sábado, 11 de julio de 2020

Roma, la Ciudad Eterna (parte 5).




Iglesia de San Buenaventura, Monte Palatino, Roma.
Foto: Jean-Paul GRANDMONT, 2011. Lic.CC BY 3.0

Vendrían tiempos durante los cuales el trono romano fue ocupado por personajes de origen etrusco. Esto pareciera ser un indicio de que Roma había quedado en una situación desventajosa, tal vez como producto de alguna derrota militar. Sin embargo, nada de ello se puede evidenciar en los relatos de sus historiadores. Es conocida su tendencia a manipular las historias, a mitificar los hechos, como una manera de enaltecer el pasado y mantener el aura de grandeza de la ciudad. En consecuencia, los escritos históricos de los primeros tiempos, abundan en descripciones fantasiosas y lecciones de virtud romana. 


Lucio Tarquinio Prisco. De Promptuarii Iconum Insigniorum, 1553.
Publicado por Guillaume Rouille. {{PD-US}}

El quinto rey de Roma fue Lucio Tarquinio Prisco. Su nombre parece indicar que su lugar de nacimiento fue Tarquinia, una ciudad de Etruria. Según la tradición, se trataba del hijo de un acaudalado hombre, proveniente de Grecia. A pesar de ser un inmigrante, consiguió destacar como militar y su prestigio creció, hasta llegar a convertirse en consejero del rey Anco Marcio. Este, incluso llegó a nombrarlo como custodio de sus hijos y regente del reino. Su carrera ascendente lo llevó también al trono, a la muerte del rey. Según el historiador Tito Livio, este fue el primer caso de una elección manipulada, entre los monarcas romanos. Pero todo esto podría ser tan solo una leyenda, que oculta el hecho del dominio etrusco durante la etapa monárquica de Roma.


Vista del Palatino desde el Circo Máximo. Foto: Lil Herodotus, 2019.
Lic. CC BY-SA 4.0

El balance de su gobierno fue positivo para la joven ciudad. La influencia etrusca le dio un nuevo impulso, lo que se tradujo en un progreso visible. Roma comenzaría a adquirir la espléndida fisonomía de sus futuros días de gloria. Grandes espectáculos públicos añadieron interés a la vida de sus ciudadanos. De esa época data el maravilloso Circo Máximo, y sus emocionantes carreras. Se popularizaron las competencias atléticas, que con el paso del tiempo degeneraron, dando origen a los combates de gladiadores. La influencia religiosa también se manifestó con el inicio de la construcción del templo de Júpiter, en el Monte Capitolino, de gran importancia en el devenir de la vida romana.


Campo Vaccino ( el Foro Romano), por Claude Lorrain, 1636. Museo de Louvre, París, Francia.
 Fuente: The Yorck Project (2002).

Aquella onda de progreso, también se sintió en las numerosas obras civiles. Situado entre los montes Palatino y Capitolino, había una extensión de terreno que era utilizado para el encuentro ciudadano. Allí se realizaban diversas actividades, tales como el comercio y la discusión de temas de interés colectivo. Era el foro o mercado de la ciudad (o al menos el principal). No obstante, aquel era un lugar algo pantanoso, por lo que se construyó un ingenioso sistema de alcantarillado, que más tarde sería conocido con el nombre de Cloaca Máxima. Aquel sitio: el Foro Romano, se convertiría en uno de los símbolos de la ciudad. 


Triunfo de Lucio Tarquinio Prisco, ca. 1541. Autor: Taller de Jörg Breu. De la Crónica de Hans Tyrol.
Biblioteca de Eton College. Fuente: Colecciones de Arte y Museo de Augsburg, Alemania. {{PD-US}}

Todo parece indicar que Tarquinio Prisco era un hombre culto. Pero también era un líder de carácter autoritario. Derrotó a las tribus vecinas del Lacio y se anexó sus territorios. Con su afán bélico, impulsó la industria de los metales y la economía en general. Dado el éxito logrado durante sus campañas, introdujo en Roma la costumbre etrusca de celebrar las victorias importantes, con un vistoso desfile. El triunfo o apoteosis de los generales victoriosos, se mantendría por muchos siglos. Con su obra, este rey generó el ambiente propicio para que Roma se encaminara hacia su gran destino.


El templo de Júpiter, en la colina Capitolina, en los tiempos de la República.
Tomado del libro Geschichtbilder, 1896. Por Friedrick Pollack.

Sin embargo, como ya hemos dicho, gobernar esa ciudad, era un oficio peligroso. En el 578 aC. Tarquinio Prisco fue asesinado, tal vez por intrigas de los hijos del rey Anco Marcio. Evidentemente, el sistema monárquico electoral había entrado en crisis. Como una muestra de ello, el trono terminó en manos de un yerno del asesinado rey, lo que equivalía a una transmisión hereditaria. El hecho fue que Roma sería gobernada durante los siguientes cuarenta y cuatro años por otro etrusco, Servio Tulio, el sexto de los monarcas romanos. Fue un buen rey, estimado por la mayor parte de los súbditos.


Servio Tulio, sexto rey de Roma. Por Franz Huys, Siglo 16.
Fuente: Deustche Fotothek. {{PD-US}}

Se le atribuye la creación del concepto de ciudadanía romana. Continuó con el engrandecimiento y ornato de la ciudad. Durante su reinado comenzó a realizarse el censo de la población; también introdujo mejoras en la organización militar. Amplió los límites de Roma hasta la sexta y séptima colinas y la rodeó por una extensa muralla. Esos muros servianos demarcarían sus límites durante los próximos cinco siglos. Con los pueblos vecinos del Lacio, formó una Liga, por supuesto, controlada por los romanos. 


