sábado, 15 de junio de 2013

La Imaginación de los Griegos (parte I)


Barco griego (birremo)

Año 1100 AC., en un hermoso bajel de vistosas velas, sus ocupantes divisan en la lejanía las costas del Ática. Se trata de comerciantes griegos procedentes del Helesponto. Todo marcha de acuerdo a sus planes,  pero el Egeo, al igual que el Mar Mediterráneo, es muy cambiante. En cuestión de minutos el oleaje encrespado y las ráfagas de viento anunciaron una repentina tormenta. Las enormes olas amenazan con tragarse la nave y a todos a bordo. El capitán, a punto de darse por perdido, ofrece al dios de los mares un hermoso toro, si se muestra propicio y les otorga su protección en medio de esa tempestad. Siguen luchando por no se sabe cuanto tiempo más, hasta que, repentinamente, el mar se calma y la tormenta cede: están a salvo.



Poseidón, dios de los mares. Copenhagen.
Foto: Hans Andersen 2005


Sin duda, cada tripulante habría hecho promesas y votos a los dioses. Muy alegres, llegan a puerto, relatan su aventura y la forma en la fueron salvados. Con seguridad, a la brevedad posible, todos pagarán con alguna ofrenda destinada a los inmortales, por haberles concedido la salvación.


Tormenta eléctrica. Foto: fir0002/Flagstaffotos

En la naturaleza, de vez en cuando se desata la fuerza de los elementos. Todos sabemos que es algo verdaderamente sobrecogedor. Aun sin tratarse de catástrofes naturales, es digna de respeto y de temor. Por ello, no es difícil imaginar a los hombres antiguos, que poseían una comprensión limitada de estos fenómenos, atribuyendo esas fuerzas a la voluntad de seres superiores, según sus cambios de humor, el cual era muy cambiante, por cierto. 


Monte Olimpo

Uno de los principales entretenimientos de los antiguos griegos era, con toda seguridad, el reunirse alrededor de una hoguera, a contar sus historias y vivencias, las cuales irían adornando para hacerlas más interesantes. Luego empezarían a ser transmitidas de padres a hijos, convirtiéndose así en tradición oral. Contenían sus explicaciones del mundo natural, a lo que se fue añadiendo una verdadera trama de hechos y personajes. Siglos después, estos relatos serían recopilados por algunos escritores y bardos; de este modo se abrió la puerta que daba hacia ese fantástico mundo, que ha causado tanta admiración y que ha servido de inspiración en distintas ramas del arte y el conocimiento, sobre todo en la llamada "Cultura Occidental". Dos de los más importantes de estos recopiladores fueron Homero y Hesíodo.

Los dioses en el Olimpo


Los griegos, por supuesto, no fueron los únicos que legaron este tipo de relatos fantásticos. Sin embargo su influencia, por intermedio de los romanos, se mantuvo y se extendió con ciertas modificaciones y añadiduras. Ellos contribuyeron a propagar y dejar sembrada no solo la mitología, si no la cultura griega en general; esta fue posiblemente la herencia mas importante de esos pueblos.

Dioses, semidioses, mortales, además de temibles monstruos, todos interactuando de un modo asombroso, partiendo desde la creación del mundo y de los seres humanos. Para cada lugar y hecho natural tenían explicaciones llenas de imaginación. Además, y muy importante, a menudo contenían enseñanzas morales y hasta filosóficas.

Hay relatos muy interesantes, por sus remembranzas y similitudes con los de otras culturas y religiones, veamos algunos...



Prometeo y Pandora 


La caída de los titanes. Peter Paul Rubens

Hubo una época en la que el mundo estaba despoblado, solo existían los dioses, en permanente lucha por el poder. Como resultado de esto, surgió un grupo de unas deidades victoriosas, o principales. Pero a la vez, también un gran número de dioses derrotados, venidos a menos, que a menudo quedaban sujetos a pagar condenas eternas. Aparte de ellos, habían dioses menos importantes, o secundarios. De allí la gran división y las permanentes intrigas entre ellos, que luego traerían grandes (y a menudo graves) consecuencias en la vida de los hombres.


