Londres y el Támesis, desde Richmond House. Por Canaletto, 1747. Fuente: Web Gallery of Art. |
El 25 de octubre de 1760, moría en Londres, el viejo rey Jorge II. Tanto él, como su predecesor, habían nacido fuera de la Gran Bretaña. Su origen foráneo y sus obligaciones como príncipes Electores en Hannover, con frecuencia apartaban su atención, de los asuntos cotidianos de la vida inglesa. De hecho, ellos apenas si hablaban el idioma de Shakespeare. Por haber fallecido su hijo mayor, nueve años antes, la sucesión recayó en su joven nieto, quien ascendió al trono, con el nombre de Jorge III.
Al contrario que los anteriores reyes de la Casa de Hannover, el nuevo monarca, sí era nacido en Inglaterra, y se expresaba en inglés preferiblemente. Su mayor apego por su tierra natal, le llevó a enfrentar situaciones propias de la monarquía parlamentaria británica, que a sus antecesores, no pareció importarles demasiado.
Batalla de Waterloo. Por William Sadler, 1815. Pyms Gallery, Londres, UK. Fuente: Napoleon.org.pl |
Jorge III. Por Thomas Gainsborough, 1785. Colección del Castillo Real. Varsovia, Polonia. Fuente: Google Arts & Culture. |
William Pitt, el viejo. Copiado de un original por Richard Brompton, 1772. Galería Nacional del Retrato. Londres, UK. |
La propiedad del General Timothy Ruggles, en Hardwick, Massachussetts, ca. 1770. Por Winthrop Chandler. Fuente: Museo de Arte de Worcester. |
Jean-Jacques Rousseau. Por Maurice Quentin de la Tour, ca. 1860. Museo Antoine-Lécuyer, San Quintín, Francia. |
Contrabandistas, ca. 1785. Fuente: Contrabando en el Siglo XVIII. Artículo en BBC, BITE.SIZE (bbc.co.uk) |
Apareció entonces, el brillante y cautivador verbo de James Otis, acerca del derecho natural, que debía ser inviolable por toda autoridad, donde incluía al rey y el Parlamento. A fin de cuentas, él predicaba, que los ciudadanos americanos, al negarse a obedecer ese tipo de ley, estaban defendiendo un principio inalienable. Aunque el gobierno británico se mantuvo imperturbable en su posición, los discursos de Otis quedaron prendidos en la mente de numerosos colonos. Tal vez sin percatarse, él había abierto un umbral, cuyo cruce iba a transformar de manera radical la actitud de silencio y conformismo de las mayorías.
Vista de Richmond, Virginia, desde las colinas. De una pintura por G. Cooke, ca. 1830. Modificado por el usuario Morgan Riley, en Wikipedia.org |
Muy pronto, comenzaría a manifestarse el rechazo a cualquier medida, que proviniera de Londres. Hubo un juicio muy sonado, conocido como el caso Parsons, en el cual una corte local, finalmente decidió en contra de un decreto emitido por el propio rey. Ocurrió así... Desde hacía mucho tiempo, los clérigos recibían una asignación anual, pagada con un peso de tabaco, ya establecido. Sin embargo, durante varios años, la producción de la hoja disminuyó drásticamente, lo que disparó los precios hasta el triple. Obviamente, eso equivalía a triplicar también el pago al clero, mientras el producto escaseaba. Para evitar el pago con un producto sobrevaluado, los agricultores optaron la cancelación de un monto fijo, pero utilizando dinero efectivo.
La vieja iglesia de Bruton, Williamsburg, Virginia. Por Alfred Wordsworth Thompson, 1893. Museo de Metropolitano de Arte. NY. EEUU. |
Patrick Henry. Copia por George Bagby M. a partir del original por Thomas Sully, ca. 1825 Fuente: www.senate.gov/artandhistory |
Flotaba el descontento en el ambiente, era fácil percibirlo, luego de la firma del Tratado de París, en 1763. El gobierno británico, deseoso de anticiparse a cualquier posible revuelta, decidió apostar una fuerza permanente de diez mil soldados del ejército regular, en las colonias norteamericanas. Lo más indignante, era que el abusivo y desproporcionado contingente, no estaba destinado a custodiar las fronteras. Habían llegado, solo para mantener el orden en las ciudades más pobladas. Los colonos comenzaron a quejarse de aquel continuo estado de sitio, en el que vivían. Pero en Londres, permanecían sordos ante sus reclamos. No imaginaban los americanos, que muy pronto, la situación se haría mucho más agria, casi en un abrir y cerrar de ojos.
George Grenville. Por William Hoare, 1764. Colección de la Iglesia de Cristo. Universidad de Oxford, UK. |
De inmediato, su pensamiento voló hasta el otro lado de Atlántico. Habría que aumentar las rentas, aumentando la carga tributaria a los colonos americanos. Después de todo, la guerra con Francia, había traído una mayor prosperidad a muchos de ellos, en especial quienes se aprovechaban del contrabando. ¡Ahora les correspondía sufragar una parte de los gastos militares! De ese modo, se aprobó el aumento de los aranceles sobre el azúcar, el café, el vino y los productos textiles. El impuesto se le cobraba a los importadores, de manera que luego fuera cargado al precio final y por ende, al consumidor. A la vez, se aprobó una ley que prohibía la emisión de billetes en las colonias. El pago con papel moneda, favorecía la economía local, en perjuicio de los comerciantes británicos.
Publicación de prensa sobre la Ley de Timbres, 1765. Emitida por el Parlamento Británico. Fuente: Biblioteca del Congreso. Usuario de Wikipedia: Gwillhickers. |
Aun así, las dificultades en el cobro de los impuestos indirectos y el floreciente negocio del contrabando, hacían insatisfactorio el monto de lo recaudado. Estaban muy lejos de las metas propuestas. No quedaba más remedio, que pechar directamente a los colonos. Fue entonces cuando se aprobó, el 22 de marzo de 1765, la famosa Ley de Timbres. Mediante ella, se obligaba a los ciudadanos, a colocar timbres fiscales, en cualquier documento de transacción, diploma o licencia, para poder darle legalidad. Su valor iba desde medio penique, hasta diez libras. La ley estipulaba el monto a pagar, según fuera el caso. Además, su incumplimiento, podía acarrear onerosas multas.
Soldado inglés del 60° regimiento, 1758. Fuente: digitalgallery.nypl.org |
Pero si esa fue la intención, más bien estaban avivando la llama del descontento, en vez de extinguirlo. De habérselo propuesto, no habrían podido idear un par de medidas más odiosas, que esas leyes del año de 1765.
Lecturas adicionales.
La Casa Hannover y Gran Bretaña.
Monarquía parlamentaria británica.
Jorge III y la independencia de los Estados Unidos.
El Contrato Social y Rousseau.
Napoleón Bonaparte. Sus últimos años.
Las leyes coercitivas y sus consecuencias.
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