miércoles, 9 de marzo de 2016

La Guerra Franco India (parte III)



Mapa Físico del Mundo. CIA, 2004

La actualidad geopolítica es, sin duda alguna, muy compleja; por momentos diera la impresión de que el equilibrio internacional es cada vez más frágil. Sin embargo, no puede negarse que este turbulento presente, es el resultado del aprendizaje de muchos siglos. Entre los múltiples factores que han tenido una notable influencia sobre el desarrollo de los acontecimientos históricos, se encuentra el manejo de la diplomacia. El lograr establecer alianzas convenientes, cuando las circunstancias lo exigen, ha sido no pocas veces, la diferencia entre el triunfo o la aniquilación. Esas alianzas en general se han producido por diversos motivos: económicos, militares, por lazos de familia... hasta por venganza. Algunas veces, por razones que podrían ser consideradas como justas, pero en otras ocasiones, por motivos en verdad deleznables.


Aquello de "El enemigo de mi enemigo es mi amigo..." siempre pareciera funcionar correctamente, a corto plazo, pero los hechos han demostrado que muchas veces, tales tipo de alianzas resultaron ser muy inestables, y hasta peligrosas. 




Develado de la Estatua de la Libertad
Por Edward Moran. Fuente: Museum of New York City

Otro aspecto que llama la atención, es que algunos países que resultan ser grandes aliados y amigos, hoy en día, se combatieron enconadamente, en un pasado, a veces, no muy lejano. No queda duda de que los procesos históricos son muy dinámicos, existe la necesidad de saber adaptarse a las nuevas realidades regionales o mundiales.  Lo más práctico es aprender a sanar las heridas que han dejado tantas guerras. No hacerlo, empeñándose en seguir atado al pasado, con rencores y resentimientos, siempre termina haciendo aun más daño, en lugar de resolver algo.

La Guerra Franco India, y la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de América, que le siguió muy prontamente, resultan un buen ejemplo de los vaivenes de la política y las alianzas militares. Nadie pudo prever que el aliado de un día, se podría convertir en su enemigo, poco tiempo después. Con toda certeza, ese fue el resultado de las intrincadas rivalidades políticas, en una época en la que tantos intereses imperialistas se encontraban en pugna. Sin embargo, esta situación en la que casi todos terminarían perdiendo, significó el nacimiento de una gran nación.


                                         El Terrible Comienzo

La expedición de Edward Braddock, hacia el Fuerte Duquesne, en las tierras de Ohio, desde un comienzo resultó muy accidentada, debido al pesado equipo militar que transportaban y el fragoso terreno que había que atravesar. El General tomó la decisión de dividir las fuerzas, de tal modo, que él se adelantaría con un grupo de unos 1200 hombres, entre los que se encontraban Washington y sus milicias de Virginia. El resto, se les uniría más adelante. 


Batalla del Monongahela. Por: Northrop, Henry Davenport, 1901
Philadelphia, National pub. Co.

Al llegar al río Monongahela, el capitán francés De Beaujeu, al frente de unos quinientos hombres, contando sus aliados indios, decidió salirles al paso. Con gran habilidad, simularon un ataque frontal contra las fuerzas británicas. Braddock mordió el anzuelo y dispuso sus líneas a la usanza de los campos de batalla europeos, mientras el enemigo rápidamente se protegía en el tupido bosque. Los soldados de casacas rojas, comenzaron a ser acribillados por un enemigo casi invisible; a pesar de ello, la orden era resistir. El General se negó a cambiar de táctica, con una fatal terquedad, hasta que él mismo sufrió una herida grave. Sobrevino una caótica retirada, con Washington como improvisado líder. Atrás dejaban casi 900 hombres, entre muertos y heridos. Braddock falleció pocos días después. Del lado francés, las bajas fueron de solo unos sesenta hombres (incluido el oficial De Beaujeu). 


