Presentación de la Declaración de la Independencia. Por John Trumbull. 1819 Capitolio de los Estados Unidos de América |
Entrada triunfal de Washington, Nov. 25th, 1783. Por Christian Inger ca.1860 Cromolitografía. Biblioteca del Congreso, USA.{{PD-US}} |
El Espíritu del ´76. Versión sobre el original de A.M. Willard. Abbot Hall. Marblehead, Mass. {{PD-US}} |
De esa niñez y juventud, que se extasió con todos esos relatos, surgieron personas que poseían la avidez y la curiosidad de no solo escucharlos, sino también, de recopilarlos y llegar a escribir sobre ellos. Tenían la convicción, de que los testimonios de tantos testigos presenciales, debían ser preservados para la posteridad, utilizando los recursos disponibles en esa época: oír y escribir.
Ese fue el origen de una generación de muy buenos escritores, que supieron plasmar no solo las historias, sino también las costumbres, y mucho del espíritu de los habitantes de esas regiones, en los días aún tempranos de su historia.
Washington Irving. Copia por: Mathew Brady, 1861 Original por John Plumbe. Biblioteca del Congreso USA {{PD-US}} |
Tarrytown, hacia 1828. De: Itineraire pittoresque du Fleve Hudson Por: J. Milbert {{PD-US}} |
El jinete, según se contaba, estaba condenado a buscar su cabeza, por toda la eternidad, por lo que se dedicaba con mucho afán, a decapitar a los desafortunados que se atravesaban en su camino. Hasta el mismo protagonista del cuento, el maestro Ichabod Crane, pareciera que pudo convertirse en otra de sus víctimas.
Ichabod. Por Arthur Rackham, 1928 |
El cuento es ampliamente conocido: aparte del libro de Irving, también ha sido llevado al cine y a la televisión. La historia original resulta impactante, por lo aterradora, pero la maestría del escritor a la vez logra que no carezca de un elegante humor. El personaje de Ichabod, siempre nos sabrá sacar una sonrisa. Sin embargo, algo interesante subyace en el cuento: el origen de este tipo de leyendas con raíces históricas.
El Jinete sin Cabeza persigue a Ichabod. Óleo por John Quidor, 1858 {{PD-US}} |
Aun así, es posible que haya existido un sanguinario soldado hessiano, que al morir atrozmente, en medio de una batalla, dio origen a la leyenda. Situaciones similares, han ocurrido otras veces, en otros lugares, en todo el mundo. Algunos años más tarde, el escritor, con su fecunda imaginación, daría forma a la historia, transformándola en un apasionante cuento. Tal vez hasta haya hecho del terrible espectro, un mercenario teutón, como para proporcionarle un toque adicional de interés. Por otra parte, es de hacer notar que las leyendas de jinetes sin cabeza, tienen su origen al otro lado del Atlántico.
Duendes y brujas. Por Arthur Rackham |
También existe la posibilidad de que Irving, durante su niñez y su juventud haya tenido una gran obsesión por los relatos de fantasmas, y que luego, convertido en todo un escritor, haya terminado por inventar esa historia. De lo que no hay duda, es que por los personajes, el ambiente y la trama, que incluso deja abierta la posibilidad de imaginar el final al gusto de cada uno, hacen de este cuento, una lectura muy agradable.
Ichabod Crane y Katrina van Tassel. Por Arthur Rackham, 1928 |
En cuanto al personaje principal del cuento, hay que decir que Washington Irving conoció, hacia 1814, a un militar cuyo nombre era... Ichabod Crane. Es posible imaginar, que su nombre y su apariencia física, pudieron haber impactado al escritor, de un modo tal, que decidió que era justo el personaje que buscaba para su relato. Pero esto, es tan solo una especulación.
Los cuentos de fantasmas, mezclados con las leyendas históricas siempre serán del gusto de las mayorías. Poseen un halo de realidad, que los hace muy atractivos. Generalmente, son historias que parecen resistir el paso del tiempo y siempre mantienen su vigencia. Quizá se encuentran almacenadas en algún rincón de nuestras mentes, formando parte de lo que se conoce como "el inconsciente colectivo".
Ichabod Crane y el Jinete sin cabeza. Por William J. Wilgus, 1835 |
Nuestros viajes virtuales en el tiempo harán escala en Los Estados Unidos de Norteamérica, en el Siglo XVIII. La sucesión de los hechos ocurridos allí, terminó siendo de una enorme trascendencia, a nivel mundial. No resultaría exagerado decir, que con ellos, se estaba gestando el inicio de una nueva era de la humanidad.
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