Michelangelo Buonarroti, por Daniele de Volterra, ca.1544. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York, EEUU. |
Sin duda, uno de los objetivos primordiales en el estudio de los acontecimientos del pasado, es la reconstrucción de la vida de los personajes ilustres. El interés en el género biográfico es tal, que pueden llegar a existir cientos de versiones sobre uno solo de esos personajes.
El río Arno y Florencia. Foto: Daniel Delgado. |
Catedral de Santa María del Fiore, Florencia, Italia. Foto: Daniel Delgado. |
Cúpula de la Basílica de San Pedro, Ciudad del Vaticano, Italia. Foto: Jebulon, 2013. Lic. Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 |
Nació en el seno de una familia distinguida, aunque algo venida a menos. Fue el segundo de cinco hermanos. Pocos días después de su nacimiento, fue dejado en manos de una nodriza, en un pequeño pueblo cercano a una importante cantera de mármol. Su niñez transcurrió entre ese pueblo y la ciudad de Florencia. De sus primeras vivencias, se nutrió su vocación por el trabajo artístico en piedra. Pero su padre tenía otros planes para él... aspiraba a verlo convertido en un importante magistrado. De ese modo, tras la pérdida de su madre, el niño comenzó sus estudios, en la capital toscana.
Supuesto autorretrato del Ghirlandaio, en la Adoración de los Reyes. 1488. Fuente: Maestros del arte en Italia. Por Andreas Quermann Colonia, Alemania. Lic. PD-Art. {{PD-US}} |
La Escuela de Atenas, por Rafael Sanzio, ca.1500. Detalle que muestra a Miguel Ángel, como Heráclito. Fuente: Wikicommons. Lic. PDArt. |
Allí también ocurrió aquel célebre incidente con Pietro Torrigiano, quien llegaría a ser famoso por su obra, además de su terrible temperamento. Producto de una riña entre ellos, el rostro de Miguel Ángel quedaría marcado durante el resto de su vida.
Lorenzo de Medici, por Agnolo Bronzino, ca.1560 Galería Uffizi, Florencia, Italia. Tomado de: Lorenzo the Magnificent, por Hugh Ross Williams. |
La Piedad, por Miguel Ángel Buonarroti. Basílica de San Pedro. Foto y modificación por Stanislav Traykov, 2005. Lic. CC BY 2.5 |
Es una obra a la que ningún artista excelente podrá añadir nada en dibujo, ni en gracia, ni, por mucho que se fatiguen, en fortaleza, en poder de finura, tersura y cincelado del mármol...
Santa María de las Fiebres,Vaticano. Pieter Janz. Saenredam,1629. Basado en dibujo de Maarten van Heemskerck, ca.1532. Galería de Arte Nacional. Washington , D.C. EEUU. |
Con el éxito, llegó la fama. De manera llamativa, Miguel Ángel retomaría ese tema de la Piedad, en diferentes etapas de su vida, pareciendo que a través de él, las angustias que moraban en su espíritu, encontraban una manera de expresarse. La escultura fue colocada en la tumba del mismo prelado que encargó el trabajo, en la Capilla de Santa Petronila. Luego se le mudó a la Iglesia de Santa María de las Fiebres. Ambos templos estaban situados en el Vaticano. Con la demolición del último de ellos, hacia finales del Siglo XVIII, la Piedad encontraría su lugar definitivo en la Basílica de San Pedro, en Roma. Allí permanece hasta el día de hoy, cercana a la entrada, en la primera capilla a la derecha, como uno de los mayores tesoros de ese impresionante sitio.
La Piedad Vaticana, después del ataque. Foto: Umberto Baldini, Milán, Italia, 1972. Fuente: www.it.wikipedia.org/wiki |
Por fortuna, en Perú existían réplicas idénticas de ella. Hasta allí, fueron los expertos, para tomar fotos y hacer rigurosas mediciones. Luego de un intenso estudio, se procedió a la restauración, utilizando en la medida de lo posible, los fragmentos de la pieza original. La meta era la de rescatar la perfección que el gran escultor consiguió plasmar en aquella pieza de mármol. Hoy, se encuentra protegida por un cristal blindado y al cuidado de celosos vigilantes.
