lunes, 21 de octubre de 2024

Grandes exploraciones. La Terra Australis Incognita y los viajes del capitán Cook (5a parte)


Capitán James Cook. Por William Hodges, ca. 1775.
Museo Marítimo Nacional, Londres, Reino Unido.
fuente: http://www.nmm.ac.uk


El capitán James Cook nunca lo supo, pero había llegado a estar apenas a un poco más de cien kilómetros de la tierra antártica, en medio de la bruma y las blancas montañas de hielo flotante. Pero de algo sí estaba bien convencido, de existir algún continente en el extremo sur del globo terráqueo, era solo un triste remedo del mítico y apetecible gran continente austral. 


Retrato de Omai. Por Sir Joshua Reynolds, 1776.
Colección de John Magnier.
Exhibido en la Galería Nacional de Irlanda. 


Por ahora, sería necesario aguardar por el siguiente verano en aquellas inhóspitas latitudes. Pero la exploración de las islas del Pacífico Sur representaba la alternativa perfecta para un hombre infatigable como él, durante el resto del año. En agosto del año 1773, Cook se encontraba una vez más en la acogedora isla de Tahití. A partir de allí, a bordo del Adventure, los acompañaría un joven isleño, llamado Omai, quien por su exótico encanto y su desenvoltura, llegaría a convertirse en una celebridad durante los dos años que permaneció en Inglaterra. 


Embarcaciones en Tonga. Grabado por W. Watts, a partir de un dibujo por William Hodges, 1773.
Fuente: Biblioteca Alexander Turnbull, en la Biblioteca Nacional. Wellington, Nueva Zelanda.


Luego de aventurarse más de dos mil quinientos kilómetros hacia el oeste, hicieron escala en el archipiélago de Tonga, cuando corría el mes de octubre del año de 1773. Impresionado por el trato afable de sus habitantes, Cook lo bautizó con el nombre de las Islas Amistosas. 

No obstante, y como una de esas incomprensibles ironías de la vida, en un futuro, allí mismo se llegaría a urdir el asesinato del ilustre Capitán. Al menos, así consta en los relatos de un aventurero inglés, de nombre William Mariner, quien estuvo en Tonga, algunos años más tarde. A fin de cuentas, Cook no pareció enterarse y siempre mantuvo la mejor opinión de aquellas personas. 

En los albores de la primavera de 1773, decidieron retornar a Nueva Zelanda. Desde allí navegarían hacia el sur, para continuar con la exploración de los mares antárticos. Sin embargo, otros eran los designios de la fortuna. El día 22 de octubre, el Adventure y el Resolution perdieron todo contacto, a causa de una tormenta. Luego, tampoco fue posible reunirse en el sitio previamente acordado, en Charlotte Sound, en la isla sur de Nueva Zelanda. 

Cook había llegado antes allí, pero se hizo de nuevo a la mar el 26 de noviembre. Bien sabía que en esas latitudes, el factor climático era crucial. Antes de zarpar, oculto en la arena, dejó un mensaje para Tobias Furneaux. Le explicaba su intención de continuar con la circunnavegación antártica, para luego devolverse a Nueva Zelanda.


Canoa de guerra Maorí, en Nueva Zelanda. Autor desconocido, 1769.
Facsímil publicado en 1893. Fuente: Edición del Diario del Capitán Cook. 
hecha por el Proyecto Gutenberg.


Furneaux, a su vez, dejó una nota para Cook, en el mismo lugar. Había decidido emprender el viaje de vuelta a Inglaterra. A bordo del Adventure, las cosas no marchaban muy bien. Había perdido algunos hombres, en enfrentamientos con los maoríes y para colmo, entre la tripulación comenzaban a producirse casos de escorbuto.


Las islas de hielo. Por William Hodges, 1773.
Fuente: Butterfly Voyages, a partir de mp.natlib.govt.nz


A disgusto, el Resolution parecía golpear las encrespadas aguas, mientras avanzaba hacia el sur y el este. A pesar de la aspereza del clima y las dificultades para la navegación, varias veces llegaron a internarse más allá del misterioso Círculo Polar Antártico. El panorama era desalentador. Ante ellos, tan solo más de lo mismo del verano pasado: una niebla, que podría cortarse con un cuchillo y las gigantescas moles de hielo, flotando en el mar. 

Descorazonado, pero sabiendo que no tenía sentido proseguir la búsqueda, el 30 de enero de 1774, ordenó cambiar el rumbo y regresar a Nueva Zelanda. Ese día alcanzaron el punto más extremo de todo el viaje: setenta y un grados y diez minutos de latitud sur. Continuar era una temeridad, que hubiese puesto a todos en un gran riesgo. En su diario anotaría: 

"No diré que era imposible navegar entre estos hielos, pero sí afirmaré que el mero intento sería una empresa muy peligrosa, y que pienso que ningún otro hombre en mi situación la hubiera considerado..."

"No sentí pesar al encontrarme con esta interrupción, pues en alguna medida nos libró de los peligros y las penurias de la navegación en las regiones del polo Sur. Puesto que por esta razón no podíamos continuar una pulgada más al sur, no hay que atribuir a ninguna otra causa que virásemos y fuésemos a toda vela hacia el norte..."

Durante el invierno de 1774, Cook prosiguió con la exploración del Pacífico Sur. La isla de Pascua fue testigo de su paso. Luego se convirtió en el primer europeo en avistar los archipiélagos de Norfolk y de Nueva Caledonia. Atraído por el fulgor de un volcán, visitó las islas de Vanuatu, bautizándolas con el nombre de Nuevas Hébridas. De nuevo realizó una escala en Tonga.

Gracias a estas exploraciones por el océano Pacífico, algunas pequeñas islas y sus gentes, comenzaron a existir para un mundo ansioso de nuevos conocimientos. Aun más, el primer mapa detallado de la costa sur y este de la isla de Tasmania fue realizado por Tobías Furneaux, durante una de las ocasiones en que se había perdido el contacto entre ambos navíos.

Finalmente, en noviembre del mismo año de 1774, emprendieron el regreso a Europa, por la ruta del cabo de Hornos. Para el día 17 de diciembre, tenían a la vista el extremo occidental del Estrecho de Magallanes. Hicieron una escala en la Tierra del Fuego, para celebrar la Navidad. Al adentrarse en las aguas del Atlántico, fue cuando Cook visitó y cartografió las islas Georgia y Sandwich del sur. 

Aunque había sido descartada la existencia de un enorme continente austral, Cook llegaría a escribir lo siguiente: 

"Existe un pedazo de tierra cerca del Polo, el cual es la fuente de gran parte del hielo que se encuentra diseminado a lo largo de este gran océano sureño..."

Luego de una parada técnica en la Bahía de la Mesa, al sur de África, prosiguieron el viaje hacia Inglaterra, donde arribaron el 30 de julio de 1775. Aquel viaje inolvidable había durado tres años y diecisiete días. En su diario se puede leer lo siguiente:

"He dado la vuelta al océano del sur en una latitud elevada, y lo he recorrido de tal manera que no he dejado el menor espacio a la posibilidad de la existencia de un continente, a menos que esté cerca del polo y fuera del alcance de la navegación; al visitar dos veces el Pacífico tropical, no sólo he establecido la situación de algunos descubrimientos antiguos, sino que he hecho allí otros nuevos y, según pienso, he dejado muy poco por hacer en aquella parte del mundo."


Mapa de la Antártida. Se indica el recorrido de James Cook durante su segundo viaje.
Autor: Bourrichon, usuario de Wikipedia. 


(continuará)








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