La Torre Blanca, construída por Guillermo el Conquistador. Núcleo de la Torre de Londres. Foto por: Stephan Brunker. German Language Wikipedia. Permiso GNU FDL |
Entre los aspectos por los cuales resulta fascinante la revisión y el estudio de los procesos históricos, se encuentra el seguimiento retrospectivo de algunos grandes sucesos, que han dejado su huella en la vida humana. Al hacer esto, pareciera descubrirse que la historia con frecuencia transcurre a través de ciertas secuencias de acontecimientos, casi como si hubiese existido un guión o libreto, para llegar a cierto resultado. Lo curioso es, que de haber variado cualquier pequeño eslabón en esa cadena de sucesos, tales resultados hubiesen sido absolutamente distintos, a menudo nos queda la inquietud: ¿Que hubiese pasado si...?
Unido a esto, también surgen personajes, como una especie de predestinados, quienes sin importar su origen, parecieran transitar por un camino que termina llevándoles a ponerse al frente de los grandes cambios, ya sea para bien, o para mal. Resulta interesante el plantearse la cuestión de si una secuencia de hechos, termina por generar sus actores. O si por otra parte, son los personajes quienes van marcando el rumbo, con sus decisiones y sus actos. ¿Existirá, tal vez, un punto intermedio entre esos dos extremos? Es un tema que da para muchas discusiones interesantes.
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Vikingos desembarcando en Islandia, por Oscar Wergeland, de: Myths of the Norsemen from the Eddas and Sagas. Guerber, H. A. 1909 |
Hacia finales del Siglo VIII, los pueblos escandinavos, en su expansión, comenzaron a incursionar por las costas del norte de Europa, pero luego, con sus ágiles embarcaciones, invadieron el interior del continente, penetrando por los estuarios de los ríos mas importantes, llegando a saquear ciudades como París y Hamburgo. Las islas británicas estuvieron aun más expuestas a esas invasiones.
Aquellos normandos, o vikingos, como se autodenominaban, se convertirían en el terror y la pesadilla de muchos pueblos europeos, durante algunos siglos. Aunque tal vez, ellos no eran tan diferentes de quienes habían invadido esos mismos lugares, en el pasado. Los vikingos eran para entonces, los últimos de una larga oleada de pueblos invasores que habían ido turnándose en aquellas regiones. Su violencia y su condición de paganos, sin duda contribuían a hacerlos tan temidos.
Sin embargo, con el paso del tiempo, los vikingos comenzaron a colonizar algunos de aquellos territorios que año tras año sufrían sus temibles visitas. Es posible que ciertos clanes de guerreros ya no tuviesen cabida de vuelta en sus lugares de origen, lo que gradualmente les fue llevando a sentir arraigo en otras tierras. Así irían dejando atrás sus raìces. La violencia de sus costumbres, tomaría más tiempo para moderarse.
Monumento a Rollón. En Âlesund, Noruega. Foto por SinSpinadas, 2008 |
Así ocurrió, que en los albores del Siglo X, en la costa norte de lo que hoy es Francia, un grupo de vikingos, había decidido tomar posesión de las tierras que rodeaban la desembocadura del río Sena, llegando hasta las cercanías de Ruán, todo ello perteneciente al reino de los francos. La única solución que encontraron éstos, fue la negociación, algo que no resultaba extraño cuando se enfrentaba a aquellos hombres venidos del norte, al frente de quienes estaba un notable personaje, llamado Hrolf Ganger, a quien apodaron Rollón el Caminante, cuya estatura y corpulencia no le permitían andar a caballo, según algunos relatos.
Carlos III de Francia o Carlos el Simple. Por Georges Rouget, 1838. Palacio de Versalles, París, Fr. Fuente: www.culture.gouv.fr/public/mistral{{PD-US}} |
En el año de 911, llegaron a un acuerdo de paz con Carlos III de Francia, quien es mejor conocido como Carlos el Simple. Se le reconocería a los vikingos la posesión de todos esos territorios, que ya de hecho ocupaban, si aceptaban a cambio, convertirse en súbditos del rey francés; además quedaría sellado el pacto, con una alianza matrimonial. También debían comprometerse a la defensa de esas tierras, como vasallos franceses. Con esto, de algún modo, se cubrían las apariencias, para no resaltar la manifiesta debilidad de los francos, en aquella época.
Estatua de Rollón, en Falaise, Francia.
Foto por Imars: Michael Shea.
Permiso CC-BY-SA-2.5 |
Acantilados en Etretat, en la costa de Normandía, Francia.