Prometeo observando a Atenea al dar la inteligencia al hombre.
Por Christian Griepenkerl

Prometeo era hijo de un titán (uno de los dioses vencidos). Su inquietud y su ingenio le llevaron a crear al hombre, a partir del barro. Pero estos primeros humanos, llevaban una vida rudimentaria y penosa, lo que era aceptable para el rey de los dioses, Zeus, pero no así para Prometeo, quien amaba su creación. Fue entonces cuando decidió robar el fuego celestial, para enseñar su uso a los seres humanos. Desde entonces, estos comenzarían a progresar en todo sentido.


Pandora. Por Jules Joseph Lefebvre

Zeus planificó su venganza, ordenando la creación de un ser, también a partir del barro. Pleno de belleza y virtudes, pero muy curioso y con gran capacidad de engaño: ella fue la primera mujer, Pandora. También le entregó un recipiente, dejándole muy en claro que jamás debería abrirlo. Ella estaba destinada a ser la esposa de Prometeo, pero él desconfiaba del rey de los dioses, y la rechazó. Sin embargó Epimeteo, su hermano, decidió desposarla. 

La pareja vivía como una más, entre los hombres. Pero Pandora no olvidaba el recipiente misterioso. Su curiosidad crecía permanentemente, hasta que un día, en un descuido de Epimeteo, retiró la tapa. Ante su mirada atónita, en una nube, salieron todo género de plagas, tormentos y horribles seres dañinos, que se esparcieron por doquier y desaparecieron de inmediato. Cuando su esposo se apresuró a taparlo de nuevo, adentro solo quedaba... la Esperanza. De tal modo, Zeus se había vengado de Prometeo, castigando a la raza humana a los sufrimientos, las enfermedades y a toda clase de males, solo quedaba la hermosa esperanza entre sus manos.


Prometeo y el águila. Por Lambert Sigisbert Adam.
Museo del Louvre

Esta no sería la última vez que Zeus y Prometeo se verían enfrentados, siempre por razones relacionadas con los humanos. Pero el rey de los dioses era demasiado poderoso y al fin Prometeo resultaría el perdedor. Se le condenó a estar encadenado en la cima del monte Cáucaso por treinta mil años. Diariamente, un águila vendría a devorar su hígado... solo que por tratarse de un dios, él no moriría. Ese órgano se regeneraba siempre, haciendo de este modo que el suplicio fuese interminable. 


Muchos años después, quizás siglos, se dice que fue liberado por Heracles (más tarde llamado Hércules, por los romanos), luego de dar muerte al águila. En recompensa, Prometeo le reveló el lugar y el modo en que podría apoderarse de la manzanas de oro de las Hespérides, pero esa, es otra historia. Zeus permitió que todo esto ocurriera, porque Heracles era su hijo, un semi dios y sus hazañas le llenaban de gran orgullo.


Eva. Por Alberto Durero

Este es un relato muy llamativo, que nos deja pensando en la similitud innegable en la creación del hombre a partir del barro, según las creencias de algunos pueblos. La primera mujer, con su imprudencia como principal responsable de los sufrimientos de la humanidad, es presentada como la culpable de un "Pecado Original". Por chocante que suene, es lo que nos están diciendo en estos relatos. Además de ser obviamente machista, esto es algo que se encuentra en los relatos de varios pueblos. Tal vez sea la huella de un origen común.

Si vamos un poco más allá, las guerras originarias entre los dioses, y la condena de los derrotados a los infiernos, recuerda las luchas entre los ángeles por rebelarse contra el Ser Supremo de nuestras creencias. ¿Dónde podrá hallarse el origen de todo esto? Quizás haya que dirigir la mirada hacia el Cercano Oriente. Más intrigante aun se torna al encontrar ciertas semejanzas, con los relatos de las culturas americanas precolombinas. Tampoco faltará quien encuentre posibilidades, de que todo tenga que ver con la actuación de seres de otros mundos.

Es posible que por medio de Prometeo tan solo se haya hecho referencia a un gran hombre, que provenía de un pueblo más civilizado. Sus conocimientos ayudaron a progresar a los primitivos griegos, convirtiéndose en su benefactor. No solo les enseñó a utilizar el fuego de la naturaleza, sino también el fuego interno del saber. Él dejó una marca imborrable en ellos, sin embargo esto pudo atraer la envidia de los más poderosos
.

El Partenón. Atenas

Seguiremos visitando un poco más a los griegos antiguos, admirando su imaginación tan fértil y sus relatos tan interesantes. Hay que recordar que en el alma de ese pueblo, estaba plantada la semilla que luego germinaría, para convertirse en la base de nuestra cultura.

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