martes, 5 de agosto de 2014

Álvar Núñez Cabeza de Vaca (parte III)

Álvar Núñez Cabeza de Vaca

¿Qué fue de la vida de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, después de volver a la civilización, luego de vagar errante, durante varios años por los territorios desolados del sur de Norteamérica? De un hombre común y corriente, podría haberse esperado que buscase una vida pacífica, sosegada. Ya no era un joven, como para ponerse a pensar en nuevas empresas o aventuras. Pero sin duda, él pertenecía a esa clase de seres humanos, dotados con un espíritu inquieto, poseídos del deseo de conocer, de explorar, en fin, que no son capaces de sentarse para ver transcurrir el resto de sus vidas, desde una posición cómoda.


¡Y vaya que encontró aventuras y peligros en sus siguientes viajes! De nuevo recorrería miles de kilómetros, por territorios inexplorados y hostiles, por selvas casi impenetrables, bajo el acoso de los lugareños, poniendo su vida en riesgo permanente. ¿Pero, cómo fue que llegó a esa nueva y accidentada etapa de su vida? 


Carlos V. Óleo por Tiziano

Al regresar a España (1537), luego de su viaje y peregrinación por Norteamérica, se dedicó a relatar sus experiencias. Escribió un libro: Naufragios. Mientras, intentaba conseguir el favor real, para hacer un nuevo viaje, en el cual se le concedieran las prebendas y privilegios de un Capitán Conquistador. Lo cierto, es que el Emperador Carlos V (Carlos I de España), le otorgó mediante una Capitulación, en 1540, el nombramiento de Gobernador, Capitán General y Adelantado de la Provincia del Río de la Plata. Sobre el papel, eran títulos rimbombantes, unidos a la promesa de obtener grandes réditos, pero que a fin de cuentas no significaban más que la responsabilidad de conquistar y poblar en regiones enteramente salvajes, como ya dijimos. Además se obligaba a sufragar los gastos de la expedición, hecho que debió haber sido bastante comprometedor para sus finanzas.


Vista de Sanlúcar de Barrameda. Por Wijngaerde, 1567


Carabela española del siglo XVI


El muy diligente Álvar Núñez, en noviembre de ese mismo año, ya tenía su armada a punto. Zarpó del puerto de Sanlúcar, con dos naos, una carabela, y unos cuatrocientos hombres, bien equipados. En las Islas Canarias, se les unió otra carabela. Aprovechando las corrientes oceánicas, bordeando el África, tomaron rumbo oeste, en Cabo Verde. A pesar de algunos problemas con las naves, llegaron a las costas suramericanas, cerca del lugar en donde hoy se encuentra Río de Janeiro. Continuaron la navegación en medio de muchas dificultades y al fin desembarcaron en la Isla de Santa Catalina, en marzo de 1541 (todos estos territorios pertenecen hoy a Brasil). 



Fuerte de Buenos Aires, 1536. Por De Bry




Mientras las condiciones climáticas desfavorables le obligaron a esperar, se dedicó a planificar su estrategia. Enviaría por mar, algunos refuerzos y ayuda al Puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Aire. Este fue el germen de la futura ciudad de Buenos Aires, que había sido fundada por el fallecido Gobernador don Pedro de Mendoza. Así mismo, tomó la decisión de continuar la expedición por tierra, hasta el poblado de La Ascención (Asunción), que era la capital de la Provincia. Adelante enviaría a un grupo de exploradores, para determinar la mejor ruta a seguir. Para entonces, Álvar Núñez ni siquiera imaginaba las intrigas que se urdían por el poder en esas tierras.


Domingo Martínez de Irala


Poco tiempo después, Cabeza de Vaca se puso al corriente de la situación de la provincia; al parecer fue informado por unos españoles, que venían huyendo del peligro que representaban las bravas tribus que moraban en esos territorios. Pero se sorprendió al saber que también estaban hartos del maltrato y los abusos del Teniente de Gobernador don Domingo Martínez de Irala, sobre quien había recaído el mando, luego de la muerte del gobernador Mendoza y de su primer oficial Juan de Ayolas. Por ellos, también supo del estado de pobreza en el que subsistían muchos colonos.


