martes, 20 de septiembre de 2016

Los Sumerios


Excavación en Nippur, fines del siglo XIX.
Tomado de: El Hombre y la Tierra, por Èlisée Reclus.
Entre los aspectos más apasionantes, aunque a menudo resulte también muy desalentador, de los estudios históricos, se encuentra el hecho de que parecieran no existir las verdades absolutas. El pasado es como un libro abierto, el cual sin embargo va mostrando sus secretos de un modo lento, a veces mezquino. En ciertas ocasiones, sus misterios pueden ser correctamente descifrados, pero esto no es siempre así. No resulta extraño que la información que se encuentra a la vista, termine por conducir a conclusiones equivocadas. Esta es una situación que llega a presentarse, y no pocas veces, en el campo de la historia, la arqueología, al igual que en los estudios antropológicos.  


Guardias de Asurbanipal, bajorrelieve del Palacio
de Nínive, ca. 645 AC. Museo del Louvre, París, Fr.
Foto por Jastrow, 2005.

En realidad, eso ha ocurrido con frecuencia, durante el estudio de las civilizaciones antiguas de los pueblos del Asia sur occidental, quienes han compartido gran parte de su historia con las naciones europeas, por desgracia, a menudo, como enemigos. A pesar de ello, no todo ha resultado negativo, ya que entre dichas regiones siempre ha ocurrido una inestimable transferencia cultural. Lo cierto, es que al cabo de largos años de búsquedas, y de estudio, se han llegado a aclarar muchas dudas y lagunas de su historia, así como también pudieron ser desmentidas algunas hipótesis, que en su momento fueron tenidos como ciertas.