lunes, 22 de julio de 2013

La Conquista del Valle de los Toromaymas y la Fundación de Caracas (parte I)

 

En tiempos de la conquista

 

Quebrada en el Ávila. Foto por: RASECZENITRAM

Resulta un interesante y agradable ejercicio el de recrear, con los ojos de la mente, el aspecto que podían ofrecer los paisajes de nuestros países americanos, con su prístina y desbordante naturaleza, en épocas tan remotas como en el Siglo XVI.



Pico Naiguatá. Foto por JuncTionS

Tomemos, por ejemplo, el Valle de los Toromaymas (hoy Caracas, Venezuela). Hermosas colinas, plenas de bosques, hondonadas marcadas por alegres corrientes de agua. Árboles de gran tamaño, con gran profusión de misteriosas orquídeas y bromelias. Extensas sabanas, a manera de mesetas, entre tantos desniveles del terreno. Todo esto distribuido decorativamente, en una franja de tierra, ni muy grande, ni muy pequeña, formando un valle entre hermosas serranías. Una fauna abundante y diversa. Gran cantidad de aves, entre las cuales sin duda destacaban las guacamayas y garzas, que aún persisten tercamente, alegrando nuestra vista, en medio de tanto modernismo y desastres urbanos. Todo bajo la tutela de las montañas y picos del Ávila o Guaraira Repano, con su eterno juego de colores, según la luz que sobre él incida.
 

El valle de Caracas y sus alrededores


Poseía un clima bastante moderado. Para esos tiempos, era muy probablemente una continua primavera, con frescas brisas, adecuadas para garantizar la salubridad del lugar, y toda el agua necesaria. Su situación estratégica, cercana al mar, la existencia de prometedoras vetas de oro, en zonas vecinas y la evidente fertilidad del  tierra, hicieron que este valle, 

                            tan ameno como deleitable

se convirtiera en la obsesión de los hombres que vinieron a conquistar y a poblar estas regiones, que luego pertenecerían a lo que hoy conocemos como Venezuela.


Casco español del siglo XVI. Foto por Luis García


La conquista de este valle y de sus alrededores no resultó fácil, a pesar de que no se ha podido demostrar que en allí estuviese asentado ningún grupo indígena. Sin embargo, una multitud de tribus (de la etnia caribe) defendieron aguerridamente ese territorio, con la virtud de saber unirse ante el enemigo externo, al intentar una "confederación de tribus".


Mapa de Venezuela, año 1635

Fueron años de lucha, en la que perdieron sus vidas algunos afamados conquistadores, innumerables indígenas, incluidos muchos jefes o caciques, algunos de ellos luego convertidos en leyendas (personajes dignos sin duda, de una visita en el tiempo). A pesar de la gran ventaja numérica, estos aborígenes no contaban ni con las armas, ni con la organización necesaria para contrarrestar el poder al que se enfrentaron. No hay que olvidar, que la conquista de estos territorios fue un poco tardía (después de 1560), cuando con toda seguridad se había perfeccionado la guerra contra los indígenas: mejores armas y sobre todo, mejores tácticas. También había progresado el conocimiento del territorio, con respecto a los comienzos del siglo XVI. Esto permitió mejorar la logística y la estrategia a seguir. Por lo tanto, era solo cuestión de tiempo la conquista de esas tierras, a pesar de la heroica resistencia de los indios.


Diego de Lozada, por Herrera Toro


Como hemos dicho antes, no siempre hay que juzgar al conquistador hispano como un ser malvado, que se alegraba con el sufrimiento ajeno. Debemos colocarnos en su contexto de tiempo y espacio: su mentalidad estaba condicionada desde que era niño, o muy joven. Aprendían que la muerte y la vida estaban en permanente pugna y que el hombre debía valer por sus hechos. Había un "código de honor" difícil de comprender y más aun de practicar, hoy en día. Tal vez, en su conciencia, creerían que hacían lo correcto, en cosas que hoy nos horrorizan. Y siempre quedaba Dios, dispuesto a perdonar las crueldades o excesos que sin duda cometieron, luego de una buena confesión o arrepentimiento. Es un período histórico no muy fácil de "digerir", sin duda alguna.

Muchas narraciones de la conquista de estas tierras, fueron hechas con poca objetividad, o con la base de testimonios muy parcializados. Se presenta a muchos conquistadores como si fuesen unos colosos, capaces de hazañas sobrehumanas, además de ser poseedores de grandes virtudes, mientras que en buena parte, los indígenas son retratados como seres mentirosos, traidores y con diversos tipos de perversiones. 


Cacique Guaicaipuro

Volveremos a utilizar el punto medio, como la mejor aproximación a la verdad histórica. De tal modo, los indígenas son merecedores de respeto y admiración, por haber defendido sus territorios ancestrales. No hay duda de que hubo grandes personajes y capitanes entre ellos. Por otro lado, opinamos que muchos de los conquistadores, en verdad creían tener una misión cuasi divina por cumplir; también hubo muchos sacerdotes, además de otras personas con mente moderada y generosa. De igual modo, sabemos que vino mucha gente violenta o malvada entre los viajeros de indias (incluidos delincuentes). Así, llegó un momento en el que la ambición y la violencia se apoderaron de las almas, dando inicio a la guerra de exterminio. Se trataba de matar o morir, lamentablemente.


Imagen de la Conquista


El resultado ya es conocido, los aborígenes fueron derrotados al cabo de los años. Los conquistadores, lograron su objetivo. Hubo actos de iniquidad por parte de estos, que quedaron impunes, pero hubo otros que recibieron castigo. Lo que no se completó por medio de la lucha armada, se logró por la propagación de enfermedades nuevas para el hombre americano; el resto lo hizo el tiempo y el mestizaje, dando origen a un nuevo tipo humano. Por lo tanto, las virtudes y defectos de los derrotados y los triunfadores se conjugarían, para bien o para mal. Una nueva historia estaba por iniciarse.


Situación de Caracas


La conquista del valle de los Toromaymas, se cumplió en varias etapas; las primeras, aunque fallidas, sirvieron de base para las posteriores. La fundación de la ciudad de Santiago de León de Caracas, no fue la culminación de dicho proceso de conquista, todavía quedarían décadas de asedio y lucha, por parte de las tribus de los territorios circundantes.

Haremos otras paradas en estos lugares y tiempos, en los que se produjo el choque terrible de las razas, doloroso y cruel, pero inevitable históricamente, y con un resultado fecundo: ya se ha dicho que "la violencia es la partera de la historia". 

Caracas hacia 1839


Vayan estos capítulos como un pequeño homenaje a nuestra querida ciudad natal, Caracas.



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