Provincia del Río de la Plata


Selva paraguaya


Guerrero guaraní


En noviembre del año de 1541, con doscientos cincuenta hombres bien provistos, dio inicio el viaje por tierra. Contaban además con la ayuda de numerosos indígenas de servicio. Al grupo también se unieron dos frailes. Comenzaron por atravesar la meseta de Curitiba. Es muy posible que ya para entonces, Álvar Núñez Cabeza de Vaca empezaba a sentirse a sus anchas, abriendo caminos, cruzando ríos caudalosos, como el Iguazú y el Paraná, desafiando las dificultades impuestas por la naturaleza virgen. Pero tras ese encanto, podían ocultarse el hambre y la enfermedad. Caminaron unos mil quinientos kilómetros, en los que tuvieron la buena fortuna de encontrarse con tribus amistosas, de la etnia guaraní. Con ellos no fue difícil entenderse de manera pacífica. Fue durante ese recorrido, que se encontró ante el espectáculo sin igual de Las Cataratas de Iguazú. Sin embargo, su hallazgo también significó un esfuerzo adicional, ya que debieron transportar las pesadas embarcaciones por tierra, por un trecho de dos kilómetros.


Cataratas de Iguazú. Foto: Mariordo


Cuenca del Río Paraná. Por Kmusser


Los síntomas de rebelión comenzaron a evidenciarse. El pedimento de Álvar Núñez, de que les fueran enviadas unas embarcaciones grandes, fue pasado por alto. Eran necesarias por razones de seguridad, así como para transportar a los numerosos enfermos. Pero él pareció no percatarse de ese detalle, o estaba abstraído con los trabajos de la expedición, por lo que pareció no concederle mucha importancia al asunto. De lo que no estaba enterado, era que en medio de una situación similar, había muerto Juan de Ayolas y su gente, a manos de los guerreros indígenas. Lo cierto es que don Álvar optó por enviar a los enfermos hacia un lugar más seguro, río abajo. Irían en las balsas, contando con la custodia de un batallón de soldados. Mientras, él junto al resto del grupo, completaron el recorrido hasta Asunción. Hicieron su entrada allí, el 11 de marzo de 1542.


Fundación del Fuerte de Asunción, en 1537

No es difícil de imaginar, que al recibir el mando como Gobernador de la Provincia, en seguida se activó una conspiración en su contra. Hay que recordar el descontento que usualmente mostraban los conquistadores, cuando les imponían a alguien como su autoridad, sin poseer los méritos necesarios, a juicio de ellos. Para aquellos hombres rudos y díscolos, era poco menos que una afrenta. Este fue el origen de serios conflictos, en los tiempos de la conquista y la colonización de América.


Combate con los indígenas


Álvar Núñez, se dedicó a aliviar las carencias de los colonos empobrecidos. También comenzó a trabajar en la organización de la provincia. Para ello, era imprescindible lograr la pacificación de las tribus rebeldes. Aunque algunas veces fue necesario recurrir al uso de la fuerza, él gobernador prefería escuchar sus quejas y las peticiones. Hay que dejar en claro, que los abusos y desmanes cometidos por los conquistadores, eran la fuente principal de la rebeldía de las tribus indígenas. Tampoco podía perder de vista, la importancia estratégica de asegurar la zona del Puerto de Buenos Aires y el Río de la Plata. Un grupo de sus hombres se encontraba por esas regiones, y no podía dejarlos abandonados a su suerte. Adicionalmente, entre sus planes, figuraba la completa exploración del territorio. En algún punto hacia el norte, se encontraba la ruta seguida por un antiguo explorador, llamado Alejo García, quien decía haber encontrado nada menos que una montaña casi hecha de plata.

