Sigfrido y Brunilda. Por Harry G. Theaker, 1920 |
Atila. Por Delacroix, detalle |
Wagner, 1871 |
Haremos este relato, intentando unir un poco las diferentes versiones, completando el ciclo de la historia. Es imposible decidir si existe una visión mejor que otra, ni una narración que se ajuste más a una realidad. Lo que no puede negarse es que en ellas están contenidas muchas de las creencias y de las tradiciones de los pueblos germánicos y nórdicos. Estos relatos todavía conservan intacta su gran fuerza, a pesar de que su origen realmente se pierde en las nieblas del tiempo.
El Oro del Rin.
El Oro del Rin. Por Hans Makart |
Albérico y sus esclavos |
Freya. Por Arthur Rackham, 1910 |
Odín, por Georg von Rosen, 1886 |
No fue difícil para los dioses encontrar a Albérico. Al descender disfrazados al mundo subterráneo, el Nibelheim, lo consiguieron maltratando a su hermano, mientras gritaba órdenes a sus esclavos. El envanecido gnomo se dirigió a ellos, quería saber que hacían en sus dominios. Astutamente, Loki le explicó que habían escuchado hablar de las maravillas que él había reunido y que tan solo querían contemplar tales prodigios. Esto no engañó a Albérico, quien les echó en cara que probablemente, era la envidia lo que los había llevado hasta allí. Se ufanó de haber renunciado al amor para obtener todo eso y de que pronto dominaría todos los mundos, incluido el de los dioses.
Nibelheim. (Odín y Loki capturan a Albérico). Por Josef Hoffman, 1876 |
Albérico en poder de Odín y Loki |
Los gigantes y Freya, por Arthur Rackham, 1910 |
A pesar de que uno de ellos prefería mantener a la mujer, los gigantes optaron por aceptar el oro, tras mucho regateo y agrias discusiones. Sin embargo, Odín dudaba en entregar el anillo mágico. Cuando ya Fasolt volvía a tomar del brazo a su hermosa rehén, el rey de los dioses recordó la advertencia que una vez le hizo la madre de las Nornas: que el fin de todo su mundo estaba cerca, y que la única esperanza que quedaba era que renunciara a su orgullo y ambición, ¡No tenía más opción que entregar ese anillo!
Tan pronto quedó el tesoro y el anillo en posesión de los gigantes, estos empezaron a discutir. Fafner echaba en cara de su hermano, que si por este hubiera sido, se quedaban con la mujer y no con tan extraordinarias riquezas, por lo tanto a él le correspondería la mayor parte, si no todo. No tardaron en comenzar una pelea, que se tornó cada vez más violenta, hasta que Fafner descargó un terrible golpe en la cabeza de Fasolt, quien rodó exánime. Lo había asesinado su hermano. No pudieron los dioses, al contemplar la escena, sacar de sus mentes la maldición del anillo, y así muy pensativos, regresaron al palacio, llevando el peso de tantos presagios que se cernían sobre ellos.
El palacio de los dioses |
Fafner fue dominado por la ambición, a tal punto, que optó por transformarse en un horroroso dragón, retirándose a vivir, con su inconmensurable y ya sangriento tesoro, a una apartada cueva, cuya entrada vigilaría día y noche. No quedaba duda de que la maldición de Albérico lo había alcanzado, porque ya nunca viviría feliz a pesar de tantas riquezas que poseía.
Fafner, el dragón |
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