de la Compañía fue designado para sustituirla. Por su capacidad, resultaba ser más que suficiente para el servicio de la ciudad, que para entonces contaba solo con unos treinta mil habitantes. Pero apenas la Catedral entró de nuevo en funcionamiento, en la mudanza dejaron desmantelada la desdichada iglesia, que perteneciera a los jesuitas. Vendrían años de abandono, hasta que fue rescatada gracias al celo del entonces presbítero don Manuel Vicuña y Larrain...

"... Acomodaron un nuevo altar mayor y repararon cuanto les fué posible el interior de la iglesia. Desde entónces, la Compañía empezó a ser el teatro de los trabajos del clero secular y el campo en que se ejercitaban en el sagrado Ministerio los jóvenes levitas..."

"... Así marcharon las cosas, sin que nada fuese capaz de turbar ese órden; nada, ni los grandes cambios políticos que tuvieron lugar desde el año 10, ni aun el temblor del año de 1822. La Compañía seguia siempre siendo la iglesia más concurrida, la mejor servida de la capital y la mas amada de sus habitantes."


Iglesia de la Compañía de Jesús. Grabado en madera por Charles Barbant e hijo, 1880.
 Basado en una obra de Clara Filleul. Fuente: www.philographykon.com {{PD-US}}

Parecía poseer esta iglesia un don especial. Siempre resurgía, luego de las adversidades, incluso del abandono. Las sacudidas de la tierra, la habían hecho estremecer, pero el amor que la rodeaba curaba sus heridas y al final acababa por hermosearla. Ese amor, se manifestaba en la cantidad de feligreses que gustosos acudían a ella. De algún modo, es posible que representara el espíritu de lucha del pueblo chileno, ante las dificultades. ¡Se había ido transformando en un símbolo! Pero lamentablemente, los materiales que la habían hecho resistente a los movimientos telúricos, la hacían vulnerable ante otro enemigo implacable: ¡el fuego! El noble templo aun supo soportar de pie sus embates, pero finalmente fue demolido y un jardín terminó ocupando su lugar. 

Irónicamente, los jesuitas volverían a Chile en el año de 1843...

Hemos de regresar a esos tiempos, para ser testigos de los acontecimientos que convirtieron a la querida Iglesia de la Compañía, en un triste recuerdo. 




  





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