Galileo ante el Santo Oficio. Por Joseph-Nicolas Robert-Fleury, Siglo XIX. Fuente: https://web.archive.org |
Penitentes flagelándose. Xilografía. Autor desconocido, 1493. De: Schedel'sche Weltchronik, vol. CCXV |
Dios, el Geómetra. Autor desconocido, De la biblia moralizada. París, ca. 1220. Biblioteca Nacional de Austria. Fuente: www.archiv.onb.ac.at |
Vasco de Gama desembarca en la India. Acuarela por Ernesto Casanova, 1880. De Os Lusiadas, por Luís de Camoens. Biblioteca del Congreso, EEUU. |
En búsqueda de las siete ciudades. Francisco Vázquez Coronado en el Gran Cañón. Por Augusto Ferrer-Dalmau, 2017. Lic. Creative Commons Attribution-Share Alike 4.0 Intnl. |
Por lo general, todo lo que no había sido más que fruto de la fantasía, terminaba por caer por su propio peso y resultaba relativamente sencillo constatar su inexistencia. No obstante, en ciertas ocasiones, también se realizaron esfuerzos serios, destinados a la búsqueda de algunos de esos sitios irreales. Abundan los ejemplos: la Fuente de la Juventud, El Dorado, La Ciudad de los Césares, Cíbola y las Siete Ciudades... La fascinación ejercida por la posible existencia de un gran continente austral, perduró hasta el Siglo 18 y fue el motivo de algunos de los más importantes viajes de exploración acometidos hasta entonces. ¿Cuáles fueron los orígenes de esa fantasía?
Los sabios de la antigua Grecia, amaban y creían firmemente en la idea de la simetría universal. Conocedores de la forma esférica de nuestro planeta y de la gran masa continental que había al norte del ecuador terrestre, deducían que las tierras situadas al sur debían ser suficientes para que mantener el equilibrio global. En algunos mapas muy antiguos, desde los tiempos de Ptolomeo, ese inmenso territorio comenzó a ser representado, recibiendo el nombre de Tierra Incógnita.
Mapa Mundi, por Nicolaus Germanus, 1467 (según la descripción de Claudio Ptolomeo). Biblioteca Nacional de Polonia. Fuente: www.polona.pl |
El viaje de Bartolomé Diaz, al rebasar el extremo sur de África para encontrarse con el Índico, en el año de 1488, obligó a la enmienda del colosal error. Aun así, la existencia del continente austral continuaba siendo defendida con manifiesta terquedad. Cuando Fernando de Magallanes encontró el paso hacia el Mar del Sur, en 1520, los "expertos" dedujeron que la Tierra del Fuego era el extremo norte del elusivo continente. No obstante, casi un siglo más tarde, el holandés Willem Schouten bordeó el Cabo de Hornos, a 55 grados de latitud sur, encontrando así el límite sur de la tierra americana. De nuevo había que corregir los mapas...
Abel Tasman, su esposa y su hija. Por Jacob Gerritsz. Cuyp, 1637. Biblioteca Nacional de Australia. {{PD-US}} |
Tahití. Autor desconocido. Tomada del diario del capitán Cook, publicado por el Proyecto Gutenberg, 1893. |
Un siglo después, la Royal Society de Londres, comenzó a organizar una expedición hasta el confín opuesto del mundo, a la isla de Tahití. El objetivo principal era aprovechar el tránsito del planeta Venus frente al sol, predicho para el día 3 de junio de 1769, para hacer mediciones, que al ser comparadas con las obtenidas desde diferentes puntos del globo terráqueo, permitirían calcular algunas variables astronómicas, con muy buena precisión. Pero también llevaban la misión de explorar los mares del sur, en busca del continente perdido. El alto mando de la armada británica decidió poner al mando a un suboficial, brillante, pero desconocido hasta entonces. Su nombre era James Cook. Su escogencia probaría ser un gran acierto...
El capitán James Cook. Por Nathaniel Dance-Holland, 1775. Museo Marítimo Nacional. Londres. |
A pesar de haber recibido una instrucción muy elemental durante su niñez, en sus ratos libres estudiaba matemáticas. Su especial talento, le llevó a convertirse en un consumado navegante, y a escalar los cargos disponibles, con gran rapidez. Pero, deseoso de aventura, entonces decidió probar suerte en la Marina Real. Como suboficial, destacó en la Toma de Quebec, decisiva para la victoria británica en la Guerra Franco India, en el año de 1759. Su pericia en la elaboración de mapas y en la navegación a través de aguas difíciles y desconocidas, fue muy importante para el avance de la flota británica a través del río San Lorenzo.
Batalla de las Llanuras de Abraham. La toma de Quebec en 1759. Grabado basado en un boceto de Hervey Smyth, 1797. Fuente: Biblioteca del Ministerio Nacional de la Defensa. Canadá. {{PD-US}} |
Aunque todavía era un suboficial, había demostrado su valor en combate y en los mares embravecidos. Ya era conocida su pericia en la elaboración de mapas de alta calidad y su capacidad como estudioso de los cielos, algo fundamental para la navegación. A fin de cuentas, todo eso influyó sobre la decisión del Almirantazgo, de otorgarle el mando de la expedición a Tahití, por encima de otros candidatos, envanecidos por su origen noble y que creían poseer los mejores títulos para su designación.
Hombre práctico, James Cook prefería utilizar un barco fuerte y sólido, lo que era indispensable para acometer un viaje largo y exigente. Sin grandes lujos, pero con el espacio de carga y la comodidad necesaria, sugirió al almirantazgo el uso de un buque Whitby, o collier. Se trataba de los navíos carboneros, que él conocía muy bien, y tanto admiraba por su fortaleza y su resistencia en los turbulentos mares del norte. La nave recibió el nombre de Endeavour.
Réplica del Endeavour, en la Bahía de Cooktown. Foto: John Hill, 2005. English Wikipedia. |
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