La Derrota de Braddock
http://www.americanrevolution.com
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Para fortuna de los británicos, no fueron hostigados después de la batalla, probablemente debido al escaso número de los combatientes franceses. Resultaba evidente que el territorio que estos trataban de controlar era muy extenso, para las fuerzas de las que disponían. En cuanto a los indios que combatían de su lado, tampoco les interesaba la persecución; eso no figuraba entre sus costumbres guerreras. Para ellos, ganar una batalla, daba paso a una especie de celebración ritual. Arrancar el cuero cabelludo a los rivales muertos y apoderarse de sus pertenencias, era visto por ellos como algo natural, un premio a su valor.


Marqués de Vaudreuil. Gobernador de Nueva Francia
Pintura Atribuída a Donatien Nonotte ca. 1754
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En los meses siguientes a esa derrota, la vida en las tierras fronterizas se convirtió en un verdadero infierno, muchos colonos (sin distinción de sexo ni edad), resultaron asesinados o raptados por los indios. Para entonces, el gobernador de Nueva Francia, Vaudreuil, de un modo nada escrupuloso, reconocía que el uso del terror producido por el comportamiento vandálico de sus aliados indios, era válido como estrategia de guerra.  De este modo, hacia el final del año de 1755, las colonias británicas, enfrentaban un panorama bastante sombrío.


Mapa de las operaciones, Guerra Franco India
Fuente: Harper´s Encyclopedia of U.S. History, 1905
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El control de las fortificaciones se convertiría en el objetivo principal de los combates, durante los dos años siguientes. La franja de territorio situada entre la confluencia del río Ohio, y los lagos Erie, Ontario, George y Champlain, era vital para los franceses. La pérdida de alguno de los fuertes principales en esa zona, podía significar la ruptura de los eslabones que les permitían controlar desde Quebec, hasta el golfo de México. Es de resaltar que la dureza del clima obligaba a suspender la operaciones militares en invierno, por lo que las actividades debían llevarse a cabo entre los meses de marzo a octubre.


Fort William Henry-Lago George. Por: Philip John Bainbridge, 1839
Fuente: collectionscanada.gc.ca {{PD-US}}

Para el año de 1755, la moral en el bando británico estaba por el piso: hasta habían llegado a festejar una batalla de ambiguo resultado, como si hubiesen logrado un triunfo, esto ocurrió con la Batalla del Lago George. Pero no todo eran malas noticias, la toma del Fuerte Beauséjour, por los británicos, resultó de gran importancia, ya que al controlar la Península de Acadia (Nueva Escocia), habían logrado aislar por vía terrestre a la Fortaleza de Louisburg. Lamentablemente, hubo rebeliones por parte de algunos grupos entre los colonos acadios, de origen francés, esto trajo como resultado el que se cometieran abusos y tropelías con ellos, llegando a producirse deportaciones masivas (la etnia Cajún tuvo su origen en esos colonos acadios deportados).


Fort Beauséjour, 1755. Por Capt. Hamilton. Fuente Nova Scotia Archives
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Estos hechos parecieran indicar, que la Corona Británica intentaba ganar esta guerra con el menor costo posible, manteniendo una presión que pudiera llegar a remitir al enemigo dentro de sus límites originales. Pero también sugieren que ya existían los planes para atacar con su poderosa armada y controlar la entrada al río San Lorenzo. De este modo, Nueva Francia y su capital, Quebec, se mantendrían aisladas hasta su rendición. ¡Era un verdadero jaque mate! Para esto, habría que tomar de nuevo la fortaleza de Louisburg.


La villa de Quebec en 1700. Grabado anónimo.
Fuente: fr.wikipedia. Permiso: CC-BY-SA-2.0 CA; CC-BY-SA CA

Aunque en el año de 1756, la situación continuaba siendo muy preocupante para los británicos en Norteamérica, en Europa se desató lo que se conocería como la Guerra de los Siete Años, en la que al fin se hizo oficial el enfrentamiento entre Francia y Gran Bretaña. Desde entonces, los franceses debieron concentrar la mayor parte de sus fuerzas, para disponer de ellas en las tierras del viejo mundo. Además, por increíble que pueda parecer, en esa época muchos franceses consideraban que no era gran cosa lo que se jugaban en Norteamérica. Mientras tanto, la alianza de Gran Bretaña con Prusia, cuyo ejército resultaba prácticamente invencible en los campos de batalla europeos, les iba a permitir cierta libertad de acción a los británicos, en adelante.


