viernes, 27 de septiembre de 2019

Crónicas de Santiago.



Entre las cosas que tornan tan apasionante el estudio de los acontecimientos del pasado, se encuentra la manera en la que unos hechos se van encadenando con otros. Así, al revisar un determinado suceso, comienzan a aparecer eventos relacionados, igualmente llamativos. De igual modo ocurre, al hacer un seguimiento de la vida y hechos de cualquier personaje... Esto convierte a las narraciones históricas, en un inmenso tejido de vidas y eventos. Aparte del posible interés que esto pueda despertar, también llega a adquirir una notable importancia. Esas interacciones suministran el contexto histórico, que permite una mejor interpretación de cada circunstancia o personaje. 



Ventanal de librería, con estantes de libros de música.
Por Giuseppe Crespi, ca. 1720. Museo y Biblioteca Int. de Música
Fuente: http://kotisivukone.fi

Tampoco escapa a esto, la tarea de contar el acontecer de una sociedad (ciudad, provincia, nación...). Resulta muy común, que el cronista se encuentre ante la gran tentación de empezar a investigar sobre un determinado tema y que este, lo vaya conduciendo a otros temas. No obstante, el correcto uso de este "divagar", es algo que puede añadirle colorido e interés a sus narraciones, sin duda alguna. 



Basílica del Salvador. Foto:AlBustos, 2010. Lic. Creative Commons-Share Alike 3.0 Unported

Como una muestra de ello, nos hemos encontrado ante una especie de encrucijada de tres caminos, cuando nos propusimos hacer una crónica sobre la Basílica del Salvador, en Santiago de Chile... Se trata de una impresionante construcción de estilo Neogótico, que vivió momentos de esplendor durante la primera mitad del Siglo XX. Sin embargo, hoy su estructura se encuentra seriamente quebrantada, ante los embates de algunos fuertes movimientos telúricos. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que se trata de una joya arquitectónica, digna de amor y admiración. Es inevitable sentir angustia, ante la posibilidad de su pérdida definitiva. 


Iglesia de la Compañía de Jesús, Santiago de Chile, 1857. Grabado en madera, por  Charle Barbant e hijo, 1880.
Según una pintura de Clara Filleul, de Le Monde Illustré 1857. Fuente: www.philographykon.com {{PD-US}}

Pero al leer sobre su historia, de inmediato salió a relucir que ella comenzó a erigirse, tras la destrucción por el fuego, de la Iglesia de la Compañía. A pesar de la sismicidad de la zona, esta tragedia es posiblemente el peor siniestro de la historia de la ciudad. En medio de una festividad religiosa, la iglesia se convirtió en una enorme pira, en la cual murieron más de dos mil personas, en diciembre de 1863. Bastó poco más de una hora, para que la iglesia quedara en ruinas. Para entonces, Santiago contaba apenas con unos 200.000 habitantes... A pesar del tiempo transcurrido, hay quien asegura haber escuchado los gritos y lamentos, en ese sitio de la Esquina de Bandera con Compañía.


Incendio de la Iglesia de la Compañía, el 8 de diciembre de 1863.
Litografía por P. Cabot, 1864. Fuente: https://archive.org {{PD-US}}

¿Cómo dejar de lado que la marcada impotencia ante esa tragedia, condujo a la creación de un cuerpo de bomberos, por iniciativa del ilustre ciudadano José Luis Claro y Cruz, quien convocó a través de la prensa a quienes desearan formar parte de dicha organización. Pocos días después, ya contaba con doscientos hombres. Para el 20 de diciembre de 1863, se fundaba oficialmente el Cuerpo de Bomberos de la Ciudad de Santiago. En el año de 1980, se inauguró el museo de este glorioso cuerpo, para honrar y destacar la memoria aquellos pioneros de tan encomiable labor. Hoy, la expansión ha conducido a la formación de diversos cuerpos, compañías y brigadas bomberiles, distribuidas en algunas comunas de la ciudad.  


José Luis Claro Cruz {{PD-US}}

Santiago de Chile hoy es una ciudad cosmopolita, pero a la vez rica en antiguos rincones. Cada calle, cada antigua edificación o iglesia, nos cuenta acerca de un pasado que se resiste a desaparecer. Es un patrimonio histórico que debe ser protegido a ultranza, mediante leyes efectivas, de la continua amenaza sísmica y la depredación modernista. El alma del auténtico Chile, además del campo, también habita en la maravilla de sus construcciones antiguas.


Los tajamares del Mapocho. Por Giovatto Molinelli, 1855.
 Museo Histórico Nacional, Chile.

Nos adentraremos en las crónicas de Santiago, a la que siempre agradeceremos por su hospitalidad. Estas y otras historias, van especialmente dedicadas a las personas que nos han brindado su aprecio y calidez humana...  

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