lunes, 16 de julio de 2018

Las Estrellas y el Hombre.



A medida que los ojos del ser humano se abrían al entendimiento, aumentaba su curiosidad por conocer y tratar de dar alguna explicación a todo cuanto le rodeaba. Poco a poco, la naturaleza comenzaría a confiarle sus secretos. De ese modo, el hombre fue descubriendo algunas secuencias y ciclos naturales, al mismo tiempo que conseguía adaptarse a ellos... Pero, ¿podrían esos conocimientos ser utilizados de una manera práctica?

El Universo. De: La Atmósfera- Meteorología Popular, por C. Flammarion
 Color por: Hugo Heikenwaelder, Viena, 1998. Lic. CC BY-SA 2.5 

Con toda seguridad, uno de los primeros de esos ciclos que nuestros antepasados llegaron a captar fue el de los días y las noches... Para ellos, se trataba de períodos de luz y períodos de oscuridad que se repetían sin cesar. Veían al incandescente Sol ascender por los cielos y luego descender, hasta terminar ocultándose siempre por donde mismo; entonces todo se cubría de inquietantes sombras. Llenos de reverencia, aguardaban cada nueva aparición suya, por el horizonte opuesto. Con él, parecía renacer la vida: no había modo de pasar por alto que durante su ausencia la mayor parte de la actividad vital cesaba.


Noche de Luna llena. Foto: Luz A. Villa, Medellín, Colombia, 2007
 Lic. Creative Commons Attribution 2.0 Generic

Sin embargo, al oscurecer, el firmamento se transformaba en un espectáculo maravilloso. ¡El hombre primitivo debió extasiarse ante su infinita belleza! Incontables luceros comenzaban a brillar, y la Luna, con su manto de fría luz, hacía su aparición. Aunque su tamaño parecía ser similar al Sol, su forma era cambiante. ¿Cómo habrán sido aquellas oscuras noches, en un mundo sin la menor traza de luz artificial? Era algo que no sólo invitaba a la contemplación, de seguro también significó un permanente estímulo para la curiosidad y el pensamiento.


One tree hill. foto: Christopher Michel, 2014.
 Lic. Creative Commons Attribution 2.0 Generic

Desde siempre, el hombre intentó hallar el porqué de las cosas que ocurrían en el firmamento. En un principio, tomando como base lo que se ofrecía ante su mirada, resultaba muy tentador el pensar que la tierra ocupaba el centro de una enorme cúpula, en la cual se movían todos los cuerpos celestes. Durante milenios, muchos sabios mantuvieron un concepto erróneo acerca de todo aquello, así como de nuestro sitio en el universo. Aunque el Sol fue el primer astro cuyo comportamiento comenzó a ser estudiado, sería la observación nocturna la que a fin de cuentas permitiría explicar (basados en aquella hipótesis falsa), lo que acontecía en los cielos y su relación con los ciclos de la naturaleza.


Las constelaciones del Águila, la Lira y el Cisne, en el cielo del verano. Se muestra el "Triángulo del Norte",
formado por las estrellas Altair, Vega y Deneb. Foto: Martin Mark, 2015. Lic. CC Attributiion-Share Alike 4.0 International



La imaginación humana también pudo jugar un papel esencial, cuando entre los grupos de estrellas le pareció detectar formas conocidas. Cada noche, un desfile de figuras comenzó a poblar los cielos: un feroz león, tal vez un águila imponente, o un escorpión, por ejemplo. Lo más importante era que esas figuras nunca cambiaban, por lo que el conocimiento de esos "personajes celestes" pudo pasar de padres a hijos. Muchos siglos después, los griegos les darían el nombre de constelaciones. Aún hoy en día, unas cuantas de ellas nos resultan familiares... Eso, que tal vez se haya originado como un juego, resultó decisivo para la mejor comprensión del universo.Desde entonces, cada nuevo descubrimiento serviría de preámbulo para otros nuevos hallazgos.


Puesta de Sol el día del equinoccio en Pizzo Vento,
 Fondachelli Fantina, Sicilia, Italia. Foto: Girtompir. Lic. CC0 

Un árbol, un peñasco, una montaña, servirían a los astrónomos primitivos para hacer sus rústicas mediciones. Más tarde, el hombre comenzaría a erguir sus propios observatorios, colocando grandes piedras alineadas, o levantando construcciones cada vez más altas. Gracias a la continuada observación del firmamento, llegaría a comprender que había relación entre todo aquello y algunos fenómenos naturales. Las épocas de calor, las épocas de frío; las lluvias, las sequías, hasta las crecidas de los ríos y las mareas podían ser anticipadas. ¡Cuándo podía colectarse alimento y cuándo se podía esperar abundancia! Cuándo sembrar y cuándo cosechar. Todo parecía estar escrito en el cielo.