Foto por Jean-Luc Faisans
Attribution: Faisans.jeanluc at the French language Wikipedia. |
Eduardo el Confesor, Rey de Inglaterra. Autor anónimo, Siglo XIII. Fuente: www.lib.cam.ac.uk{{PD-US}} |
Poco más de un siglo después, los descendientes de Rollón, seguían ocupando el trono de Normandía, y hasta habían logrado emparentarse con la realeza de los países vecinos, al concertar algunos matrimonios claramente políticos. Para el año de 1027, en el trono de Normandía se hallaba Roberto I, también conocido como Roberto el Diablo, quien siempre debió cargar con la sospecha de haber asesinado a su hermano, el Duque Ricardo III, para quedarse con la corona normanda. Ambos eran primos de quien a la postre ocuparía el trono inglés, Eduardo el Confesor, de la sajona Casa de Wessex. Debido a esto, comenzaron a moverse las piezas, para colocar a un normando en el trono inglés.
Roberto I de Normandía, en Falaise, Francia. Foto por Imars: Michael Shea. Fuente: English Wikipedia Permiso: CC-BY-SA-2.5 |
Roberto I era uno de esos hombres quienes solo parecen sentirse a gusto, durante los períodos de luchas, o de guerra. Debió enfrentar rebeliones internas a su ascenso, en Normandía; luego combatió en Flandes y en Francia, logrando la restitución de sus gobiernos. Además derrotó a los bretones, quienes intentaban emanciparse del ducado de Normandía. Solo fracasó en el intento de invadir a Inglaterra, en 1034. Tal vez el hastío, durante alguna época relativamente tranquila, le impulsó, a fines de ese mismo año, a realizar una peregrinación hacia Jerusalén. Esto era algo que mucha gente hacía en esos tiempos, a pesar de los peligros que implicaba. Se ha llegado a pensar, que lo hizo como penitencia por el asesinato de su hermano, aunque, por supuesto, se trata solo de conjeturas.
El duque Roberto I, solo tenía un hijo, ilegítimo, fruto del amor con una muchacha cuyo origen era bastante humilde. Ese niño, llamado Guillermo, nacido en Falaise, hacia el año de 1028, a pesar de ser considerado un bastardo, era el heredero único a la corona normanda. Lo más preocupante de todo esto, era la situación de fragilidad en la que quedaba el ducado, que parecía convertirse en una fácil presa, para algunos secretos aspirantes entre la nobleza normanda, y quizás, hasta para el mismo rey francés.
La Iglesia del Santo Sepulcro. Jerusalén. Foto por Jorge Láscar, 2012. www.flickr.com/photos/jlascar Licencia: Creative Commons Attribution 2.0 |
Antes de partir hacia los lugares santos de la cristiandad, Roberto logró que los nobles de Normandía jurasen fidelidad a su hijo Guillermo, quien contaba con solo ocho años. Él debería convertirse en el nuevo duque, si su padre no retornaba. Y Roberto nunca regresó... No resulta nada difícil de imaginar el proceso de anarquía que vino a continuación. Surgieron personas que pretendían usar al joven duque, para controlar el poder; mientras que otros, pura y llanamente intentaban quedarse con todo. A pesar de su juramento, los nobles llegaron a conspirar abiertamente, y hasta se hicieron la guerra, en procura del ducado, durante esos difíciles tiempos.
Enrique I, Rey de Francia. Autor desconocido. Fuente: English Wikipedia |
La niñez de Guillermo fue especialmente complicada. Uno tras otro, sus custodios o tutores, resultaban asesinados. Hasta se ha llegado a especular, que debió vivir entre campesinos, en alguna ocasión. Esto pareciera posible, pero es muy difícil de comprobar. A fin de cuentas, el apoyo de Enrique I, rey de Francia, así como la protección de los vizcondes normandos, que se mantuvieron fieles, y también de la iglesia, permitieron que ese jovencito sobreviviera. Visto en perspectiva, y de acuerdo a lo fácil que era morir en esos tiempos, podría considerarse un verdadero milagro el que Guillermo lograra llegar a la edad adulta.
De esa etapa de tantos peligros y vicisitudes, surgiría, como del horno de un alfarero, aquel hombre poseedor de un temple y una personalidad avasallante, quien nunca retrocedería ante los obstáculos. Un personaje destinado a permanecer en la historia, de un modo indeleble, cuya descendencia ha portado coronas y ocupado tronos, por siglos, hasta llegar a los tiempos actuales.
Estatua de Guillermo el Conquistador en Falaise, Francia Foto por Man vyi, 2012 |
Hemos de permanecer, con nuestra máquina virtual del tiempo, en esas tierras, y en esa época, para presenciar el ascenso y el triunfo de ese rey guerrero, llamado Guillermo el Conquistador, quien habría de cambiar el rumbo de la historia europea, influyendo además, de un modo notorio, sobre eso que se ha dado en llamar, La Civilización Occidental...