domingo, 14 de junio de 2020

Los Vikingos en América (parte 3).



Leif Ericsson en la costa de Vinland. Por: Monro S. Orr
Fuente: Mary MacGregor. Stories of the Vikings, 1908

Leif y sus hombres regresaron a Groenlandia. En ese viaje lograron rescatar algunos náufragos: ¡todo un milagro en medio de aquellos mares! Seguramente tenían grandes expectativas, acerca de las magníficas posibilidades de los lugares que habían visitado. Sin embargo, los acontecimientos a menudo se desenvuelven de manera caprichosa, y se van hilvanando, sin que alguien pueda evitarlo. Leif Ericsson no volvería a ver esa tierra prometida... Tal vez bajo su conducción, los vikingos hubiesen logrado establecerse en Norteamérica. Pero, ¿cuáles podrían haber sido las consecuencias? Es difícil saberlo, seguramente, pudo haber sido gran una sacudida, en medio del marasmo de la Edad Media.


Leif Ericsson descubre América. Por Christian Krohg, 1893.
Galería Nacional de Noruega.

Poco tiempo después del regreso a Groenlandia, se desató una epidemia. El mal presentimiento de su padre, Eric el Rojo, pareció cumplirse, y murió hacia el año 1002. ¡No hay que olvidar que se trataba del gobernador de esa colonia! A raíz de ello, tal responsabilidad recayó sobre Leif. De ese modo inesperado, se vio en la necesidad de renunciar al propósito de seguir explorando aquel mundo tan misterioso y promisorio que se escondía no muy lejos al oeste. Sin embargo, es bueno resaltar que para él fue prioritario asumir sus nuevas funciones. Desde entonces, el “Proyecto Vinland”, quedaría en manos de sus hermanos...

Entusiasmado por todo lo que se escuchaba, Thorvald, también hijo de Eric, se interesó en continuar con el reconocimiento de esos territorios. Convenció a su hermano, e incluso logró que le prestara su barco. Poniendo proa hacia el occidente y siguiendo sus indicaciones, pronto avistaron la tierra americana. Algunas de esas playas, ya habían visto pasar un barco vikingo y a sus ocupantes caminar por sus arenas. Pero habrían de transcurrir varios siglos, antes de que una escena parecida se repitiera. 


El primer día de verano en L´anse-aux-Meadows, Terranova, Canadá.
Recreación del campamento vikingo. Foto: Carlb, 2002

Continuaron con la exploración, hasta sentir la proximidad del invierno. Entonces buscaron refugio en el campamento anteriormente utilizado por Leif. La llegada del siguiente verano, trajo consigo el primer encuentro con los habitantes del lugar. Pero, por desgracia, no resultó ser amistoso... Sorprendidos, los vikingos, fueron atacados con inusitada fiereza y no les quedó más opción, que vender caras sus vidas. Lograron abatir a ocho de sus atacantes, pero una flecha atravesó al infortunado Thorvald. Huyendo a toda prisa, debieron embarcarse de regreso a Groenlandia. No debe pasarse por alto, que esa fue la primera vez que corrió la sangre, en un combate entre europeos y americanos. 

Hasta ese momento, los vikingos solo se habían dedicado a la exploración de esos lugares. A pesar de la mala experiencia y del triste final de Thorvald, no pasaría mucho tiempo antes de que comenzaran a organizar una nueva expedición. A diferencia de los viajes anteriores, esta vez intentarían fundar una colonia allí. Ocurrió del siguiente modo...

Gudrid, la hermosa viuda de Thorvald, fue pedida en matrimonio por un rico viajero islandés. Como era la costumbre, la decisión fue puesta en manos del líder de la colonia, Leif Ericsson, quien no tuvo ninguna objeción. Según el relato, ella persuadió a su nuevo esposo, cuyo nombre era Thorfinn Karlsefni, para que se convirtiera en el líder de una expedición hacia Vinland. Una vez culminados los preparativos, a bordo de tres naves, zarparían unas sesenta personas, cargando sus pertenencias y su ganado.