Salida de la Luna en Punta Mola, México. Foto: Dario Giannobile, 2014. Lic. Creative Comm. Att.-Alike 4.0 International

No fue difícil comprobar que la Luna y algunos otros cuerpos brillantes, se desplazaban más rápido que las estrellas. Estas parecían formar parte de un "telón de fondo" que se movía, aunque de manera casi imperceptible. Así, una noche la Luna podía ser vista junto a un determinado grupo de luceros, pero con el paso de las noches, ella se iba alejando cada vez más de ese grupo. A fin de cuentas, eso condujo al descubrimiento de que la Luna "caminaba" sobre las estrellas: ¡y en su camino siempre parecía recorrer las mismas constelaciones!


Las fases de la Luna: 1. Nueva, 2 - 4. Creciente, 5. Llena, 6 - 8 Menguante Autor: Pamplelune. Lic. Creative Comm. Att.-Share Alike 3.0 Unported. 

Además, al comprender que los cambios en la forma, conocidos como fases de la Luna, se repetían periódicamente, se lograría un notable avance en la medición del tiempo. Se comprobó que entre una Luna Nueva (cuando la observamos cercana al Sol, al atardecer) y la siguiente, siempre transcurrían algo más de veintinueve días. Desde entonces el hombre comenzó a contar el tiempo en "lunas". Como es fácil notar, eso era equivalente a contar el tiempo en meses, tal como hoy lo hacemos. Así comenzarían a diseñarse los primeros calendarios lunares, que sirvieron de base a los que todavía se utilizan en algunos países.


Localizador de estrellas Sumerio, tercer milenio aC.

Hace aproximadamente unos cinco mil años, a los astrónomos sumerios se les ocurrió determinar cuales eran los grupos de estrellas (constelaciones) que la Luna parecía recorrer durante cada uno de sus ciclos. Esto equivalía a trazar la órbita de nuestro satélite. De ese modo, ellos reconocieron hasta veintiocho grupos diferentes, uno por cada noche. Tras ese recorrido, ella se encontraba de nuevo en la posición inicial. En consecuencia, para saber cual era el día del mes, no había más que revisar la posición de la Luna respecto a las estrellas.

Pero aun así, aquello no era suficiente para comprender y predecir los ritmos de la naturaleza, ¡faltaba algo más! Los astrónomos pronto notaron que el calendario lunar no era capaz de anticipar con precisión los cambios estacionales. Ya entonces era conocido el hecho, de que la naturaleza repetía varios de sus ciclos aproximadamente cada doce lunas. Sin embargo, utilizando ese calendario, en pocos años acababan por producirse notorios desfases. La solución a ese problema la encontrarían en la observación de la trayectoria del Sol en el firmamento...

Ilustración de las fases de la Luna, por Galileo, 1616. {{ PD-US}}

Se hacía evidente que un año lunar, con sus trescientos cincuenta y cuatro días, resultaba ser muy corto. El desajuste que se iba observando fue subsanado, añadiendo un mes al año, cada cierto tiempo (nosotros añadimos un día al año cada cuatro años, también para compensar algún tipo de falla de nuestro calendario). De ese modo, se mantenía una aceptable coincidencia con los cambios de las estaciones. Algunos calendarios, como el babilonio y el griego, fueron diseñados de esta manera. El calendario religioso judío aún hoy utiliza este método.

En un principio, los estudiosos del cielo no se habían fijado demasiado en el recorrido del Sol, ya que su luz enmascaraba el brillo de las estrellas. Pero no tenían duda de que surcaba un camino similar al de la Luna. Para entonces, los astrónomos ya disponían de algo parecido a un "mapa del cielo" y podían marcar el paso del Sol por entre los grupos de estrellas ya conocidos.

Para conocer la ubicación del Sol, bastaba con fijarse en las constelaciones que le precedían antes del amanecer y las que se ocultaban justo tras él, al anochecer. De ese modo, pudieron confirmar que la trayectoria del Sol también era cíclica, pero parecía ser más lento que la Luna: él se tomaba poco más de trescientos sesenta y cinco días para completar cada vuelta, en lugar de los veintinueve días y medio del ciclo lunar. Esa trayectoria del Sol es conocida con el nombre de Eclíptica.