 
El Pantanal. Foto: NASA P199


¡Allí esperaba con la promesa de riqueza y aventura! Pronto se organizó una estupenda flota, para remontar los grandes ríos, que los acercaran a esa fantástica montaña. Viajaron en dirección norte, hasta el Puerto de los Reyes, situado al borde de la región conocida hoy como El Pantanal. Ante la imposibilidad de seguir navegando, intentaron continuar por tierra, pero las provisiones comenzaron a faltar. La amenaza del hambre, obligaba a adaptarse a la nueva realidad. Por ello, debieron dividirse en grupos menores, para proseguir con la búsqueda. Algunos de ellos, llegaron a toparse con indígenas que aseguraban haber visto hombres blancos, como ellos, que provenían de la dirección opuesta, con toda seguridad hablaban del Perú, así de lejos se hallaban.
 

La temporada de lluvias encontró al grupo de Álvar Núñez todavía en el Puerto de los Reyes; al inundarse la zona, muchos enfermaron de fiebres palúdicas. Para colmo de males, los indios aprovecharon el mal momento y los atacaron resueltamente. Al fin, agobiado por tanta adversidad, Cabeza de Vaca dio la orden de volver a Asunción. Enfermos y fracasados, regresaron a dicha ciudad, en abril de 1544.



Álvar Núñez


Él no sospechaba que allí lo esperaba una revuelta. Los conspiradores, capitaneados por Martínez de Irala, fue hecho prisionero, aun enfermo como se encontraba. Con grilletes, lo arrojaron a un oscuro calabozo. No faltó un bando, que estuviera a su favor. Pero como ocurre muy a menudo, un grupo violento y fuertemente armado, se impone a la mayoría pacífica y silenciosa. Incluso, Álvar Núñez corría el peligro de ser asesinado, si la situación lo ameritaba. Por último, decidieron enviarlo prisionero, cargado de cadenas, para España, en marzo de 1545. Los cargos en su contra ciertamente eran graves. Le acusaban de crueldad con los indios; además, por haber propiciado el incendio de la capital y hasta de querer proclamarse como Rey.


Tormenta en alta mar


La travesía hacia España no fue fácil, la nave estuvo a punto de naufragar. Al arribar a puerto seguro, tanto Cabeza de Vaca como sus custodios, fueron llevados a prisión. Así dio inicio a un largo proceso, durante el cual sin embargo, se le permitió permanecer en su casa. El juicio concluyó, con su condena al destierro en Orán (África), por seis años, con la expresa prohibición de jamás volver a América. A pesar de ello, algún tiempo después, sería indultado por el propio Rey.

El resto de su vida, está envuelta en el misterio. Se dice que luego ejerció el cargo de juez, en el Tribunal Supremo de Sevilla. Resulta sorprendente, que a una persona que no salió del todo bien librada tras un largo juicio, luego se le otorgara ese nombramiento. Claro, a menos que haya podido demostrar su inocencia y se tratara de una especie de "compensación". Se ha dicho también, que terminó sus días como prior de un convento. La realidad es que no hay certeza sobre lo que fue de él en sus últimos años. Tampoco se sabe el año exacto de su muerte, se supone que fue hacia 1564.


Relación y Comentarios


Estos hechos han sido rebatidos por diversos historiadores. Algunos consideran los Comentarios, el libro escrito por Pero Hernández, tan solo como una defensa de Álvar Núñez y que por lo tanto, pecan de parcializados. Opinan, pura y simplemente, que él es un personaje fraudulento, el vivo ejemplo de lo que es un pícaro. Sin embargo, algunas circunstancias parecen hablar en su favor. Álvar Núñez se presentó en Asunción, portando un nombramiento del Rey, ante un hombre quien ya estaba habituado al poder. Que incluso se había excedido en sus atribuciones, al tomar decisiones importantes, como fueron el despoblamiento de Buenos Aires y la instalación del primer Cabildo en Asunción, entre otras. Martínez de Irala era un oficial despótico y violento. Por otra parte, tenía el don de mando necesario para llevar las riendas del gobierno. A la primera oportunidad, ese mismo hombre, se sublevó y derrocó al nuevo gobernador Álvar Núñez, para continuar con el mando. Todo esto resulta capcioso, para decir lo menos.
 

