Escena de cetrería. Códice Manesse. ca. 1305 |
Del estudio de las obras literarias antiguas, se puede obtener no solo el conocimiento del estilo y la forma de pensar de un determinado escritor, sino que además nos proporciona una llave que permite acceder a otra dimensión, desde la que es posible contemplar la forma de vida y las costumbres de su época. En ellas, a menudo se encuentra algo como un retrato, congelado en el tiempo, de los sentimientos y las pasiones que animaban a las personas, en aquellas sociedades del pasado.
Catedral de Worms |
Fragmento del Cantar de los Nibelungos. Siglo XIII |
La Muerte de Sigfrido
Hagen y Brunilda. Por Arthur Rackham, 1911 |
Krimilda y Sigfrido. Por Arthur Rackham, 1911 |
Saber esto, y dedicarse a planificar la muerte del joven héroe, sería una sola cosa. No perdió el tiempo Hagen, y logró convencer al rey de organizar una cacería, en la que Sigfrido tomara parte... sin saber que él era la presa. Llegado el día, Krimilda y el héroe se despidieron, con la mente de ella atormentada por lo más terribles presagios. ¡Cómo hubiese deseado que él no saliera en esa partida de caza!
La despedida de Sigfrido y Krimilda Por Julius Schnorr von Carosfeld ca. 1843 |
Sigfrido y las ondinas Por Albert Pinkham Ryder. ca. 1890 |
Las ondinas. Por Arthur Rackham, 1911 |
Hagen asesina a Sigfrido. Por Julius Schnorr von Carosfeld, 1847 |
El traslado del cadáver de Sigfrido Por Knut Eckwall, 1876 |
Krimilda llora a Sigfrido. Por Johann Heinrich Füssli, 1817 |
La Acusación de Krimilda. Por Emil Lauffer, 1879 |
Brunilda salta a la pira de Sigfrido. Por Arthur Rackham, 1911 |
Luego de los tristes funerales del héroe, su cuerpo fue colocado sobre una gran pira. Una vez encendida, ocurrió algo en verdad inesperado. Apareció Brunilda, vestida con gran sencillez, galopando sobre un hermoso caballo, al cual dirigió hacia el fuego, en el que se arrojó, mientras clamaba su amor por Sigfrido. Krimilda pudo comprender entonces, que la valquiria solo amaba al héroe. La maldición que pesaba sobre el anillo y el tesoro, de nuevo se cumplía inexorablemente. Ahora nada podría detener el ocaso de los dioses.
La Venganza de Krimilda
Atila y los hunos invaden Italia. Por Ulpiano Checa, 1887 |
Atila, rey de los hunos. Crónicas de Nüremberg |
Hacer un desaire al rey Atila, no era buena idea. Además, no podían quedar como cobardes ante Krimilda, no querían concederle ese triunfo. De ese modo y tras mucho pensarlo, decidieron aceptar lo que ellos consideraban una malintencionada invitación. Los hechos terminarían demostrándoles que no estaban equivocados.
Los presagios eran nefastos, aun así emprendieron el viaje hacia los dominios de Atila. Y aunque Hagen intentó burlarse de algunos augurios, lo cierto fue que ningún hombre de los que salió con ellos, viviría para ver de nuevo el país de los burgundios.
Se dispuso la gran celebración, que debía durar varios días, en medio de juegos, música y grandes banquetes. Todo debía ser alegría y fastuosidad. Sin embargo, en la primera noche, Krimilda dijo a su esposo que había llegado el momento de cumplir con su vieja promesa. "Cualquier cosa que ella le pidiese, él la complacería..." Atila quedó muy sorprendido al escuchar el deseo de su reina: quería las cabezas de Gunter y de Hagen. Era imposible negarse, ya que había dado su palabra.
Batalla entre los nibelungos y los hunos. (Detalle) Nibelungs Halls, Munich, Alemania. Foto por: Flying Pharmacist |
Los mejores hombres por ambos bandos, habían ido cayendo, hasta que llegó un momento en que solo Gunter y Hagen permanecían guarecidos dentro de las humeantes ruinas. Entonces Atila encomendó al más fuerte de sus aliados, que les capturase con vida. Extenuados, no pudieron oponer mayor resistencia y fueron llevados ante el rey, quien decidió encadenarlos y ponerlos a la disposición de Krimilda.
Hagen. Monumento en Worms. Postal por Louis Glazer, Leipzig, ca. 1905 |
El Ocaso de los dioses. Por Emil Doepler, 1905 |
Hagen oculta el tesoro de los nibelungos. Por Peter von Cornelius, 1859 |
El tesoro de los nibelungos, yace escondido, en algún lugar. Pero tal vez, lo mejor sea que nunca pueda ser hallado...
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