Lago Lemán, con el Dent d´Oche, desde lo alto de Lausana,
1841
Grafito y acuarela sobre papel.
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Todos alguna vez hemos podido percibir una sensación de sobrecogimiento al contemplar alguna de las grandes obras del ingenio humano. No hay duda de que estar frente a frente de las Pirámides de Egipto o de un gran rascacielos, por ejemplo, nos produce ese tipo de emoción. Sin embargo, para los amantes del arte, resulta incomparable la emoción de contemplar de cerca una obra maestra, fruto del trabajo y de la inspiración de alguna mente brillante.