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Los amores de Helena y Paris (detalle). Por Jacques-Louis David, 1788. Museo del Louvre, París, Francia. |
Sin mirar hacia atrás, Paris y Helena partieron hacia la ciudad de Troya. Lejos de sentir el más leve remordimiento, irradiaban felicidad. Mas no hay que olvidar que los humanos no somos sino simples muñecos, sujetos al veleidoso capricho de los dioses. Hera había jurado vengarse del irreflexivo amante, por lo que nunca quedaría satisfecha, hasta verlo acabado. Invocó a las deidades marinas y bastó solo un segundo, para que las quietas ondas se transformaran en vorágine, lista para engullir las embarcaciones troyanas.
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Antigua ciudad fenicia. Tomado del blog educahistoria.com/los-fenicios/ |
Pero lo más prodigioso ocurrió a continuación. Después de aquel festín, la serpiente permaneció inmóvil. ¡Se había transformado en piedra! Consultado Calcas, su respuesta no se hizo esperar:
En vano luchareis durante nueve años, solo después, podréis derrotar a Troya...
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Filoctetes en Lemnos. Por Guillaume Guillon-Lethiere, 1798. Museo del Louvre, París, Francia. {{PD-US}} |
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Aquiles. Por Philippe Chery. De Ifigenia en Aulis, por Jean Racine. Palacio del Quirinal, Roma. Licencia CC-BY-SA |
Para entonces, ya comenzaban a surgir algunas desavenencias entre Aquiles y Agamenón, que tanto daño llegarían a producirle a la causa propia. Los troyanos se habían preparado para el arribo de la escuadra y apenas se inició el desembarco, dirigidos por Héctor, hijo de Príamo, comenzaron su ataque. Mientras, en las naves, los soldados deseosos de entrar en acción, aguardaban su turno para saltar a la playa. Pocos estaban enterados, pero sobre ellos pendía un mal augurio:
el primer aqueo en pisar la tierra troyana, también sería el primero en morir.
El astuto Odiseo, bien lo sabía y no estaba dispuesto a ser digno de tal honor. Por ello, antes de descender de su barca, arrojó su escudo y luego saltó sobre él. Ante los muros de Troya, incontables guerreros habrían de morder el polvo, pero al primero entre todos, le dieron el nombre de Protesilao. Murió a manos del príncipe Héctor.
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Héctor reprende a Paris y a Helena. Por Jan Ferdinand Heyndrickx, 1820. Museo de Arte de la Universidad de Princeton. Princeton, New Jersey, EEUU. Fuente: Wikimedia. Usuario Daderot. |
Mostrando su gran arrojo, los recién llegados hicieron retroceder a los troyanos, que corrieron a refugiarse tras las murallas. A no dudarlo, el día había sido para los aqueos. Pero a pesar del triunfo, el panorama era desolador. Luego de recoger a sus muertos, Agamenón envió una delegación hasta la ciudad. Sin ningún tipo de rodeos, exigieron la inmediata entrega de Helena, junto con su dote. Luego de una larga deliberación, el propio rey Príamo, concluyó que los aqueos no iban a dar marcha atrás, aunque sus demandas fueran complacidas. Como haya sido, así se desvaneció la última oportunidad para detener aquel conflicto, que ya comenzaba a mostrar su rostro cruel. A falta de un acuerdo, dio inicio el sitio de la ciudad de Troya, acompañada por una estrategia de tierra arrasada en toda la región.
Sin embargo, no habría de transcurrir mucho tiempo, para que los ánimos comenzaran a declinar, una vez vista la enorme dificultad que representaba la toma de la ciudad, que contaba con sus muros formidables e ingeniosos sistemas, para burlar el cerco al que se encontraba sometida. ¿No sería más conveniente tomar de una vez lo que pudieran y retornar al hogar?
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Aquiles dando muerte a Troilo. Por Eufronio. Vasija, Siglo 5 AC. Fuente: O. Seyffert, et al. Dictionary of Classical Antiquities, London, 1894. |
Ya ni la familia real troyana, parecía encontrarse a salvo. Licaón, otro de los hijos del rey Príamo, fue tomado como prisionero y luego vendido como esclavo, en Lemnos. Los dioses, ofendidos por la actitud sacrílega de Aquiles, quien ni siquiera respetaba la santidad de los templos, habían pedido la intervención de Zeus, para poner coto a sus desmanes. Al mismo tiempo, Tetis, la madre del héroe, le rogaba para que alejara a su hijo del combate. El rey de los dioses urdió un plan para sacarlo de la acción.
Ocurrió del siguiente modo. Luego del saqueo de la ciudad de Crise, Agamenón recibió como regalo a la hermosa Criseida, hija de un sacerdote del dios Febo. A pesar del rico rescate que le fue ofrecido, el Átrida, se había encaprichado con la joven, por lo que se negó a retornarla a su hogar.
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El padre de Criseida, solicita en vano la devolución de su hija. Por Jacopo Alessandro Calvi, ca. 1810. Fuente: https://artuk.org |
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Aquiles y Briseida. Por Giuseppe Cades, 1776. Museo Fabre, Montpellier, Francia. Fuente: http://mini-site.louvre.fr |
(continuará).
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