Eclíptica y las constelaciones del Zodíaco. Modificado a partir del trabajo de Joshua Cesa, en http://commons.wikimedia.org  por Macalves, 2012. Lic. Creative Comm. Att.-Share Alike 3.0 

Hacia el año 450 aC. un astrónomo griego, llamado Enópides, configuró las constelaciones de la eclíptica. Resultaron ser doce, y el Sol tomaba aproximadamente treinta días a su paso por cada una de ellas. Son nuestras conocidas constelaciones del Zodíaco. Los antiguos habían observado que además del Sol y la Luna, existían otros cinco astros brillantes, que recorrían las constelaciones zodiacales. Debido a sus movimientos que parecían ser irregulares, recibieron el nombre de planetas, que significa "errantes".


Equinoccio vernal, o primer punto de Aries.
 Por: Francisco J. Blanco González. Pontevedra, España.
 Hecho con Inkscape. Lic. CC BY 2.5

Lo más interesante de todo esto, fue el descubrimiento de que el tiempo que el Sol parecía tomar en cada uno de sus ciclos (no hay que olvidar que ese movimiento era aparente), encajaba a la perfección con el período de los cambios estacionales. Desde entonces, su llegada a la constelación de Aries, marcaría el inicio de la primavera. Todo un feliz acontecimiento, esperado y celebrado jubilosamente por casi todas las civilizaciones antiguas. Los ciclos solares además les permitían conocer la propicia llegada de las lluvias, e incluso la fertilizadora creciente de algunos ríos. En consecuencia, parecía lógico que un calendario basado en los movimientos del Sol, resultaría más útil que los conocidos calendarios lunares.

No obstante, existió alguna resistencia hacia el uso del calendario solar. Tal vez por esa tendencia conservadora y tradicionalista que siempre ha sido parte del espíritu humano, se siguió empleando el calendario basado en la Luna, durante mucho tiempo. Sin embargo, en el antiguo Egipto ya utilizaban un calendario solar desde el tercer milenio antes de Cristo. Sería mucho tiempo después, en el año 46 a C. cuando Julio César impuso a los romanos una reforma, basada en el calendario egipcio. Desde entonces, se utilizaría el Calendario Juliano, que estaba llamado a perdurar por siglos.


Representación de Claudio Ptolomeo. De una publicación del año 1584.
 Por: B. Maranchin y G. Chaudiere, Paris.
 Fuente: Popular Science Monthly, April 1911.

Con respecto al cielo nocturno, debemos decir que el hombre no se conformó con el estudio del Zodíaco. Desde tiempos muy antiguos, algunos brillantes luceros, como Sirio, Altair, Vega, Polaris y tantos otros, ya eran bien conocidos, y quedaban fuera del círculo zodiacal... Por el año 275 aC. un astrónomo llamado Aratus, se dedicó a describir las constelaciones no zodiacales, otorgándoles un nombre a cada una. Más tarde, esa descripción sería mejorada y ampliada por Claudio Ptolomeo, hacia el año 135 de nuestra era; él llegó a reseñar ¡cuarenta y ocho constelaciones! Pero en sus tratados, ellos solo tomaban en cuenta las estrellas visibles o que formaban parte de alguna figura. Mucho tiempo después, con la invención del telescopio, fue posible descubrir la gran cantidad de astros que habían sido excluidos por su poco brillo.


Magallanes cruza el estrecho que lleva su nombre.
 Autor desconocido, 1860. Fuente: Laurence Bergreen.
 Más Allá del Borde del Mundo, 2005 {{PD-US}} 

Con las exploraciones de los siglos quince y dieciseis, los navegantes observaron como a medida que se aventuraban más hacia el sur, la estrella Polar iba quedando cada vez más baja sobre el horizonte, ¡hasta que terminaba por desaparecer! En un principio, eso les ocasionaba un gran temor, pero después notaron que aquello no era más que una prueba de la esfericidad de la tierra (algo que ya los griegos habían comprobado mucho antes) y que habían traspuesto la línea que dividía la Tierra en dos mitades: el Ecuador. Lo cierto es que a medida que se aventuraban cada vez más al sur, estaban observando estrellas del hemisferio austral, nunca antes vistas por los astrónomos del viejo mundo.


Mapa celeste, que indica el área de cada una de las 88 constelaciones. Foto: Shadowxfox, 2008. Lic. Creative Commons Attribution-Share Alike 4.0 International, 3.0 Unported, 2.5 Generic.