El cuerpo de Servio Tulio es arrollado por su hija. Por Jean Bardin, 1765.
 Landesmuseum, Mainz, Alemania. Fuente: http://galatea.univ-tlse2.fr

En la política interna, intentó aumentar los derechos políticos de los plebeyos. Esto produjo la reacción de las familias poderosas, y tal vez fue una de las causas que llevaron a su asesinato, en el año 534 aC. Lo cierto, es que con su muerte se repetía la vieja historia de la conspiración de los hijos de un rey anterior, que se sentían desplazados por alguien que consideraban un advenedizo. 


Expansión de los etruscos durante los inicios de Roma.
Autor: NormanEinstein, 2005, según Mapa de National Geographic.
 Permiso GNU_FDL

De acuerdo a los relatos, su propia hija y su yerno, conspiraron para darle muerte. De ese modo, Lucio Tarquino, apodado el Soberbio, se convirtió en el séptimo rey de Roma. Era hijo del antiguo rey Tarquinio Prisco. Muy pronto, salió a relucir su carácter despótico. Tal vez el poderío etrusco, que atravesaba por su punto máximo en esa época, pudo influir en la instauración de un gobierno tiránico en Roma. Anuló las reformas de su antecesor, que aumentaban los derechos de la plebe. Mandó a asesinar algunos senadores que le resultaban incómodos y no permitía la sustitución de los que morían. Se rodeó de una feroz guardia personal y convirtió su voluntad, en la verdadera ley. No obstante, prosiguió con las obras y proyectos para la ciudad, que había dejado inconclusas su padre.


La Sibila de Cumas. Por Michelangelo Buonarroti, 1510. Capilla Sixtina, Roma. {{PD-US}}

Según un interesante relato de aquellos tiempos, ocurrió que una adivina se presentó ante él, para venderle nueve libros, que contenían importantes revelaciones. Aquella mujer, era la famosa sibila que vivía en una cueva cercana a la ciudad griega de Cumas. Sin embargo, el precio que ella pedía le pareció excesivo: ¿trescientas piezas de oro por unos rollos escritos? Ante la negativa de Tarquino, la hechicera quemó los tres primeros volúmenes y pidió la misma cantidad por los seis libros restantes.
 
Molesto, el rey los rechazó de nuevo. Pero al ver arder otros tres libros, cambiaría de opinión. De ese modo, accedió a pagar la misma cantidad por los últimos tres volúmenes, que contenían las profecías del futuro de Roma. Esos libros eran consultados cada vez que la situación lo requería. Un grupo de sacerdotes del templo de Júpiter se encargaba de su cuidado, hasta que fueron destruidos por un incendio, en el año 83 aC.


Tarquino el Soberbio, séptimo rey de Roma.
Por Guillaume Rouille. Fuente: Promptuariii, 1553.
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Los continuos desmanes de Tarquino, terminaron por granjearle la enemistad de la mayor parte de la gente poderosa de Roma. Solo esperaban el momento apropiado para rebelarse... La ocasión se presentó cuando él partió, para combatir con las ciudades del Lacio, en abierta violación de los acuerdos de su antecesor, Servio Tulio. Durante ese tiempo, el comportamiento abusivo de su hijo, no hizo más que agravar la situación. Violó a la noble esposa de un patricio y ante esa deshonra, ella optó por suicidarse. Esto desbordó la ira mal contenida en la ciudad. La rebelión se desató, comandada por el viudo de la joven, llamado Colatino y por Lucio Junio Bruto.


Tarquinio Sexto viola a Lucrecia, por Tiziano, ca. 1571.
 Museo Fizwilliam, Cambridge, UK. Fuente: The Yorck Project. {{PD-US}}

Toda la ciudad se levantó en contra del opresor. A su regreso de la guerra, fue rechazado mayoritariamente, por lo que tuvo que abandonar el poder y partir al exilio. En el año 509 aC. Roma le cerró las puertas a su último rey. La decadencia del sistema monárquico necesariamente exigía un cambio en la forma de gobierno. En esta nueva y accidentada pero fecunda parte de su historia, se transformaría en una república. 

Sin embargo, Tarquino el Soberbio no estaba acabado. Consiguió el apoyo de los gobernantes de otras ciudades etruscas y más tarde, el de las ciudades del Lacio, que se rebelaron en contra de la dominación romana. En ambos casos fracasó y nunca logró recuperar el trono. Pero esa, es otra historia... 

No cabe duda de que las ciudades etruscas eran más poderosas y refinadas que la joven Roma. Pero la falta de unidad entre ellas, permitió a la belicosa ciudad crecer y desarrollarse poco a poco. Muy bien pudo haber sido derrotada y destruida, en esa época. Sin embargo, el poderío etrusco iniciaría un rápido declive. Al ser derrotados por los griegos en el sur, y ante el asedio de las tribus galas, al norte, fueron quedando gradualmente confinados dentro de su territorio.  Mientras tanto, el poder romano se intensificaba en la región del Lacio. Fue entonces cuando Roma pasó a la ofensiva. Luego de la invasión de los galos en el 390 aC. logró recuperarse y en poco tiempo se convertiría en una de las ciudades más poderosas de la región. Roma, se fue apoderando de Etruria, y sus culturas terminaron por fundirse en una sola.   

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