Federico II de Prusia. Batalla de Zorndorf, en 1758
Óleo por Carl Röchling, 1904

A pesar de eso, al otro lado del Atlántico, la primavera de 1756, llegó con buenos augurios para los franceses. Habían ido hilvanando una cadena de victorias. Aunque ninguna de ellas resultó decisiva, ello les permitió un mayor control de los territorios en disputa. En algunos casos, consiguieron asestar golpes importantes, como ocurrió en la toma de Fort Bull.  Esta era una pequeña guarnición que estaba situada al sureste del Lago Ontario. Pero allí, los franceses lograron apoderarse de un cuantioso depósito de pólvora y de municiones. Tristemente, resultó masacrada la mayor parte de los pocos defensores del fuerte. Era la continuación de la estrategia del terror, dirigida a ahuyentar a los nuevos colonos, de las tierras fronterizas.


El Marqués de Montcalm. Por Theophile Hamel. Copiado 1865
Canadian House of Commons Heritage Collection
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En ese mismo año, antes de que estallara la guerra en Europa, continuaban las buenas noticias para los franceses. Recibieron refuerzos de tropas regulares, al mando de las cuales llegaba el Marqués Louis Joseph de Montcalm, quien estaba destinado a escribir varias páginas célebres en esta guerra. Se trataba de un magnífico militar, de gran valor y caballerosidad. Sin embargo, entre él y el gobernador Vaudreuil, siempre se mantuvieron diferencias insalvables, que terminarían resultando muy dañinas para el bando francés. 


Fort Oswego. Fuente: Universidad de Montreal. División de Archivos

Para el mes de agosto, Montcalm ponía sitio y tomaba fácilmente a Fort Oswego, situado en la margen sur-oriental del Lago Ontario. Esto significaba un fuerte golpe para los británicos, en los Grandes Lagos. Allí, este general enseñó algunas interesantes facetas de su personalidad: la precisión y la contundencia en sus ataques, a menudo tratando de forzar una rendición, con la cual pudieran ahorrarse vidas humanas. También había logrado asimilar las tácticas de lucha americanas, para adaptarlas a la forma europea de combatir. Sin embargo, despreciaba las costumbres indias del despojo y toma de trofeos de guerra, luego de los combates. Esto no lo hacía muy popular entre ellos.


William Pitt el viejo. Por: William Hoare, ca. 1754
National Portrait Gallery, UK

Tantas derrotas a lo largo de tres años de lucha en Norteamérica, produjeron reacciones en el Parlamento londinense. La designación de William Pitt, como ministro de Guerra, en 1757, le daría un gran vuelco a los acontecimientos. Como ha sido tan común en la historia, surgió el hombre que las circunstancias exigían. Otorgó su justo valor a las guerras ultramarinas y designó militares muy capaces en los puestos de mando. Con respecto a la lucha en Europa, lo que hizo fue colaborar económicamente con el ejército prusiano, no hacía falta nada más.

Mientras tanto, a aquel joven tan prometedor, como inexperto, cuyo nombre era George Washington, las decepciones como militar, le llevaron a dedicarse a la política y a la administración de su próspera hacienda. Sin embargo, los acontecimientos lo forzaron a tomar de nuevo el mando de las milicias de Virginia, ya que la presión en las fronteras resultaba cada vez mayor. Esta fue una de las épocas más difíciles de su vida. Le correspondió defender una frontera de unos setecientos kilómetros, contando con algunos centenares de hombres. El cansancio y la enfermedad, le llevaron a un estado de lamentable agotamiento... ese fue el crisol en el que se moldeó aquel ser predestinado. Su momento estelar, debería esperar unos años más.


Washington triunfal 

Seguiremos presenciando esta lucha, que terminaría extendiéndose por varios continentes. Un conflicto que pareciera haber abierto las compuertas para algunos de los sucesos más trascendentales de la historia humana.



  








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