En la actualidad, se ha dividido todo el firmamento entre ochenta y ocho constelaciones, las cuales incluyen cualquier estrella de las que hasta hoy han sido detectadas. Es decir, que cubren todo ese firmamento. Las constelaciones son muy variadas en sus formas y tamaños, y no pocas de ellas aún mantienen el mismo nombre desde tiempos verdaderamente remotos. Casi todas llevan el nombre de objetos, de animales o de personajes mitológicos.


El Consejo de los Dioses en el Cielo. Por Giovanni Lanfranco, ca. 1624. Galleria Borghese, Roma. Foto por: Livioandronico2013, 2015. Lic. Creative Commons Attribution-Share Alike 4.0 International. 

Por supuesto que el conocimiento de los cuerpos celestes, siempre fue unido al temor reverencial ante las fuerzas de la naturaleza, ante lo desconocido. Por tal motivo, en la mayoría de los fenómenos naturales, el hombre creyó ver una manifestación de la voluntad de ciertas deidades caprichosas, que moraban en palacios celestes. En casi todas las religiones, desde el inicio de los tiempos, el Sol, la Luna, los brillantes planetas y estrellas, además de algunas constelaciones, no eran otra cosa más que sus dioses. Para obtener sus favores, se les hacían ofrendas, que en forma de humo pudieran ascender hasta ellos.

En nuestro subconsciente, no hay duda que que aún quedan las trazas de algunas de esas creencias ancestrales. Por ejemplo, es muy común y hasta normal, que una persona, en señal de agradecimiento, dirija su mirada al cielo mientras pronuncia algunas palabras. ¿Quién no ha visto esa escena muchas veces? Tal vez la mayoría de nosotros también lo hace, y ni siquiera nos percatamos de ello...


Tomado de: Planting, harvesting and... Por: Seward, Alfred F. Chicago III, A.F. Seward & co. 1920. Foto: Internet Archive Book Images. Fuente: https://www. flickr.com 2014.

Del mismo modo, persiste la creencia muy generalizada en horóscopos y astrólogos, que relacionan la influencia de los planetas con el acontecer de nuestras vidas. Pero el tránsito de un planeta rojizo, no tiene por qué acarrear guerras; tampoco un planeta brillante, pero cuya superficie es un verdadero infierno, puede ser la personificación del amor y la belleza. Una constelación que representa unos gemelos, no tiene por qué influir en el carácter de una persona. Eso no es más que una reminiscencia de los tiempos en los cuales el creciente saber de los científicos resultaba eclipsado por el poder de las castas sacerdotales. ¿O es que no recordamos los casos de astrónomos que debieron retractarse de sus opiniones y teorías, ante las presiones inquisitoriales? Es posible que esos grupos, desde la antiguedad ya estaban acostumbrados a manejar la superstición colectiva, en beneficio propio.


Las Pléyades, cúmulo estelar abierto. Está a unos 400 años luz de la Tierra. Foto: NASA, Observatorio Palomar, Cal. USA. Fuente: http://hubblesite.org

¿Hasta qué punto las religiones que han existido y las que hoy conocemos, pueden ser la herencia de todo un bagaje cognitivo-espiritual de la raza humana? De algo estamos seguros: esa es una pregunta muy difícil de responder... Tal vez, la respuesta a muchas de nuestras dudas sí se halle entre las estrellas, ¡pero bien podría estar dentro de cada uno de nosotros!

miércoles, 20 de junio de 2018

La Revista del Viajero Entre Historias N° 3






El monumental anfiteatro de Éfeso, Turquía. Foto: Daniel Delgado.



            Editorial.

Nos encontramos a muy pocos días de un evento que con el paso de los años, se ha ido volviendo cada vez más y más importante, más universal. En la publicidad es definido como el mayor espectáculo de magia que puedan contemplar los seres humanos: La Copa Mundial de Fútbol. No queremos entrar en la discusión de que tan buen deporte sea, o lo sana que sea su práctica. Todos sabemos las bondades de practicar algún ejercicio. Lo que sí nos preocupa es la capacidad de adormecer la mente de un enorme porcentaje de personas. En nuestra opinión, todo ello no es más que un negocio, muy lucrativo por lo demás, para unos cuantos. Tras un montaje nacionalista, se esconden unas negociaciones turbias, de las cuales apenas conocemos "la punta del iceberg". ¿Distracción y entretenimiento? Sin duda todos tenemos derecho a ello... pero, si pensamos en un segundo significado de estas palabras, también podemos hallarle un lado negativo a ambas: distraerse, significa también apartar la atención de algo más o menos importante; entretenerse pareciera estar relacionado con la pérdida de tiempo. Resulta patético ver a alguien que no tiene sus problemas vitales resueltos en modo alguno, alegre y satisfecho porque su equipo triunfó o su héroe deportivo tuvo una actuación descollante. ¡Con eso nadie come! El día que todos comprendamos que los mayores éxitos que debemos aupar, son los propios; que nos vayamos a dormir cada noche, satisfechos porque le anotamos "varios goles a la vida", el mundo se hará un lugar más equilibrado y más progresista. ¡Feliz Mundial y que gane el mejor!


sábado, 9 de junio de 2018

The Norsemen and William the Conqueror (part IV).