Monumento a Álvar Núñez. Detalle.


Tal vez el mayor error de Álvar Núñez, fue el de haberle fallado el instinto como gobernante: el haber sido blando cuando había que ser más duro, y viceversa. Tuvo una obvia responsabilidad, en el fracaso de la expedición en busca de las enormes minas de plata, en la actual Bolivia. Hasta se le podría acusar, por ausentarse de la capital de la provincia, cuando más se requería su presencia. Sin embargo, hay que recordar que una de las razones de su nombramiento por el Rey, fue precisamente la exploración y la búsqueda de esas ricas montañas. Por otra parte, se sabe que durante su actuación, pretendió controlar los abusos que se cometían con los aborígenes. Ya desde mucho antes, la tendencia de Cabeza de Vaca, fue la de respetar y proteger a los indígenas. No hay duda de que eso pudo granjearle la enemistad de aquel grupo de conquistadores españoles. 

Una vez más, resulta complicado emitir un veredicto histórico, ante la evidente contraposición de las opiniones. Podría concluirse, que Álvar Núñez tuvo fallas en el gobierno de la provincia, sobre todo en cuanto a saber imponer su autoridad, sin percatarse cabalmente de los problemas prioritarios. De igual modo, debió mostrar una mayor fortaleza de carácter, sobre todo en esos territorios casi salvajes... al no hacerlo, él mismo propició su perdición. Entre una cosa y otra, no pareció disponer del tiempo suficiente en el gobierno de la provincia.


Naufragios, por Álvar Núñez Cabeza de Vaca


Álvar Núñez Cabeza de Vaca, no deja de ser un personaje enigmático. Siempre existirá la duda sobre su trayectoria y sus narraciones. Hasta donde son realidad o simple ficción, hasta que punto son ciertas, o son falsas. Queda claro, al igual que muchos cronistas de esa época, que sus relatos abundan en fantasías, lo que resulta comprensible. Ellos pudieran ser considerados como los precursores de lo que hoy se conoce como "Realismo Mágico". Pero jamás se podrá negar que él fue un hombre incansable. Un explorador que consiguió, por encima de todo, dejar un vívido reporte y una crónica de la naturaleza y de los habitantes de aquellas regiones del Nuevo Mundo, en los tempranos días de la Conquista.


La vida de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, resulta ser algo paradójica. La adversidad siempre pareció cebarse en él. Lo más sencillo era que desapareciera, como la mayoría de los seres humanos: anónimo, sin dejar huella. Pero ante la cercanía de la muerte, algo le hacía erguirse y aferrarse a la vida con increíble determinación, para legar su nombre a la posteridad. Además, fue un hombre que sin realizar espectaculares conquistas, ni haber participado en grandes batallas, llegó a ocupar un sitial entre los conquistadores españoles más reconocidos. 


Álvar Núñez en Iguazú


Como la paradoja final de su vida, su pista se pierde en medio de la civilización, y no en las inmensas soledades del Nuevo Mundo. No se sabe con certeza qué fue de él en sus años finales, ni cuando murió, ni en donde se encuentran sus restos. Tal vez le hubiese gustado reposar en América...



Bibliografía


1) Historia Real y Fantástica del Nuevo Mundo. Horacio Jorge Becco. Biblioteca Ayacucho, N° 176.

2) Naufragios. Álvar Núñez Cabeza de Vaca, texto restaurado, prologado y anotado por Justo García Morales. M. Aguilar, Editor. Madrid, 1945. 

3) Relación de los Naufragios y Comentarios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, tomo 1°. Colección de Libros y Documentos referentes a la Historia de América, tomo V. Librería General de Victoriano Suárez. Madrid 1906. Copia digitalizada: openlibrary.org
 

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