En el año de 1501, Miguel Ángel retornó a la Toscana. En Florencia, se esforzó para lograr que le encargasen una escultura sobre un personaje bíblico, que formaba parte de un ambicioso proyecto para la Catedral de Santa María del Fiore. Para ello, dispondría de un enorme bloque de mármol de Carrara, que yacía prácticamente abandonado en los depósitos del Duomo. A pesar de sus más de cinco metros de altura y de los graves maltratos ocasionados por otros escultores, Miguel Ángel no tuvo inconveniente para visualizar tanto la figura, como la posición ideal, que encajara perfectamente dentro del pétreo gigante.
David de Miguel Ángel, detalle. Foto: Benjamín Núñez González, 2019. Lic. CC BY-SA 4.0 |
Réplica del David, en el sitio donde estuvo el original. Palacio Viejo, Florencia, Italia. Foto: JoJan(detalle), 2005. Lic CC BY-SA 3.0 |
David de Miguel Ángel, detalle. Foto: Benjamín Núñez González, 2019. Lic. CC BY-SA 4.0 |
El David de Miguel Ángel. Galería de la Academia, Florencia, Italia. Foto: Jörg Bittner Unna, 2016. |
Como un detalle significativo, de manera intencional, en la cabeza, el torso y las manos, el gran escultor utilizó unas proporciones algo mayores que las dictadas por los cánones clásicos. El inteligente uso del contrapposto, la posición de los hombros y el giro de su cabeza, le confieren al David, un ritmo y una plasticidad que tal vez nunca lleguen a ser igualados.
Otro aspecto de interés, resulta el contraste entre las proporciones del musculoso cuerpo masculino y sus genitales, casi infantiles. Incluso se ha llegado a mencionar la ausencia de circuncisión, en un varón judío. En nuestra opinión, eso fue realizado así, para no resaltar el posible aspecto erótico de la obra. No hay que olvidar que se trataba de un encargo, para ser exhibido en una iglesia... Por otra parte, en aquellos tiempos reinaba una censura implacable. Con toda seguridad, lo que menos quería Miguel Ángel, era la acostumbrada hoja de parra cubriendo el sexo del joven rey David.
Esta obra maestra, tiene un antiguo historial de daños y percances. Muchos de ellos originados por su colocación en la plaza, a la intemperie: ¡en una ocasión, llegó a caer un rayo sobre su base, en el año de 1512! Durante una revuelta, se partió su brazo izquierdo, en 1527. De manera tardía, se la trasladó al interior de la Galería de la Academia, en 1873. En su lugar original, se colocó una réplica de iguales dimensiones. Algo es seguro, la prolongada exposición del David a los elementos naturales, causó sus efectos en el mármol, haciendo necesario su periódico mantenimiento.
Las fallas en la vigilancia de esas obras, nuevamente saldrían a relucir, cuando en el año de 1992, un hombre golpeó la estatua, utilizando un martillo. El daño hubo de ser restaurado. Aquí debemos agregar, que en el presente pareciera que las personas que acuden a admirar las obras de Miguel Ángel, deben pagar por los destrozos cometidos por otros, en el pasado. A menudo, los vigilantes tratan de una manera descortés al público, con gritos y un comportamiento agresivo. En esto, como en todo, se evidencia que los extremos son malos.
Julio II, por Rafael Sanzio, 1511. Galería Nacional, Londres, UK. |
En 1503 llegaría al trono del Vaticano, un conspicuo personaje, que adoptó el nombre de Julio II. Él se interesó en el trabajo de Miguel Ángel y llegó a tener una marcada influencia en su vida y en su obra. Le llamó a Roma, para confiarle la ejecución de un proyecto monumental. Desde entonces, el futuro del gran artista se vería ligado al pontífice, lo que contribuyó de manera importante a su inmenso legado artístico, pero también sería una de las fuentes de sus angustias y frustraciones...
No hay comentarios:
Publicar un comentario