Thorfinn Karlsefni, por Einar Jónsson ca. 1918.
Philadelphia, EEUU. Foto: Smallbones.

Arribaron a su destino, a finales del verano. Fundaron un poblado, muy cerca de Leifsbudir, como llamaban al primer campamento de Leif Ericsson. Según comentan las sagas, no fue necesario proteger el ganado, gracias a la suavidad del clima invernal. En ese tiempo, ocurrió algo digno de resaltar: Gudrid dió a luz a un hermoso niño. De ese modo, su hijo Snorri, se convirtió en el primer descendiente de europeos en nacer en suelo americano. 


Monumento a Gudrig y su hijo Snorri en Glaumber, Islandia.
Foto: Kathryn Buchanan, 2007. Fuente: en.wikipedia

Durante ese invierno, conocerían a los nativos de esos territorios (ellos le dieron el nombre de skraelings). Posiblemente, se trataba de la misma gente que había atacado a los vikingos en su anterior viaje. Mas, ¿cuáles serían sus intenciones esta vez?


Villa Inuit, en la Isla Baffin. Del libro sobre el viaje de Sir John Franklin,
por Charles Francis Hall, Nueva York, 1865. Foto: Finetooth, 2008.

Un día, aparentemente en son de paz, surgieron de entre los bosques. Llenos de curiosidad, se detuvieron a contemplar los extraños animales que los rubios invasores habían traído consigo. Al escuchar  el bramido de un toro, huyeron aterrorizados... En realidad, solo pretendían acercarse al refugio de los vikingos, para intercambiar sus mercaderías. Pero a la vez podría haber sido una excusa para observarlos y preparar un nuevo ataque. No resultaba muy tranquilizante el marcado interés por las armas, que demostraban los skraelings. De inmediato, Karlsefni se puso sobre aviso.

Así, se repitieron los encuentros, hasta que un día, atacaron de manera súbita. Una gran cantidad de guerreros llegaron en sus botes y en medio de un furioso griterío, les lanzaban piedras, valiéndose de hondas. También utilizaban una especie de bomba incendiaria, que sembró el terror entre los vikingos. Por si aquello fuera poco, había que agregar un ser, al que los vikingos describieron como un "unípedo saltarín", que era infalible con sus flechas envenenadas. Fue entonces cuando surgió Freydis, hija de Eric el Rojo. Con duras palabras fustigó a su gente, que se batía en retirada: 

"¿Por que corréis ante tales miserables? Yo estaba segura de que ustedes, jóvenes gallardos, podrían acabar con ellos como si se tratara del ganado. ¡Vaya! Veo que si yo tuviera un arma, podría hacerlo mejor que vosotros."


Freydis, hija de Eric el Rojo.

No cabe duda de que Freydis era una mujer valerosa. Estaba embarazada, y por ese motivo se quedó atrás, en medio de la confusa huida de su gente. Al encontrar muerto a uno de ellos, recogió su espada y se plantó ante los skraelings. Dando gritos retadores, golpeaba su pecho desnudo con la espada. Según el relato, esto provocó el temor de los atacantes, que se retiraron en sus botes. Pero también parece posible, que llenos de admiración y en vista de ya que habían cumplido su cometido, decidieron perdonarle la vida...

Ante la continua amenaza, la incipiente colonia vikinga hubo de ser abandonada. Desde Terranova, partieron de regreso hacia Groenlandia. Para aquellas personas, debió ser vergonzoso el haber tenido que huir del modo que lo hicieron. Sin embargo, resultaba obvio, que era imposible establecerse en esas tierras, si no se contaba con un mayor apoyo armado. Eso lo debió saber Leif Ericsson muy bien. Pero desde Groenlandia, no era fácil para brindar ese apoyo. Allí no abundaban los recursos económicos, ni los hombres de guerra necesarios. En cuanto a Islandia, estaba muy lejana y se encontraba inmersa en sus propios problemas.  