Battle Abbey. Built by William I in 1070, near the place of the Battle of Hastings.
Photo: Anthony McCallum, 2012. Att.: WyrdLight.com
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Senlac Hill.


On that morning of October 14th of the year 1066, there was something in the air. Was easy to feel great and serious events approaching. King Harold II of England came right on time for his appointment with history. With his army he was blocking the road to London. So he was showing his decision to stop the Norman invasion there, no matter the cost. It was about to ocur a medieval joust, to determine not only who would be king, but also the future course of the nation.

jueves, 31 de mayo de 2018

The Norsemen and William the Conqueror (part III).




The load of the centuries: the Colosseum, Rome.
Photo: Daniel Delgado, 2010.

Many men have a natural tendency: it is a wish for trascending, to perpetuate their work and memory. It is somehow as the searching of inmortality. Due to that, we may know many events from ancient times. The commemoration of great victories or impressive achievements, have always been a favorite subject for architects, plastic artists or creators in general. Obelisks, columns, mausoleums, triumphal archs or statues, often are telling us about a glorious past. But sometimes we can find another kind of things, more subtle, such as a stele, painted pottery, some written poem, even a piece of cloth... which may be as important as all the former. But the fragility of these type of historical traces, makes it very hard to find them well preserved. 



The Bayeux Tapestry. Photo: Dennis Jarvis, Halifax, Canada, 2014. Source: France-000668-Tapestry-8-9
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If we take a look at the Bayeux Tapestry, very well preserved despite being almost one thousand years old... the medieval way of life and the events shown there, we may understand its significance. But, which is the story depicted in the Bayeux Tapestry? Something seems obvious: it was made for its exhibition in a great hall, maybe into a church. There, many people could behold and admire the triumph of their king, step by step. It was such as a royal publicity.


viernes, 25 de mayo de 2018

La Revista del Viajero Entre Historias N° 2



Calle Principal de la ciudad antigua de Dubrovnik, Croacia. Foto: Daniel Delgado


            Editorial.

La tendencia normal de los seres humanos es la de pensar que siempre los tiempos pasados fueron mejores. No hay duda de que vivimos en una época de grandes convulsiones y que a menudo nos hace sentir que no sabemos a ciencia cierta hacia donde vamos. Al revisar a vuelo de pájaro todo el discurrir de nuestra historia, podemos percatarnos de que la violencia y la injusticia han sido una constante.  Tal vez lo único distinto hoy, sea el flujo de la información notablemente superior al de cualquier otra época, unido al poder de las armas de destrucción masiva, que se ha incrementado de manera pavorosa: con solo "apretar un botón" pueden desaparecer miles, tal vez millones de personas en solo unos segundos. Por lo demás no hemos cambiado mucho durante los últimos diez mil años. Países oprimidos por auténticos genocidas, naciones que basan su bienestar sobre la pobreza de otros, guerras, civiles desplazados... ¡nada de eso es nuevo! Es una parte fundamental de nuestra historia, lamentablemente. Pareciera que en medio de una dualidad zoroastriana, por el camino que vamos, tarde o temprano la humanidad se encontrará frente a un callejón sin salida. Esperemos que al final prive la razón, y pueda abrirse la puerta de la esperanza para todos los habitantes del planeta.  


sábado, 5 de mayo de 2018

The Norsemen and William the Conqueror (part II).







Map of Normandy, 12th Century.By: Sting... Cartenormandie2.PNG
Modified by: Rowanwindwhistler.
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Towards the year 1036 the Duchy of Normandy had become a very important and influent country in Europe. But they were passing through a deep crisis. Why? The reason was simple: a child had the crown over his head! He was too young to exert the power by himself, and  furthermore, he was a bastard. A child duke, or a bastard duke... both were hard to digest for many people. Then, a bunch of nobles believed to see the opportunity to get to the throne. So Normandy, the land ruled by Rollo and his descendants for more than a century, ended up inmersed into chaos and anarchy.