Según se cuenta, Gudrid y su esposo Thorfinn Karlsefni, no quisieron saber más de las nuevas tierras, y en búsqueda de una vida más sosegada, partieron para Reynines, en Islandia. Fue entonces, que la aguerrida Freydis organizó una nueva expedición, que terminaría siendo la última de los vikingos a Norteamérica. En esa oportunidad, fue el carácter irascible de ella, el que daría al traste con sus propios planes. Aquel nuevo intento, tendría un epílogo sangriento y en la siguiente primavera, se vieron en la necesidad de retornar a Groenlandia. Lo ocurrido fue de tal gravedad, que debió ser castigado severamente por Leif Ericsson. Además, maldijo a su hermana Freydis y a su descendencia, lo que era algo terrible, de acuerdo a sus costumbres.


Foto satelital de baja resolución. 1. Islas Feroe. 2. Islandia. 3. Groenlandia, Asentamiento este.
4. Asentamiento oeste. 5. Helluland (Isla Baffin). 6. Markland (Labrador). 7. Terranova.
8. Bahía de San Lorenzo. Foto: Nasa, 2006. Modificada por Tina Toomet.

Los vikingos no volvieron a América. Desde entonces, el manto del olvido fue cubriendo su recuerdo, dejando pocos registros de ese hecho, que debió haber sido trascendental. No cabe duda, que para su exploración y colonización, hubiese sido necesario establecer una base de operaciones estable y segura en Groenlandia. ¡Pero esto era casi imposible! Pero la gran distancia hasta Islandia y la aun más lejana Noruega, de por sí les imponía una barrera para las comunicaciones y el comercio. Incluso, resulta lógico suponer que los mares borrascosos y helados de aquellas latitudes, les dejaban prácticamente aislados, durante buena parte del año.

Lo que parecía ser una empresa destinada al fracaso, terminó por desalentar a Leif Ericsson. Al final, perdió todo el interés y la curiosidad que esas tierras alguna vez le inspiraron. En cuanto a la situación en Groenlandia, lejos de mejorar, fue empeorando con el pasar del tiempo. Hacia el año 1200, el avance del frío del norte había convertido a la isla en un lugar bastante inhóspito. Cada vez menos barcos cubrían la ruta hasta allí. Como consecuencia, sus productos de exportación más importantes, como las pieles y el marfil, comenzaron a perder mercado. Fueron tiempos difíciles: la peste negra se había enseñoreado en Europa, y también llegó a Groenlandia. 


Piedra rúnica hallada en Kingittorsuaq, al noroeste de Groenlandia.
ca. Siglo XIII. Fuente: www.arild-hauge.com  {{PD-US}}

A comienzos del Siglo XV, se pierden los registros históricos de Groenlandia. No cabe duda, de que su decadencia fue "el tiro de gracia", para el propósito de colonizar las tierras de Norteamérica. Podría decirse, que al morir Leif Ericsson y su gente, se llevaron el secreto de Vinland. Esa historia, quedaría encerrada entre las páginas de unos textos, en los que se cuentan hazañas legendarias de los jefes vikingos. ¿Será posible que algo de eso haya llegado a los oídos de Cristobal Colón?


Primer desembarco de Colón en América, por: Dióscoro Puebla, 1862.
{{PD-US}}

Sus viajes quedaron en el olvido, sin producir consecuencias históricas. En realidad, aportaron muy poco a la visión del mundo, que tenía el ser humano durante la Edad Media. Todo esto llevó a que la innegable presencia de los vikingos en el Nuevo Mundo, no quedase inscrita en la Historia como un verdadero descubrimiento. Aquello fue como realizar un hallazgo científico y mantenerlo en secreto. Tarde o temprano, el mérito se lo llevará otro. Son las injusticias de la Historia...














No hay comentarios:

Publicar un comentario